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Un informe, sui generis

¿En verdad ya pasó lo peor? | Joel Hernández Santiago

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Escrito en OPINIÓN el

No había expectativa para el II Informe presidencial. No la había porque lo que se conoce, en su versión oficial, se informa todos los días cada mañana; desde la alta tribuna presidencial cuando se nos dice de qué va el gobierno, cómo están las cosas en las distintas materias de cada día y quién es quién en la Cuarta Transformación (4T).

Sobre todo quienes son sus enemigos, adversarios, conservadores, fifís, prensa mentirosa. Y ahí una política de polarización entre buenos y malos: los transformadores y los conservadores; los chairos y los fifís... Una de dos: ‘O están conmigo o contra mí’. No hay matices. Tajante. ‘No se me da la venganza –dice el presidente- pero no permitiremos...’ Y ahí cabe todo lo que no permitirá y lo que sí perseguirá.

Y sí, habían interrogantes sobre el cómo abordaría las crisis que vive el país. El punto trágico en el que se encuentra la pandemia por covid-19 en México y el acarreo de una crisis económica que estalló en 2019 y, para acabarla de amolar, ocurrió la pandemia en 2020 lo que agravará aún más la situación de vida para todos en el país. O la inseguridad pública..., y tanto más.

El Presidente, en su lectura política del II Informe, previo a la entrega del documento formal la tarde del martes 1 de septiembre ante el Congreso mexicano, hizo un recuento evasivo de los grandes problemas nacionales y sí triunfalista de sus obras más populares: ‘No son dádivas: es justicia’, dijo.

Hubo un énfasis muy particular, cuando se refirió de nueva cuenta a que ‘desde Madero nunca se había atacado tanto a un presidente como a él, en este gobierno’. El tema es que percibe como ataques la crítica a su gobierno y repudia que no se esté de acuerdo con él en todas sus decisiones. ‘Quieren –dijo- que cambiemos modelos económicos y formas de gobierno, como se hacía antes, pero eso no ocurrirá’.

El mismo Presidente ha ocupado espacios importantes de sus Mañaneras para denostar a la prensa que no le es proclive, la cual le dice cómo se ven las cosas desde otras perspectivas, la que señala errores u omisiones y que aporta soluciones distintas.

Las consecuencias para muchos de estos periodistas ha sido o el ‘sospechoso’ despido de sus fuentes de trabajo o la feroz persecución mediática con mecanismos de defensa oficial; o el no de contratos de gobierno, que son eso, contratos legales, como ocurrió reciente a la revista Nexos. Y vuelta al pasado con el supuesto: “No pago para que me peguen”. ‘Sí, para que me aplaudan’ es lo de hoy.

En general, en México, no se quiere que se cometan los graves errores de gobiernos pasados como el muy corrupto gobierno de Enrique Peña Nieto (PRI) y el desbordado y deshilvanado de Felipe Calderón (PAN) o el del envalentonado y muy mal gobierno de Vicente Fox (PAN). 

Pero, precisamente para acabar con esos errores el presidente Andrés Manuel López Obrador ganó las elecciones de 2018 bajo el compromiso de solucionar a corto plazo esos mismos grandes problemas nacionales, perseguir la corrupción, la impunidad, el saqueo y la inseguridad. Casa-comida y sustento para todos. Eso prometió. Y se presentó como un gobierno de izquierda, aunque hoy sabemos que no es de izquierda el nuevo gobierno, apoyado en modelos neoliberales un día sí, y otro también.

El presidente insistió en su II Informe de gobierno en sus políticas sociales. Reiteró apoyos a los jóvenes que ‘no son Ninis’ sino estudiantes y que en cada familia pobre de México por lo menos hay un ingreso del erario público para su sustento...

Quiso justificar su viaje a Estados Unidos para apoyar en la campaña republicana de Donald J. Trump (un gobierno de izquierda que apoya a uno de derecha) al decir que acudió ahí por la reciente aprobación del TMEC y festejó que ahí mismo el presidente de Estados Unidos felicitó a los mexicanos que viven en EUA de manera legal...

Al momento, los indicadores marcan al Partido Demócrata como triunfador en las elecciones de noviembre allá, así que AMLO tendrá que hacer un enorme trabajo diplomático para quitar el enojo que Joe Biden, el candidato Demócrata, expresó el mismo día de la visita a Washington.

Dice que no hay problema con los empresarios y puso como ejemplo de solidaridad de los concesionarios de televisaras y multimedios que están apoyando el proceso educativo emergente en México. Pero esto no es tan así. A estos los necesita por el apoyo mediático que ya le brindan. A lo largo de su gestión ha habido acusaciones y descalificaciones y hoy la inversión de capital es prácticamente nula, tanto nacional como internacional.

Destacó un incremento en las remesas de trabajadores mexicanos en Estados Unidos, pese a la pandemia. El problema es que en mucho ellos se tuvieron que ir por falta de oportunidades aquí, las mismas que siguen sin brindárseles y, por su parte, sin recibir el apoyo del gobierno mexicano cuando tienen que enfrentar persecuciones del gobierno de Donald J. Trump, que son frecuentes.

“Ya pasó lo peor y ahora vamos para arriba” dijo el Presidente en su informe. ¿En verdad ya pasó lo peor? ¿Vamos para arriba? ¿Y cuándo, dónde y cómo vamos a aterrizar?

En todo caso fue un II Informe sui generis por las condiciones en las que se encuentra el país. Y también un II Informe francamente desangelado, sin novedades en el frente, sin ningún asidero para ver que en verdad las cosas habrán de cambiar para bien de todos y que nuestro gobierno es el gobierno de todos los mexicanos y no sólo de aquellos que reciben “la justicia” mensual.

Habrá más informes –a la fecha lleva once-. Ojalá en los que siguen, todos juntos, podamos cantar victoria, sin polarizaciones, sin amenazas, sin confrontaciones; un gobierno de izquierda de verdad, y sí con mucho trabajo y mucho de qué presumir en todas las casas-hogares de nuestro país. ¿Será?... Faltan poco más de cuatro años.