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Lo Kafkiano y el castillo… en pandemia

Decimos que algo es kafkiano cuando alguna situación ocurre constantemente en el absurdo. | Lena Alejandra Brena Ríos

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Escrito en OPINIÓN el

Un día, la señora L recibe una llamada de una institución de gobierno que llamaremos al Faro de luz y cultura, para comprarle un retrato al oleo titulado “La gente comiendo de los derechos humanos”. Le dicen que se interesan por su retrato y le dan el Manual del colmo porque se paga con recursos públicos, y obviamente hay que seguir procedimientos para no incurrir en problemas en la contratación.

La señora va juntando los requisitos del Manual, pero le empiezan a pedir otros que no le habían pedido cuando la contactaron. Por ejemplo, que no deba su coche o la renta y lo compruebe con un manifiesto de un manifiesto firmado por casera, financiera automotriz, etc. ¿Acaso dejaron de ser el Faro de luz de la cultura y ahora son una unidad de inteligencia financiera? Se pregunta la señora L. Pero como su pasatiempo es comer tres veces al día, entrega el retrato en la fecha que se lo piden y sigue su vida.

Un robot administrativo, modelo 3T le escribe: –“señora L, además de lo que dice el Manual, debe enviar urgentemente una carta de su banco, –donde repitan los datos de la cuenta bancaria donde me pagarán– y que escriban que usted es confiable, que no tiene deudas y debe ir sellado y firmado”.

La señora L, va al banco y ahí le dicen que ellos no hacen esas cartas, entonces, le dice al robot 3T: –“no me lo dan, que para eso tengo una copia del contrato con el banco, y les demuestra con una grabación, lo dicho por su gerente bancario”.

El robot 3T espera quizá que la señora L abandone el trato y se vaya, pero antes habrá que confundirla y hacerla sentir que el problema es ella, “eso es lo que nos pide la Dirección de administración del tesoro del faro de luz y cultura”, expresa el robot 3T. Además, a pesar de que lo solicitó, a la señora L no le dieron el oficio de los tesoreros del faro, que pudiera llevar al banco para sustentar legalmente la solicitud de la carta.

Asfixiada, consigue hablar con el jefe del robot, un modelo 4T, el más reciente, parece ser simpático y aparentemente más accesible y a él le dice: – “el robot 3T, me pide cosas que no puedo conseguir, y me exige como sí hubiera pagado por el Guernica de Picasso. Me llevo mi retrato, no me paguen por él”.

El jefe robot, 4T, le dice que no, e indica a sus subordinados los robots 3T, que resuelvan. No sucede nada, y los robots modelo 3T, hacen corto circuito y repiten frases interminables y fastidiosas de disculpas. Como si les pagaran por ver quién las dice con más ritmo y candor.

El robot 4T, después de regañar a sus subordinados, porque la señora L lo molesta y lo molesta, se queja y se queja con él, hace que den la solución que desde el principio le pudieron haber dado, esto es, el oficio dirigido al banco con el sustento legal, mismo que los robots 3T tenían, desde que le dieron el Manual del Colmo a la señora L. Sólo necesitaban entregarlo cuando lo pidió.

Coloquialmente, decimos que algo es kafkiano cuando alguna situación ocurre constantemente en el absurdo. La expresión “burocracia kafkiana” sirve para resumir la experiencia con una institución despersonalizada, que a su vez desposee a los individuos en ese interminable laberinto de la administración pública.

En El Proceso, de Kafka, el señor Josef K es detenido, no sabe quién lo acusa, de qué se le acusa. No tiene herramientas para enfrentarse al poder. Es sometido a un proceso judicial que lo oprime y lo sofoca. El señor Josef K no se rinde, pero la situación que expone en la novela es absurda.

En la obra El Castillo, del mismo autor checo, el personaje del agrimensor, el señor K es contratado para realizar un trabajo en el castillo, pero ni siquiera sabe qué trabajo es, llega como extranjero a la aldea nevada y es marginado porque quiere acercarse al castillo, tiene una alta expectativa de trabajar en ese castillo. Pero el castillo es una fortaleza impenetrable, con funcionarios que se sienten inalcanzables. El castillo de lejos, se ve majestuoso e imperial, como ningún otro, pero cuando se ve de cerca, luce deteriorado y en realidad no es un castillo, sino un conjunto de edificios, que bien pueden ser una fábrica de cerillos.

En ambas obras, Kafka revela dos formas sobre cómo nos relacionamos con las instituciones: nos esforzamos por huir de ellas o acercarnos a ellas para comprenderlas. El proceso, sin embargo, es tortuoso, porque todo alrededor de esas instituciones es irracional, es frustrante y absurdo, por eso es kafkiano.

Podemos ser tolerantes y pacientes porque hay funcionarios que tienen una curva de aprendizaje con capacidades diferentes, esa ignorancia los hace actuar para protegerse de sus grillas internas, a costa de los ciudadanos. Además, no todos nos encontramos o conocemos a un robot simpático y accesible modelo 4T o tendríamos que depender de encontrarlo para que la experiencia con la burocracia sea menos tortuosa. Eso pasaba con los robots 3T, no con los 4T.

El relato de la señora L, al que le faltaron detalles, sucede en la vida real, en plena pandemia, con el  Área de Ejes Transversales y Enlace Legislativo  de la Coordinación Ejecutiva de Asuntos Especiales y Asesoría Cultural de la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México, cuando pactaron un pago por una conferencia de derechos humanos e igualdad que impartió, con una lista inicial de requisitos que creció de forma escandalosa y con un proceso laberíntico cuando el camino era más bien recto, todo eso en el contexto de pandemia y siendo ella población  de riesgo.

*Lena Alejandra Brena Ríos. Dra. En Ciencias Políticas y Sociales, con Orientación en Ciencia Política, por el Posgrado de la UNAM de la FCPyS, es Maestra en Sociología Política por el Instituto Mora. Docente en las asignaturas de Sociología y Metodología de los Derechos Humanos y Análisis de Redes Sociales y Políticas, también imparte la asignatura de Feminismo Indígena y Afrodescendiente en la Facultad de Filosofía y Letras de las UNAM. Es tutora del Certificado en Crítica de los Derechos Humanos en el 17, Instituto de Estudios Críticos.