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Las “mamacitas” a sus casas

La autonomía de las mujeres está cada vez más lejos del discurso del presidente. | María Fernanda Salazar

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Escrito en OPINIÓN el

¡Bingo! Parece que la 4T ha encontrado la solución al problema de la inseguridad. ¿La estrategia? Regresar a las mujeres a sus casas. Es decir, que las “mamacitas”, como se ha referido López Obrador a las madres mexicanas, estén disponibles y atentas a que sus hijas e hijos no se metan en líos y se porten bien. Y que como “Bartola” en la canción de Chava Flores, ellas vivan administrando los “generosos” apoyos del gobierno federal. Su autonomía, sus derechos, sus libertades, la posibilidad de desarrollarse plenamente y hacer compatible la maternidad con la vida laboral, o su proyecto de vida, están cada vez más lejos del discurso del presidente y cada vez más cerca de acabar con nuestra esperanza de que un gobierno de izquierda significaría acelerar el ejercicio efectivo de los derechos de las mujeres y recuperar el papel del Estado en beneficio de las poblaciones que lo necesitan, considerando sus condiciones históricas y estructurales de desventaja y discriminación.

El presupuesto federal plantea un recorte de casi la mitad a las escuelas de tiempo completo; un programa que permite a miles de madres y padres trabajadores asegurarse de que sus hijas e hijos están en buen cuidado mientras cubren sus deberes laborales. Esto, que debería tender a ampliarse, dejará a buena parte de esta población, igual que ha sucedido con las estancias infantiles, en condiciones de vulnerabilidad -con impacto sustancialmente agravado en las mujeres- orilladas a abandonar sus trabajos con todo lo que ello implica: reducir sus ingresos, empujarles a la búsqueda de trabajos más precarios, sin posibilidades de acceso a seguridad social y con ello mayores riesgos de salud. Todo esto, sin siquiera mencionar que se pasa por encima del interés superior de la niñez, al no avanzar en la provisión de servicios adecuados para que las y los menores tengan espacios de esparcimiento y desarrollo seguros, que hoy no pueden ser garantizados en las calles por la violencia imperante.

Otro ejemplo: la pretensión de gravar los ingresos de las personas que venden productos de manera independiente, referidas en este contexto como “vendedoras Avon”. Por supuesto, a primera vista eso suena perfectamente racional, si no fuéramos un país que tiene por resolver sus altísimos niveles de informalidad, incentivada por la precariedad salarial de las últimas décadas. Aunado a esto, el sector más impactado por esta medida serán indudablemente las mujeres que, por la estructura del mercado laboral, la carga de trabajo de cuidados y la ausencia de servicios públicos para cubrirlos, son quienes más dedican su tiempo a obtener ganancias por esas vías. Los salarios de sus familias se verán mermados, mientras, además, se mantienen sin ninguna promesa de seguridad social universal.

El programa “Jóvenes construyendo el futuro”, a pesar de referirse en sus lineamientos al artículo 1º constitucional, ni siquiera desde su lenguaje pareciera inclusivo. Tomemos en cuenta, por ejemplo, la crisis que representa el embarazo adolescente en México. Este programa, que podría ser una alternativa para muchas jóvenes que tuvieron que interrumpir sus estudios por hacerse cargo de un bebé, no tiene posibilidades concretas para ellas. Tampoco parece tenerlas para mujeres indígenas u otros grupos de mujeres. En realidad, no tiene perspectiva de género ni mucho menos de interseccionalidad.

Muchas otras observaciones de colegas especialistas en distintas materias han sido puestas sobre la mesa en relación con el presupuesto. Lo claro es que las mujeres no somos una prioridad de la cuarta transformación y aún con un gabinete paritario y la reciente reforma constitucional para garantizar paridad en el sector público, queda claro que estamos muy lejos de la materialización de un Estado con perspectiva de género.

Así, el machismo del día a día, envalentonado al estilo del redimido Mireles, nos sigue matando, nos sigue violentando, nos sigue degradando. La propuesta parece ser: “Los machos a la calle, las mujeres a sus casas”.