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Que no prescriban los delitos sexuales contra la niñez

Es necesario que delitos como la pederastia, la violación y el abuso sexual infantil no prescriban para que se puedan denunciar. | Agustín Castilla

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Escrito en OPINIÓN el

En tiempos en que seguimos atravesando por una severa crisis de inseguridad en que la delincuencia impone su ley a sangre y fuego en nuestro país acaparando nuestra atención, hemos perdido de vista que cada día se comete una de las peores formas de violencia por sus implicaciones tanto personales como sociales, la de índole sexual contra los más indefensos; ya que no sólo atenta contra su integridad, sino que vulnera lo más íntimo de su ser. Sin embargo, es difícil dimensionar su recurrencia al tratarse de delitos considerados como silenciosos pues en la mayoría de los casos se presentan en los entornos más cercanos a las víctimas, lo que provoca que generalmente se mantengan ocultos.

Aunque no se cuenta con datos concretos, algunas organizaciones como ADIVAC estiman que cerca de 5 millones padecen violencia sexual infantil, mientras que la encuesta de cohesión social para la prevención de la violencia y la delincuencia del INEGI (ecopred) arroja que de cada 100 mil niñas, niños y adolescentes, 1,764 han sido víctimas de violación y 5,089 de tocamientos y manoseos ofensivos. Otros estudios apuntan a que aproximadamente el 90% de las agresiones sexuales contra menores de edad provienen de personas cercanas, y de éstas, entre el 60 y el 80% son perpetradas por familiares, en tanto que la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV) afirma que sólo se denuncia el 6% de los casos.

La falta de denuncia y de castigo para el victimario es sumamente grave, sobre todo si se toma en cuenta que un pederasta no actúa una sola vez ni contra una misma víctima, pero también lo es que éstas no reciben la atención adecuada enfrentando sus consecuencias toda la vida. Un estudio de la Organización Mundial de la Salud concluye que el impacto del abuso sexual infantil explica aproximadamente 6% de los casos de depresión; 6% de los casos de abuso/dependencia de alcohol y drogas; 8% de los intentos de suicidio; 10% de los casos de trastorno de estrés postraumático; que siguen teniendo importantes efectos 30,40 o 50 años después, y pueden contribuir a algunas de las principales causas de enfermedad, discapacidad y muerte.

Las consecuencias para quienes han sido víctimas de violencia sexual en su infancia son permanentes y muy profundas, lo que dificulta que puedan tomar conciencia, comprender lo que sucedió, aceptarlo y decidirse a denunciar, sobre todo cuando los perpetradores tienen sobre ellos una relación de afecto o ascendencia moral.

Entre las razones por las que una víctima suele contar lo que le pasó hasta mucho tiempo después, la doctora Carmen Beltrán, especialista del Hospital Psiquiátrico Infantil identifica las siguientes: los agresores son personas cercanas por lo que prefieren guardar silencio para no afectar su entorno familiar; hay una relación de poder sobre las víctimas; no siempre comprenden que se trató de un abuso sexual; muchas no recuerdan lo ocurrido como un mecanismo de defensa; no saben a quien recurrir pues fue traicionada su confianza; para evitar que las estigmaticen, y porque sienten que el sistema de justicia no las ayudará.

No podemos permanecer indiferentes ante el dolor de las víctimas y permitir que se siga imponiendo el silencio que se convierte en el principal aliado de los pederastas para actuar impunemente destruyendo la confianza, los sueños, la vida de nuestra niñez. Por ello es necesario que se honren los compromisos asumidos por el Senado en el marco del foro sobre violencia sexual infantil -que acertadamente organizó la comisión de derechos de la niñez y la adolescencia-, y que delitos como la pederastia, la violación y el abuso sexual infantil no prescriban para que puedan denunciar sin importar el tiempo que haya transcurrido como sucede ya en otros países.