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Las injusticias de la distancia

Las distancias innecesarias generan injusticias sociales. | Leonardo Martínez Flores

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Escrito en OPINIÓN el

Las ciudades mexicanas son altamente ineficientes. Se siguen planeando de una manera que no sólo no ayuda a resolver sus problemas intrínsecos, sino que los empeora.  La carencia de una visión moderna, el desconocimiento de las innovaciones metodológicas y las inercias de los quehaceres burocráticos mantienen en operación instrumentos de planeación y regulación que sólo complican el funcionamiento de las urbes.

Una de las facetas que distingue a las ciudades es la organización espacial de sus actividades. Y en ese aspecto las diferencias entre muchas ciudades europeas, por un lado, y las ciudades americanas y mexicanas por el otro, son notables. En Europa las ciudades suelen estar mejor estructuradas, de manera que las distancias a recorrer para satisfacer las necesidades cotidianas de la población y de todo tipo de actividades económicas, sociales y culturales no son tan largas y tan costosas. En México y en los Estados Unidos las ciudades son más extensas y menos densas, lo cual implica que las distancias a recorrer para los mismos propósitos, en ciudades con poblaciones comparables, sean mucho más largas y por tanto los costos son más altos y los tiempos perdidos en transporte también son mayores.

Desarrollo urbano

Eso provoca que en México y en los Estados Unidos los vehículos de combustión interna tengan que recorrer una descomunal cantidad de kilómetros adicionales, lo que consume un enorme volumen de combustibles que genera grandes cantidades de emisiones contaminantes. Los impactos sobre el cambio climático y sobre la salud de la población y los ecosistemas naturales son de proporciones preocupantes.

Pero las implicaciones de la mala planeación del desarrollo urbano van más allá de sus efectos negativos sobre la productividad, la contaminación y la salud de la población. La estructura de las ciudades también genera injusticias e inequidades como las que se manifiestan en los serios problemas de acceso a bienes y servicios públicos, o como las relativas a sus efectos sobre el desempleo.

Los altos costos totales de transporte, que incluyen el tiempo perdido por la mala interconectividad y los altos riesgos de la inseguridad, impiden que las personas de bajos recursos económicos puedan buscar trabajo con la intensidad que muchos quisieran.

Desigualdad

Se ha estimado que en la ZMVM los costos de transporte de una familia de bajos recursos económicos corresponden a un rango que frecuentemente oscila entre el 30 y el 40% del ingreso familiar. Pero cuando la gente no tiene un ingreso porque está buscando trabajo, no puede realizar los viajes que quisiera porque cada viaje cuesta. La consecuencia es una prolongación del desempleo, no porque la gente no quiera trabajar, sino porque no puede buscar trabajo con la intensidad necesaria.

El mismo razonamiento es aplicable a muchas otras cosas, como los bienes ambientales y culturales. La accesibilidad que la población tiene a un parque, a un museo o a cualquier centro cultural, está limitada para muchos por las distancias que hay que recorrer, y por lo tanto por los costos que ello implica. El resultado para esos muchos es simplemente no ir, porque no les alcanza para los viajes.

Las desigualdades en el acceso a muchos bienes y servicios públicos se multiplican como una consecuencia de la mala planeación urbana vigente. Las distancias innecesarias generan injusticias sociales. Seguimos por lo tanto a la espera de que esa visión enquistada de la planeación, empiece un proceso de renovación necesaria.

Las comparaciones son odiosas, y ciertos parecidos también

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