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Las mismas campañas de siempre

Lo que hemos podido ver en estos primeros días de campaña es lo mismo de siempre. | Agustín Castilla

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Escrito en OPINIÓN el

El domingo arrancó formalmente el periodo de campañas del proceso electoral más complejo en nuestra historia moderna, no sólo por el gran número de cargos de elección popular que se disputan tanto federales como locales (alrededor de 21 mil) en medio de una pandemia que impone restricciones y demanda medidas de prevención no fáciles de implementar como la sana distancia, sino que además se da en un contexto de enorme polarización política y social alentada desde el púlpito de las mañaneras, así como de una embestida pocas veces vista contra el INE por apegarse a lo que establece la legislación electoral.

De hecho, la responsabilidad ante la cancelación de los registros de candidaturas a las gubernaturas de Guerrero y Michoacán recae en la dirigencia de Morena y en los propios candidatos por incumplir con la entrega de sus informes de ingresos y gastos de precampaña como sí lo hicieron miles de aspirantes de todos los partidos políticos, así de simple, por lo que no es difícil pensar que incluso se puede tratar de una provocación. Cada vez es más evidente el asedio y la intención de doblegar -o eliminar- a la autoridad electoral.

Otro factor a considerar son los altos niveles de violencia que se han registrado en los últimos meses y que han costado la vida a 65 personas vinculadas al ámbito político, 20 de las cuales aspiraban a alguna candidatura.

En muchos sentidos, las condiciones para este proceso electoral distan de ser las mejores, por lo que se requiere de la mayor responsabilidad por parte de todos los participantes, pero no parecen tener conciencia de ello. Las elecciones son un ejercicio indispensable de rendición de cuentas y una valiosa oportunidad para que la ciudadanía exprese en las urnas su aprobación o inconformidad sobre la gestión gubernamental -así como del desempeño de las y los legisladores que se pretenden reelegir- por lo que, ante la difícil situación en la que se encuentra nuestro país, se esperaría una discusión muy seria, por ejemplo, respecto al manejo de la pandemia y cómo se están atendiendo sus efectos tanto en materia de salud como económicos, los resultados de la estrategia de seguridad pública, la violencia política de género, las violaciones a los derechos humanos o la política medio ambiental.

Sin embargo, lo que hemos podido ver en estos primeros días de campaña es lo mismo de siempre. La aparición en las listas de familiares y amigos, la postulación de personajes impresentables, el súbito cambio de colores de quienes no lograron la candidatura en sus partidos -probablemente en algunos casos se trata de cuadros valiosos a los que les cerraron las puertas por no ser incondicionales a las cúpulas, pero en su mayoría lo que se impone es el mero oportunismo-, la saturación de imágenes y frases que no transmiten nada, así como la filtración de vídeos y audios, las noticias falsas y la descalificación sistemática de los adversarios. También hay diversos indicios de que, como antes, se sigue lucrando con los programas sociales -y ahora con las vacunas- con fines electorales.

Hasta el momento no sabemos qué proponen quienes piden nuestro apoyo para el 6 de junio, la autocrítica y el contraste de ideas están ausentes. Todo se reduce a un discurso maniqueo del oficialismo y sus partidos satélites para no regresar a la corrupción del pasado y consolidar el proyecto de la denominada cuarta transformación -lo que eso signifique-, o de la oposición para quitarle la mayoría a Morena en la Cámara de Diputados y poner un alto al autoritarismo. En términos generales, lo que lamentablemente nos ofrecen son a los mismos personajes y las campañas vacías de siempre.