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Los números van y vienen; pero ¿quién fue en realidad el ganador de la elección?

Dos grandes ganadores. | Fernando Díaz Naranjo

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Escrito en OPINIÓN el

Este proceso electoral ha sido considerado el más grande de nuestra historia por múltiples razones destacando los más de 20 mil cargos de elección popular que estuvieron en disputa en las 32 entidades federativas del país entre la elección federal y las locales; las acciones afirmativas implementadas que, aunque sea en una proporción menor, los partidos políticos (a nivel federal), tuvieron la obligación de registrar candidaturas de población indígena, personas migrantes, de la diversidad sexual, afromexicanas y con discapacidad.

Estas elecciones, también contaron con el mayor número de casillas instaladas, más de 162 mil, que fueron atendidas por más de 1 millón 400 mil funcionarios y funcionarias de casilla para recibir la votación de las mexicanas y mexicanos inscritos en las listas nominales que rebasó los 93 millones de registros.

Asimismo, en esta elección cuando menos a nivel federal, se contó con el concurso de 10 partidos políticos de donde se conformaron dos grandes alianzas electorales bajo la figura de coaliciones que constituyeron una auténtica competencia electoral. Así, por un lado, el PAN, el PRI y el PRD integraron la coalición “Va por México” y, por el otro lado, Morena, el PVEM y el PT conformaron la coalición “Juntos Hacemos Historia”.  Movimiento Ciudadano decidió ir sólo en esta competencia electoral y, los tres nuevos partidos, por disposición de la legislación electoral y al no poder coaligarse en su primera aparición fueron cada uno en lo individual.

En este sentido, e independientemente de la intensidad con que cerraron las campañas electorales llegamos al día de la jornada electoral del domingo pasado 6 de junio con múltiples escenarios, análisis y estudios prospectivos que predecían una elección competida y compleja.

Los resultados electorales han hablado por sí solos, han dejado muchos mensajes principalmente a los que participaron en la contienda electoral que debe llevar, obligadamente, a que realicen un estudio y un balance serio del significado de cada voto registrado, en cada distrito local y federal, en cada municipio, en cada entidad federativa y en cada alcaldía (para el caso de la Ciudad de México).

No obstante, desde hoy podemos decir que la elección tuvo dos grandes ganadores. Por un lado, la ciudadanía que participó activamente alcanzando un nivel de participación del 52.6%, la más copiosa para una elección intermedia desde el año 2000.

Las mujeres y hombres que con su decisión participaron mostraron que tienen claro el poder de su voto, saben de su fuerza y están conscientes de utilizarlo. Por ello, vimos en todo el país que la población en algunos lados ratificó su preferencia electoral, pero en otras, decidió cambiar de opción.

Esta madurez que ha alcanzado nuestra ciudadanía es digna de un sistema democrático y esto hay que resaltarlo. La elección es y la hizo suya la ciudadanía que con su voto decidió el rumbo de este país.

Por otro lado, el Instituto Nacional Electoral se erigió, una vez más, como el organismo referente de la organización y salvaguarda del ejercicio del voto, de su secrecía y como el auténtico árbitro de la contienda electoral.

Con lo demostrado por el INE, como comúnmente se le conoce, silenció a todos aquellos ataques que alzaron la voz para desaparecerlo; inclusive, hubo protagonistas que añoraron los antiguos tiempos de un sistema autoritario en donde las elecciones las organizaba el propio gobierno.

Esta elección tiene dos ganadores, la ciudadanía que ya dicto su veredicto y el INE que se consolida como una institución garante de nuestra democracia.