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Oportunidad para salvar a la Megalópolis

Se han alineado los astros del nuevo mapa de poder político | Leonardo Martínez Flores

Por
Escrito en OPINIÓN el

Políticas públicas

El terremoto político causado por el proceso electoral del fin de semana abrió, súbita e insospechadamente, un caudal de nuevas oportunidades para reorganizar la vida económica y social de millones de habitantes en este país.

Pienso de entrada en la fuerza que, para bien o para mal, le darán al nuevo presidente de la República las mayorías obtenidas por su coalición en el Congreso de la Unión y en muchos congresos locales. El poder que esta red de apoyos incondicionales y con pocos contrapesos le dará al ganador de estas elecciones, le permitirá realizar cambios a la Constitución e incidir en las políticas públicas de muchas entidades federativas, aún en aquellas en las que los gobernadores pertenecen a otros partidos políticos distintos de Morena.

Si pensamos positivamente y nos imaginamos que el nuevo presidente pueda hacer uso de todo ese poder con una visión de estadista, el potencial de transformación de la vida pública en México es enorme.

Debido a gustos y querencias académicas, en lo personal un caso que me parece singular en este nuevo contexto es el de la megalópolis del centro del país. Un enorme crisol de actividades frenéticas en el que se mezclan cotidianamente millones de personas y vehículos, yendo apresuradamente de millones de orígenes a millones de destinos, consumiendo enormes cantidades de agua, recursos varios y energía, y generando también inmensas cantidades de residuos y contaminantes de todo tipo.

Megalópolis

Como lo he mencionado en otras ocasiones, este macrosistema funciona con muy bajas eficiencias y genera enormes costos sociales y ambientales porque nunca ha habido una planeación territorial con visión ecosistémica que vincule los diferentes tipos de desarrollo con criterios de eficiencia y de economía circular. Hasta ahora, la planeación de los diferentes tipos de desarrollo en la región, ya sea económico, urbano o social, ha sido el resultado de la suma de pequeñas visiones localistas que no ven más allá de los límites geográficos de su demarcación.

Esa atomización anárquica de las facultades de planeación y operación de procesos cruciales como el transporte y el desarrollo urbano genera ciudades y regiones desordenadas y altamente ineficientes. El resultado se manifiesta de muchas maneras: castigando severamente la productividad de las personas y de las empresas, reduciendo la competitividad del país y generando importantes costos sociales, como son los altos niveles de contaminación y toda una variedad de impactos negativos sobre la salud de la población.

Es cierto que el caso de la megalópolis del centro del país es particularmente complejo, pues son muchas las jurisdicciones que tienen parte de responsabilidad en la planeación del desarrollo de la región. Sin embargo, el nuevo mapa de poder político abre una oportunidad única para crear las condiciones que mejoren el desempeño de la región.

Planeación y desarrollo

Pienso por ejemplo en las posibilidades de coordinación entre gobiernos que se abren con la nueva correlación de fuerzas políticas en los congresos estatales y en los ayuntamientos de la región. Esta nueva red de aliados del gobierno federal permitiría integrar una sola visión de la planeación del desarrollo, alineando las políticas públicas locales bajo los mismos criterios de eficiencia megalopolitana.

En cuanto a la arquitectura jurídica e institucional que se requiere para coordinar el desarrollo de la región, hay varias opciones. Una, por ejemplo, es la creación de una comisión constitucionalmente autónoma que tutele los temas de desarrollo urbano, medio ambiente y transporte.

En este contexto, la Ciudad de México juega un papel crucial. Si logra coordinar y alinear sus esfuerzos de planeación con los de las otras entidades de la megalópolis, habrá dado un paso en la dirección correcta para mejorar aspectos críticos como los de la movilidad y la contaminación atmosférica.

Se han alineado los astros del nuevo mapa de poder político para alcanzar este tipo de fines. Esperemos que la oportunidad pueda ser aprovechada.  

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