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¡Nada salvará al INE, pronto será de AMLO!

130 millones de mexicanos estamos en manos de las decisiones, las ocurrencias, las venganzas y rencores de un solo hombre. | Ricardo Alemán

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Escrito en OPINIÓN el

Siguen cayendo, una a una, las piezas del andamiaje que hizo posible la democracia mexicana, el sistema de contrapesos, la división de poderes y las elecciones limpias y creíbles.

Hasta hoy han caído en manos del presidente los poderes Legislativo y Judicial; casi todos los órganos autónomos fundamentales –como la CNDH y la CRE–; los partidos opositores, la Judicatura Federal, los gobiernos estatales, a través de los “Súper delegados”, y hasta cayeron bajo control presidencial no pocos medios y espacios digitales.

Sólo falta que el presidente López Obrador consiga capturar al INE, para regresar a los tiempos de un solo hombre, del partido hegemónico y, sobre todo, para regresar a la llamada dictadura perfecta, de los presidentes todopoderosos, intocables, represores y hasta criminales.

Y para lograr ese objetivo, el presidente debió destruir casi todo el andamiaje democrático que, paradójicamente, hizo posible que López Obrador llegara al poder.

Pero para entender la perversa destrucción de la democracia, que lleva a cabo López Obrador, debemos acudir a la siguiente metáfora.

Resulta que por décadas, los mexicanos construimos una escalera que permitiría subir a la alternancia en el poder mediante reglas claras, confiables, equitativas y, sobre todo, sin la intromisión del poder presidencial.

Gracias a esa escalera, en 1997 Cuauhtémoc Cárdenas llegó al poder en el entonces Distrito Federal. Gracias a esas reglas, Vicente Fox echó del poder al PRI en el año 2000. Gracias a esos peldaños, Felipe Calderón se alzó con la victoria presidencial en el año 2006 y gracias a ese andamiaje el PRI regresó al poder en el año 2012.

Pero lo más importante es que gracias a esa escalera democrática, en julio de 2018, subió a la presidencia el eterno candidato, López Obrador, en medio de una elección ejemplar que le dio una impensable legitimidad.

Lo trágico, la paradoja, es que una vez que López Obrador llegó al poder; una vez que logró la cúspide presidencial –a través de la escalera de la alternancia, las reglas claras, confiables, equitativas y sin la intromisión presidencial–, resulta que López Obrador se ha propuesto destruir la escalera que él mismo utilizó para que, de ahora en adelante, nadie más pueda subir al poder, si no es bajo su control absoluto.

¿No es eso una traición democrática; un golpe de Estado?

En pocas palabras, López Obrador utilizó la escalera que todos los mexicanos construimos para garantizar elecciones limpias y creíbles y, una vez en la cúspide, pretende destruir esa escalera y regresar a los tiempos de la incivilidad política, la barbarie y el control vertical y autoritario.

¿Y por qué decimos que ya nada salvará al INE de caer en las garras de la destrucción democrática llamada López Obrador?

La respuesta es elemental; porque antes de avanzar contra el INE, López Obrador y su gobierno diseñaron y operaron la captura de buena parte del control del Estado.

Por ejemplo, todos saben que Obrador es, además de dueño del Poder Ejecutivo, propietario de los poderes Legislativo y Judicial.

Es decir, el presidente ya colonizó y sometió al Congreso Federal y a las cámaras, de diputados y senadores, además de que tiene el control total de por lo menos una veintena de congresos locales. Con ese control puede modificar la Constitución a su antojo, sin oposición alguna.

Si un mexicano busca la protección del Poder Judicial ante la eventual destrucción del INE, López Obrador también tiene controlada la Judicatura Federal y la Suprema Corte, por lo que nada prosperaría.

Si otro mexicano, por ejemplo, acusa de violación a los derechos humanos de los ciudadanos, por la destrucción del INE, nada hará la CNDH, ya que fue colonizada por una espuria e incondicional como Rosario Piedra.

¿Qué recursos le quedan a los mexicanos para salvar al INE?

Ningún recurso legal y menos institucional. ¿Por qué?

Porque, como ya se dijo, López Obrador se adueñó de todas las instituciones del Estado; porque han muerto todos los contrapesos; porque la oposición partidista fue domesticada en su totalidad y porque 130 millones de mexicanos estamos en manos de las decisiones, las ocurrencias, las venganzas y rencores de un solo hombre.

Y ese poder absoluto enloquece absolutamente y lleva a la dictadura, aquí y/o en China.

¿Lo dudan?

Al tiempo.