Main logo

¿Quién entiende al pueblo?

El uso retórico de ‘pueblo’ es común al hablar de política. Se acude a él para hacer suponer que hay una multitud de personas validando lo dicho. | Carlos Gastélum

Por
Escrito en OPINIÓN el

Cuando un político usa la palabra ‘pueblo’, ¿qué se le viene a la mente? Seguido escuchamos el pueblo esto, el pueblo lo otro. La tarea es más complicada cuando se le cuelgan adjetivos o voluntades como: ‘es la decisión del pueblo’ o  ‘el pueblo sabio’. ¿De quién están hablando?

Según la Real Academia Española, la palabra tiene cinco definiciones: 1. Ciudad o villa. 2. Población de menor categoría. 3. Conjunto de personas de un lugar, región o país. 4. Gente común y humilde de una población. 5. País con gobierno independiente. Algunas de ellas son claras; otras no tanto cuando la palabra se vuelve munición de la retórica política. A manera de ejercicio tomemos como referencia la conferencia matutina. 

En ese espacio, ‘pueblo’ aparece de entre diez a veinticinco veces cada mañana. Su uso cae, en veces, dentro de alguna de las cinco definiciones: (1) ‘Envío un saludo al pueblo de Zacapoaxtla’; (2) ‘Hay personas que viven en zonas rurales … en pueblos’; (3) ‘Se va a vacunar a todo el pueblo de México’; (4) ‘¿Cómo me van a calificar?... no con la macroeconomía… sino lo que tiene que ver con el pueblo, la tortilla y el frijol, y el pan’; (5) ‘Tenemos relaciones históricas … con el pueblo estadounidense’. 

Si bien esas afirmaciones dejan poco espacio a la duda, luego saltan usos distintos que hacen levantar más de una ceja. ¿Cómo interpretar algo como ‘no se tomaba en cuenta al pueblo’ o ‘no vamos  a permitir que se envenene a nuestro pueblo’? Revisando más a detalle, aparecen categorías que parecieran complementarse o confrontarse entre sí: 

Un pueblo en riesgo. ‘Evitar que en las crisis sufra nuestro pueblo, que se siga empobreciendo.’ ‘¿Cómo se le va a estar dando siempre a los de arriba y no apoyar al pueblo?

Un pueblo audaz. ‘Un pueblo completamente despierto, politizado, consciente’. ‘Si no fuese por el pueblo, no se avanzaría’. ‘Al pueblo se le engaña una vez, dos veces, pero no se le puede engañar toda la vida’.

Un pueblo que delega. ‘Somos administradores del dinero del pueblo’. ‘Nuestro papel de defender los intereses del pueblo’.

Un pueblo que sabe. ‘El pueblo es sabio, es un pueblo con un instinto certero, sabe lo que está sucediendo’. ‘Hay que dejarle al pueblo que decida y tenerle confianza al pueblo’.

Un pueblo que no sabe. ‘Esto no lo sabía la gente, no lo sabía el pueblo’. ‘Voy a estar informándole al pueblo de lo que no sabe’.

Y todo esto fue, apenas, en la última semana. 

El uso retórico de ‘pueblo’ es común al hablar de política. Se acude a él para hacer suponer que hay una multitud de personas detrás que validan lo dicho en la plaza pública. A días de iniciar las campañas federales, personajes de todo tipo afirman que ‘el pueblo’ está con ellos. Lo dice tanto la oposición asegurando que ‘el pueblo no es tonto’ o que ‘el pueblo despierta’, como un connotado legislador morenista señalando que el próximo seis de junio ‘el pueblo dará su veredicto’. 

Pareciera que nadie conoce mejor eso que llamamos pueblo que los políticos que lo insertan en sus palabras. Sería buena idea preguntarles a cuál se refieren cuando lo mencionan.