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"En Ayautla, la pobreza es más dura para las mujeres"

Ayautla recientemente fue agregado a la lista de Coneval sobre pobreza extrema. Aquí sus mujeres deben sortear el frío y el hambre por igual

Escrito en ESTADOS el

OAXACA (La Silla Rota)- Un fuerte viento gélido irrumpe por las decenas de huecos que se avistan en la pequeña cocina deteriorada, sostenida por cuatro morillos, cubierta por mantas y lonas que apenas resisten. El fogón que arde en una esquina, es el abrigo más próximo para Laura Pitero, que todos los días se enfrenta a la dura realidad de no tener un abrigo para cubrir el frío y lo mínimo para comer.

La mujer habitante de San Bartolomé Ayautla, comunidad enclavada en la sierra Mazateca, a diario se lamenta su suerte de no tener en el bolsillo lo suficiente para vivir dignamente, pero en este municipio la misma realidad la padece el 70% de su población.

Ayautla, ubicado a poco más de seis horas de la capital oaxaqueña, perteneciente al distrito de Teotitlán de Flores Magón, se ubica en el treceavo lugar de los 15 municipios con pobreza extrema en Oaxaca de acuerdo al informe del Consejo Nacional de Evaluación de la Política del Desarrollo Social (Coneval). Aquí las carencias contrastan con el dispendio de recursos o bonos millonarios que dan diputados locales o funcionarios de gobierno.

Vivir con hambre y frío

Laura Pitero, ronda por los 62 años de edad, pero su semblante luce desgastado, triste y resignado a su desgracia.

 Se frota las manos para tratar de combatir el intenso frío que desde hace varios años no se resentía como ahora; la mujer no habla español, en mazateco su lengua natal y con ayuda de una traductora, Edna Guadalupe, regidora de Obras de la localidad, se da a entender.

Dice que nunca fue a la escuela, es más no la conoció; se casó a corta edad y tuvo dos hijos, pero las carencias y a falta de dinero su marido enfermó y murió. El año pasado, su primer hijo, Esteban Negrete también falleció a los 25 años de edad, a causa de cáncer de estómago que no fue ni detectado a tiempo ni atendido.

La interprete señala que la señora Pitero desde hace ocho años se enfrenta a la diabetes que poco a poco la va acabando; su fuerza ha disminuido y los dolores que la aquejan le impiden trabajar.

Ir al médico y comprar los medicamentos le es imposible, pero no solo para ella sino para la mayoría de la población, porque en la Casa de Salud no hay ni doctores ni medicamentos.

 A Laura la sostiene su hijo Isidro Negrete, quien trabaja como peón, quien recibe por una jornada de ocho horas apenas 50 pesos diarios, ni siquiera el salario mínimo.

 En el fogón de la señora Laura, una olla de aluminio ennegrecida se encuentra puesta sobre los leños, en su interior hierve agua que esa noche servirá para colocar unos gramos de café, porque no hubo nada qué comer.

 Se agudiza la pobreza

 De acuerdo con Edna Guadalupe, regidora de Obras y Claudia Zamora Flores, secretaria municipal, del ayuntamiento de los 4 mil 500 habitantes de la población, el 80% vive en pobreza extrema.

 Y el panorama de la comunidad lo constata cuando a unas cuantas calles del centro de la población, las casas de lámina, de adobe con techos de palma reflejan la necesidad de sus habitantes.

 Aquí todos los habitantes carecen de drenaje y agua potable, esta última se debe trasladar a través de mangueras conectadas a fuentes de abastecimiento natural ubicadas en los cerros.

 El servicio con el que cuenta al menos un 90% de la población es luz eléctrica, aunque pocos son los que tiene algún aparato eléctrico.

 La secretaria municipal, Claudia Zamora señala que 8 de cada 10 de sus habitantes se dedican al cultivo de maíz, frijol, chayote, calabaza y mamey; las jornadas de trabajo son de más de 8 horas y la paga no rebasa los 45 o 50 pesos.

 Agrega que para las mujeres el panorama es más desalentador, ya que hay casos donde están en completo abandono por sus esposos o hijos que deciden buscar suerte fuera de la comunidad.

 Si bien se dedican al cultivo de granos, hay otras que producen achiote, aceite de mamey o bordado tradicional, pero la venta es esporádica y tienen que “apechugar el hambre”, dice Claudia Zamora.

 El Coneval señala que en San Bartolomé el 98.1% de la población tiene carencia de acceso a servicios básicos en la vivienda; el 61.6 carencia por calidad de espacios y espacios en la vivienda; 36.6% de las personas viven en hacinamiento; el 86% no cuenta con servicio de drenaje; el 31% sin agua potable; 5.1% sin electricidad.

 Mientras que el 10% de la población tiene piso de tierra en su vivienda; 3.8% no cuenta con sanitario; 23% sin cocina; 37% vive en inseguridad alimentaria; 47.5% está en rezago educativo; el 60% solo habla su lengua natal, el mazateco.