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Las mujeres sindicalistas de ese cajón abandonado

Las mujeres sindicalistas históricamente han sido marginadas de los mandos sindicales, y es una proporción mínima la cual ha podido abrir caminos. | Manuel Fuentes

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Escrito en OPINIÓN el

Enorme reto tienen las organizaciones sindicales para hacer efectiva la representación proporcional en razón de género para la integración de las directivas sindicales, como lo exige la reforma laboral del 1° de mayo de 2019. 

Las mujeres sindicalistas históricamente han sido marginadas de los mandos sindicales, y es una proporción mínima la cual ha podido abrir caminos. El problema no solo es la subsistencia del machismo, del poderoso hombre que opera como si fuera el centro del universo, sino además de la existencia de enormes problemas sociales que aquejan a la mujer.

Basta señalar que las mujeres se hacen cargo de cerca del 77 por ciento de todas las tareas domésticas no remuneradas. Representan el ejército mayoritario del trabajo informal, y en el asalariado alcanzan el 44 por ciento de participación laboral.

Las mujeres que participan en el mercado laboral no tienen acceso a un trabajo de tiempo completo; ellas se enfrentan, en proporción a los hombres, a las tasas de desempleo y subempleo más altas, como ocurre también en otros países, ganan en promedio menos que los hombres incluso al tener el mismo nivel de educación.

La fracción IX Bis del artículo 371 de la Ley Federal del Trabajo señala que los estatutos sindicales deben contener: 

“En la integración de las directivas sindicales se establecerá´ la representación proporcional en razón de género;”

A la fecha según la información de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS), 85.6% de los sindicatos a nivel federal han reformado sus estatutos y en el ámbito local 10%, sin embargo, habría que preguntarnos cuántos de ellos han cumplido con ese principio de proporcionalidad en razón de género. 

Según el boletín 127/2019 emitido por la STPS del total de organizaciones gremiales, únicamente 275 secretarias generales son mujeres (8.67%), mientras que dos mil 891 secretarios generales son hombres (91.33%). Lo cual se representa en la siguiente gráfica: 

Fuente: Elaboración propia

En el ámbito de las Federaciones sindicales, 493 secretarios generales son hombres (92.61%), mientras que tan solo hay 39 secretarias generales mujeres (7.39%), lo cual impacta de la siguiente manera: 

Fuente: Elaboración propia

Sin embargo, en el ámbito de las Confederaciones Sindicales que aglutinan federaciones y sindicatos en todo el país, sólo hay una secretaria general mujer (2.12%) mientras que son 46 secretarios generales hombres (97.88%). Expresado de esta forma: 

Fuente: Elaboración propia

Estos datos nos permiten observar que en los próximos años las renovaciones en el ámbito sindical tendrán que cuadruplicar sus esfuerzos, en las Federaciones deberá aumentarse seis veces, mientras que en el ámbito de las Confederaciones su crecimiento debe ser al menos de 40 veces a lo que actualmente existe, todo esto para lograr la proporcionalidad en razón de género.

El problema al que se han enfrentado actualmente los sindicatos de corte independiente, oficial y de cualquier otra tendencia, ha sido encontrar una tenaz resistencia para aceptar la proporcionalidad. Algunos aducen que en las directivas sindicales deben estar los mejores cuadros y no se debe tomar en cuenta en razón de género, mientras que otros señalan que la omisión de tener mayor número de mujeres ha significado su ocaso y debilitamiento.

El mayor problema es la resistencia de los sindicalistas varones a ceder puestos para ellas porque representaría reconocerles igualdad de derechos, lo que para muchos es una gran afrenta, pero también hay que reconocer que muchas mujeres no participan, no por falta de voluntad sino porque asumen una gran carga social que les impide una participación mayor. 

En los próximos meses y años con motivo de la reforma laboral, nos encontraremos con resistencias históricas a una mayor participación de las mujeres en el ámbito sindical cuando precisamente la presencia de ellas ha logrado una mejora en sus condiciones de trabajo y la reducción de las diferencias salariales que tienen con sus compañeros. 

Las mujeres deben salir de ese cajón donde las han abandonado por siglos y romper con atavismos culturales y de la propia sociedad que las ha marginado. Esta es una de las causas por las que el sindicalismo está en crisis. Es una afrenta que debe terminar.