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Malabarismo

Una cosa es lo que se dice y otra lo que se hace. | Ricardo de la Peña

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Escrito en OPINIÓN el

Los juegos malabares son unas de las atracciones clásicas del circo. Y ya debiéramos estar acostumbrados a los malabarismos que forman parte esencial del estilo personal de gobernar de quien hoy ocupa el Ejecutivo federal mexicano, quien siempre busca manipular y ejecutar espectáculos con asuntos que gira, tergiversa, hace aparecer confusos y enredados, pero evitando en todo momento que se salgan de control.

Los festejos patrios

Fue así como la semana pasada pudimos ver cómo el gobernante empleaba una plaza vacía para regocijarse en gritar sentencias con sentido ideológico y para beneplácito propio y de su familia, sin reparar en lo esperable y lo deseado por la población en un día de fiesta nacional. ¿Por qué perder la oportunidad si puede y quiere? ¿Cuál sería la razón para constreñir su voluntad a dictados formales?

Al día siguiente volvió a regodearse en los reclamos al vecino del norte, un socio comercial, para que acabe con lo que llaman el “bloqueo” a una vecina Isla, que no pasa de un embargo por adeudos derivados de expropiaciones unilaterales que no han sido cubiertos hace décadas. ¿Qué pudiera pretender lograr este personaje del aparentemente doble discurso y complicado juego de colaboración con el socio norteamericano y de defensa simultánea a las que muchos consideramos dictaduras, pero que desde el poder se ven como gobiernos legítimos en América Latina?

Los malabares del poder

El gobernante entiende que se encuentra en un momento peculiar, donde el vecino norteño y socio de negocios requiere su apoyo para contener las oleadas migratorias que amenazan la ya de por sí deteriorada imagen de la nueva administración estadounidense. Escasa relevancia tiene para la potencia en este contexto las proclamas radicales a favor de gobiernos que le son cercanos no sólo ideológicamente, sino con intereses coincidentes y apoyos recíprocos en el pasado.

Es por ello que al mismo tiempo que contiene y suprime los intentos de incursión de centroamericanos y caribeños y mantiene un trato abierto y responsable con quién representa la mayor parte del comercio exterior del país, busca posicionarse como líder o al menos integrante de un bloque de países con gobiernos autoritarios, pero que se oponen a la persistencia del predominio en la política regional del “Imperio del Norte”.

Asumir una bandera discursiva acorde con la ideología dominante del grupo que hoy gobierna nuestra nación no implica una actuación donde se ponga en riesgo o se incumpla con las condiciones de quien domina realmente el escenario regional, quién impondrá las pautas de negociación y los espacios para actuar. Una cosa es lo que dice y otra lo que hace. Debiéramos estar ya acostumbrados.