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Recuento de un año: “¿Sabotaje legal?”

Más incertidumbres que certezas. | Joel Hernández Santiago

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Escrito en OPINIÓN el

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, aprovechó el momento, con la multitud ahí y a los medios de comunicación nacionales para mostrar su enojo.

...Fueron varios momentos en los que desde el Zócalo, este 1º de julio, se refirió a sus adversarios; a los enemigos de la Cuarta Transformación, a quienes le ponen piedras en el camino, y tal. Pero en particular endureció la forma y el tono cuando se refirió a que ‘a más tardar este mismo mes’ se iniciarán los trabajos del aeropuerto “General Felipe Ángeles, en la base aérea de Santa Lucía”:

“Se ha demorado el inicio de esta obra porque nuestros adversarios quieren detenerla con una lluvia de amparos y estamos siendo cuidadosos en el proceso de autorización del estudio de impacto ambiental, con el propósito de no darles ningún pretexto para que continúen esas campañas de sabotaje legal”, enfatizó.

¿Qué quiere decir el presidente con “sabotaje legal”? ¿Es sabotaje o es un procedimiento legal? ¿Y si es legal entonces en dónde está el sabotaje? ¿El querer que se detenga una obra que puede tener aristas e impacto ambiental y social, aun no resueltos pero que, a pesar de todo, se intenta construir? ¿Usar mecanismos legales para detener una obra cuya seguridad es primordial, así como la resolución de conflictos con los municipios colindantes es sabotaje? ¿Es complot?

Quizá sería bueno preguntarle al Poder Judicial si es cómplice de un complot al otorgar los amparos hasta hoy concedidos, o si está en ley; porque, en todo caso, entramos al gran dilema que planteó hace tiempo el mismo presidente: ¿Qué es primero, la ley o la justicia? Y si la ley es después de la justicia, entonces ¿es justo construir ese aeropuerto en Santa Lucía? Y si es así: ¿por qué tantos contratiempos no resueltos por ellos mismos en tanto las exigencias legales?

El jefe del Ejecutivo respondió así a la carta que envió la Barra Mexicana de Abogados (BMA) el 16 de junio a la Presidencia de la República, pidiendo que se respete la división de poderes, el Estado de derecho y que no se “mediaticen” los amparos en contra del aeropuerto.

Dijo: “Ahora que mencioné que había amparos salió una asociación de abogados diciendo que no se podía hablar del asunto, hago uso de mi derecho de manifestación” (...)  Ni modo que me vayan a callar, que ya no voy a poder hablar. Entre más me impidan hablar voy a ser más claro...”.

Digamos que este fue uno de los momentos en los que el presidente de México puso énfasis en su discurso, aunque garantizó que esto estará solucionado este mismo mes.

En todo caso lo del lunes 1 de julio fue la celebración al año de haber obtenido el triunfo electoral. El presidente hizo un recuento de trabajo de su gobierno; de los avances de la Cuarta Transformación; de los logros y afianzó su relatoría con un final triunfante: ‘Ningún otro gobierno ha logrado en tan poco tiempo lo que este ha hecho en este lapso de siete meses’.

Y es que frente a la multitud que se congregó en el Zócalo de la capital del país, él estaba en su propio ámbito, en ese espacio en el que mejor se siente, frente a la gente que –en este caso– provenía de gran parte del país y que felicitaba cada dicho y afirmación del mandatario.

Habló del tema educativo y destacó las becas otorgadas, el ya funcionamiento de 83 universidades públicas en el país; becas para 200 mil niños que estaban en estancias infantiles entregadas de forma directa y así: una lluvia de entregas directas de recursos por distintos motivos a la población nacional ‘menos favorecida’, a la que ‘antes’ nadie tomaba en cuenta...

Y así en 84 minutos desgranó sus logros como gobierno y sus logros personales como mandatario. Y cuando sabe que la contracorriente muestra inconformidad con algunas de sus medidas, siempre encontró el argumento para contrarrestarlas.

Digamos que fue una arenga más que un discurso; un recuento de hechos más que un informe formal, detallado y con resultados concretos. La mayoría de lo dicho ese día se remite a la forma en que ha solucionado –de forma directa- los problemas de corrupción e intermediación entre gobierno y ‘pueblo’. Y digamos que le ha funcionado en tanto popularidad... De su gabinete nada: excepto su defensa de Gertz Manero.

Recientes encuestas dicen que mantiene una aceptación grande entre la población nacional. Está bien. Es una forma de explicar su fortaleza. Pero también es una forma de mostrar la debilidad o inexistencia de una oposición política. Por supuesto habría que verificar la certeza de estas encuestas. ¿Quién verifica a las casas encuestadoras y sus metodologías y resultados?

Pero sobre todo lo que ocurrió ahí fue una exaltación del poder del pueblo para participar en el gobierno. Insistió en que él recibe órdenes de ‘sus asesores’ que son ‘el pueblo’. Lo que lo aproxima ciertamente a ese populismo con el que se le ha clasificado dentro y fuera del país.

Y más: hubo ahí, en su discurso, un arrebato nacionalista y que todo lo que hace es por México. Herederos de los grandes héroes nacionales que lucharon para conseguir este momento de justicia social, dijo. Y enalteció los valores de México y de que juntos –no reiteró aquello de la Unidad Nacional–, que juntos ‘habremos de consolidar la Cuarta Transformación: no hay marcha atrás”...

Lo que sigue es verificar si lo dicho ahí es verdad en términos de cumplimientos ciertos y puntuales, y si en el camino no ha habido ‘daños colaterales’ como los que se presumen en algunas de las aristas que están ahí, a la vista, por toma de decisiones a las que se acusa de improvisadas y a contracorriente legal.

Andrés Manuel López Obrador ha gobernado al país por un año, desde aquel 2 de julio cuando comenzó a tomar decisiones ejecutivas, aun cuando era Presidente Electo sin facultades constitucionales, pero a la vista de la ausencia del presidente Peña Nieto que tiró la toalla inmediato, López Obrador comenzó a ejercer el poder presidencial...

Ya estamos a un año de entonces y a siete meses de que tomó posesión. Nadie con dos dedos de frente podrá estar en desacuerdo con su propuesta de cambiar las cosas en México: hacia un país de justicia social, de igualdad, de no corrupción ni impunidad, de seguridad y el todo cumplido para todos los mexicanos... En esto siempre estaremos de acuerdo...

Pero en la manera de mover el pozole se conoce al que sabe cómo hacerlo. Y en esas estamos todavía en México, con más incertidumbres que certezas y con más ganas de que las cosas salgan bien para todos aquí, dentro de la ley, la justicia y el respeto a los derechos de cada uno de los mexicanos.