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Pederastia clerical. Una sentencia histórica

Los crímenes de pederastia clerical quedan impunes: se cuestiona y se acusa a la víctima... Todo el poder de la jerarquía católica protege a los verdugos

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Escrito en OPINIÓN el

Chuchito, ¿no quieres ser monaguillo?

 “Qué desgracia cuando una sociedad lleva a un conjunto de víctimas, en este caso de abuso sexual, a tenerlo que explicitar a los cuatro vientos en la prensa, es una de las cosas más dolorosas para los propios abusados y por eso se tardan años, porque es la vergüenza que sienten, vergüenza que no debería ser, pero es lo que sienten por no haber podido decir que no, por no haber puesto un límite, eso es lo que escuchamos los psicoanalistas cuando trabajamos el terrible dolor y por qué tardan tanto tiempo en hablar”. Fernando González (psicoanalista), en entrevista con Carmen Aristegui.

Jesús Romero Colín tenía solo once años. El abismo se abrió con una invitación: acompañar al sacerdote Carlos López Valdés en las labores de la iglesia. Sus padres accedieron gustosos. ¿Acaso los sacerdotes no son “santos varones”? También podía hacer sus tareas en casa del sacerdote, ver televisión, jugar. ¿Quizá encontraría su vocación? El sacerdote comenzó a acercarse a la familia, a ganarse su confianza, a ofrecerles un lugar privilegiado hacia adentro de la comunidad: eran los elegidos por el “padrecito” para honrarlos comiendo en su casa los fines de semana.

Jesús, con su carita encantadora, encabezaba la procesión en su entrada a la iglesia.

Luego llegaba yo a verlo a ver qué estaba haciendo y estaba en el escritorio del padre, y ay, decía yo, mi hijo ya es importante, tan chiquito

Dijo la madre.

La oportunidad de un mejor futuro para su hijo. Más tarde, Carlos López comenzó a invitarlo a su casa de campo en Jiutepec, Morelos. Con alberca y un gran jardín. Una no puede dejar de preguntarse: de dónde obtiene dinero el sacerdote de una parroquia en un país como México, para comprarse una casa de campo así. De los –en la mayoría de los casos– muy humildes bolsillos de sus feligreses.

Está claro  que “los votos”: pobreza y castidad, no eran la preocupación fundamental del “padrecito”. Pero tampoco lo eran las relaciones adultas y consensuadas. Utilizó su poder, esa figura paterna que representaba, para abusar por años de un niño en total imposibilidad de oponérsele. Y que no ha sido el único.

Quiero que sepa que sí me hizo daño y también quiero que sepa que sí lo quise mucho y también quiero que sepa que no lo voy a perdonar nunca

Un sacerdote con “problemas afectivos”, algo así se llama hacia adentro del “Programa Génesis”, fundado por el Obispo Marcelino Hernández Rodríguez, quien nos deja claro durante su entrevista en el Documental Agnus Dei, que nada es tan grave. ¿Cómo les diré? “Manoseos. Tocamientos”.

No está buscando el sacerdote que lleguen, en los casos que yo conozco y he conocido, a la penetración de los niños… el caso de un padre mexicano que estaba en Italia trabajando y los niños en un barrio muy pesado, se metieron a su casa, él viendo televisión, los dejaba que jugaran ahí con él, jueguitos, de diferentes jueguitos porque: hijos de prostitutas, hijos de familias muy desintegradas, muy aventados los niños y chicos. Los dejó jugar con él. ¡Oh, pues, así: como condeciéndoles. El superior lo saca de ahí y lo trae a México, entra al programa, se le deja trabajar, limitado, muy bien que lo hace, sin recaídas, sin ansiedad, nada, llega la Interpol: al reclusorio oriente. No lo he vuelto a ver, yo creo que me partiría el alma, ¿por qué? Porque hubo características que en cierta forma, acá por lo menos (se señala la cabeza) a uno le hacen atenuar la culpabilidad”.

El párrafo anterior no tiene desperdicio. Un pobrecito sacerdote compasivo acoge generosamente en su hogar a una banda de “barrio muy pesado”, acá ya pueden desfilar todo tipo de fantasmagorías. Pero además: “hijos de prostitutas, de familias muy desintegradas”.

¿Qué se podría esperar de esos menores marcados de entrada, hijos de “pecadores”?  Cada vez, culpabilizar a las víctimas. El sacerdote generoso y noble los dejó: “jugar con él”. Algo así como que complació a esos menores perversos y hasta se sacrificó entregándoles a unos niños su cuerpo de hombre adulto. Su caso le “parte el alma” al señor Obispo. Tampoco –según declara en el documental– fue tan grave lo que Carlos López impuso por años a un menor (o los menores), confiados a su cuidado. ¿Las fotografías denudos? ¡Es que había una alberca!

También a Norberto Rivera y al Papa Francisco Bergoglio se les partió el alma, (Bergoglio escribió una carta en 2013 solicitándole perdón a Jesús), solo que guardan sus emociones con respecto a la brutalidad de la depredación sexual, hacia adentro de los Tribunales Eclesiásticos.      

Lee también: El caso de Jesús Romero Colín 

El depredador sexual y su víctima

 

Tomo la conversación (también), del excelente documental Agnus Dei, dirigido en 2010 por Alejandra Sánchez (Directora de Bajo Juárez).

Jesús tuvo que esperar seis años más (protección de la Arquidiócesis al cura pederasta,  banalización de la gravedad de los hechos, expedientes que se extravían…) para que comenzara a hacerse justicia. Carlos López Valdez fue detenido en el mes de agosto de 2016 (en prisión preventiva), acusado de corrupción de menores y violación equiparada y agravada. “Reposaba” en su casa de campo, al parecer sin exceso de penurias. Estos momentos documentados por Jesús y Alejandra, en el que la víctima enfrenta a su victimario, son una puerta al aprendizaje del horror que puede sembrar una personalidad perversa… sin jamás dar acuse de recibo del daño causado.        

La desesperación de la víctima por escuchar, intentar entender, recibir algo que pudiera parecerse a una disculpa por parte del victimario. ¿Por qué? La inmensa frialdad del perverso del otro lado. “Aquí no ha pasado nada. Y si pasó: fue por tu culpa”.

Ojalá se den el tiempo de mirar, escuchar y analizar el video. Mientras tanto, transcribo esas palabras insertas en el delirio de poder absoluto por un lado y, por el otro, en un dolor antiguo y presente que busca resarcimiento y sanación.

Jesús Romero Colín – Quiero que me explique qué fue lo que pasó, ¿Por qué se dieron las cosas así? ¿Por qué no fue diferente? Cuando lo conocí todo para mí fue maravilloso y lo empecé a querer muchísimo, como una figura paterna, pero cuando abusó de mí, vino toda la confusión, quiero y siempre he querido que se de cuenta… en realidad a mí me jodió toda mi vida, padre. Y yo a usted lo único que hice fue amarlo con locura. ¿Por qué lo hace? Quiero querer entenderlo. ¿Por qué hace eso? ¿Por qué me hizo eso y por qué le hizo eso a todos los demás?

Sacerdote Carlos López – Ya te dije, Jesús, no puedo dar explicaciones, se fue dando simplemente así. Fue quizá un exceso, si tú quieres, de cariño o lo que sea. A veces no vemos hacia el futuro lo que pueda pasar.

Jesús Romero Colín – Pero, ¿cómo es posible que pueda separar una cosa de la otra?

Sacerdote Carlos López ¿Separar qué?

Jesús Romero Colín – La sexualidad con la otra vida, con la normal.

Sacerdote Carlos López Tú eres psicólogo.

Jesús Romero Colín No soy psicólogo, apenas voy a entrar a la escuela.

Sacerdote Carlos López Al menos desde el día que yo te conocí, tú sabes percibir las cosas, precisamente por eso quieres estudiar psicología, es una visión sobre la conducta, el comportamiento, las actitudes de los demás, que eso, no todo mundo lo tiene.

Jesús Romero Colín Pero yo no podía resolver en ese asunto si era algo que yo había vivido desde niño.

Sacerdote Carlos López No podías porque estabas involucrado desde eso, tendrías que verlo desde afuera en ese sentido, para darle una solución a eso.

Jesús Romero Colín Pero es como decirme que yo le explique lo que usted me hizo a mí. Yo no se lo hice a usted. (Silencio). Yo lo que siempre intenté fue hacerle ver eso. ¿Qué no se daba cuenta padre? En realidad usted está haciendo mal, por ejemplo a ese chavillo le está haciendo mal, a Álvaro le hizo mal, Álvaro no es un ser pleno. Usted llegó como un padre. ¿Tu papá te coge? No es normal. Usted sabe que yo revisaba, leía los mensajes. “Javier, ¿te vas a venir a bañar hoy igual que ayer?” “Sí, papi. Te quiero mucho”. Porque él en realidad no llegó buscando en usted una pareja, llegó buscando un padre, porque a él le falta su papá. Y todo lo que yo llegué a ver de mensajes que le mandaba eran totalmente paternales hacia usted. Y usted abusó de eso también. Y lo sabe perfectamente. Hizo algo que me pasó a mí también… Mi vida totalmente hecha un desmadre. Porque me robó mi infancia padre, me empujó a vivir algo que no tenía que vivir en ese momento

Largo silencio.

Hoy Jesús Romero Colín tiene 33 años, es psicólogo, ha hecho un largo trabajo psicoanalítico, fundó y dirige una asociación de apoyo y defensa para las víctimas de abuso sexual. Carlos López fue condenado a 62 años de prisión que se redujeron a 40. Tiene setenta años. Pudo llegar hasta esa edad sin que la justicia lo alcanzara.

En la mayoría de los casos de pederastia clerical los crímenes quedan impunes: se cuestiona y se acusa a la víctima y a sus familias, todo el poder de la jerarquía católica protege a los verdugos.

Cuando le preguntaron a Alejandra Sánchez cómo había tomado la decisión de incluir fotografías del “álbum” del sacerdote en el documental, respondió: 

Esa imagen de un hombre grande que es el sacerdote, con un torso y una espalda muy grandes, contra la fragilidad del cuerpo de un niño de no más de quince años, me parecía absolutamente contundente en términos de abuso de poder

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