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Es feminicidio, no "crimen pasional"

Crímenes feminicidas y naturalización de la violencia en los cuerpos de mujer.

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Escrito en OPINIÓN el

Me ha resultado un tanto complicada la elección de un tema para esta columna de opinión que estará publicándose la primera semana de julio. Como ustedes saben, las opiniones vertidas en este espacio abordan temas de género. La intención es, claramente, generar una reflexión, un replanteamiento de ciertos comportamientos que tenemos arraigados y una autocrítica. La situación es que, semana a semana, nos atiborramos de las mismas noticias en todos los medios. ¿Cuántas asesinadas al día hay en México?

Entonces, mientras trataba de estructurar el texto de esta quincena pensé en el feminicidio de la joven de 16 años en Chiapas, en el cuerpo sin pierna y sin rostro de una mujer en Edomex; recordé a Valeria, a Lesbi, a la chica de Iztacalco hallada en la cisterna. Quise imaginar cómo enunciar a todas aquellas que se quedaron sin nombre, que son sólo reportadas por los medios como “cuerpos encontrados sin vida”, en los que “presuntamente” hubo abuso sexual, cuyas condiciones de hallazgo sólo apuntan a una sola realidad: las mataron por odio, por su condición de mujeres.

Es aquí donde ya escucho/leo a uno que otro compañero o compañera decir que estoy minimizando la muerte de los hombres, que a ellos también los matan y que también sufren violencia, que si queremos igualdad deberíamos llamarlos simplemente asesinatos y no feminicidios, pues denominarlos así es como si se le diera mayor importancia a la muertes de las mujeres. Y justo aquí es donde comienzo este texto y trato de esclarecer por qué es importante llamarles feminicidios, por qué son distintos de los homicidios y en qué casos se podría considerar hablar de un masculinicidio.

Cuando hablamos de feminicidio no estamos otorgando ningún privilegio a estas mujeres, puesto que ya han sido asesinadas. Generalmente, el feminicidio se perpetra por un hombre de confianza, y cuando no es así ¿qué tienen en común los feminicidas esposos, novios, ex-parejas, “amigos”, primos, etc. con los feminicidas desconocidos por las víctimas? Que su configuración social, estructura familiar, y contexto social les enseñaron, a lo largo de su existencia, que los cuerpos de mujeres valían menos, que ellos podían opinar y decidir sobre esos cuerpos puesto que les pertenecen, que los cuerpos de mujeres carecen de poder, defensa y fuerza, que están hechos para ellos, para complacerlos, lo quieran ellas o no, y que para apropiarlos, pueden hacer uso de la violencia.

En este orden de ideas, los feminicidios serán siempre perpetrados por hombres cuyo primer objetivo es poseer el cuerpo de esas mujeres, dominarlas. Esto no es acerca de deseo, es acerca de poder. Cuando una mujer se niega a cumplir con ciertas expectativas impuestas por la sociedad, como la feminidad, maternidad, dulzura, fidelidad, ternura, obediencia, disponibilidad, docilidad (mismas de las que podríamos discutir una a una por qué son imposiciones sociales, pero podemos dejarlo para otra ocasión) el feminicida considerará desde su perspectiva que lo que hace es justo, que ella se lo merece y que él tiene el derecho de perpetrar el crimen que quiera en esa mujer puesto que esa vida le pertenece. A este punto, ya leo y escucho a otros compañeros diciendo: “pero los homosexuales también matan a sus parejas”. Por supuesto que lo hacen. ¿Qué rol crees que juega el homosexual asesinado en la relación? Eso es un feminicidio.

Ahora, no se trata de revictimizar a esas mujeres que ya fueron asesinadas, sino de reconocer las condiciones que permitieron que se llegara ese grado de violencia. Existen características básicas que nos permitirán distinguir los feminicidios de otro tipo de asesinatos. El feminicidio privado es muchas veces mal llamado “crimen pasional” y se indulta a los asesinos ya que “no pudieron controlarse”, puesto que está en su naturaleza de hombres “perder el control”. Cualquiera que haya sido el motivo del asesinato, se llega a la conclusión de que la víctima se lo merecía y se termina justificando el crimen (como quisieron hacerlo en el caso Lesbi).  Estos feminicidios generalmente son la culminación de una serie de denuncias realizadas por la víctima y sus familiares, ignoradas por las autoridades. Al final y para conveniencia de los implicados, estos casos terminan siendo declarados como suicidios y el asesino vuelve a las calles.

En el feminicidio público, además de llevarse a cabo en las calles, hoteles o transporte público, los cuerpos son desechados en la vía pública como si fueran basura después de ser violados; estos cuerpos suelen presentar mutilaciones, quemaduras, desollamiento, ahorcamiento. Las lesiones se muestran generalmente en órganos sexuales y rostros. Estos cuerpos de mujeres son encontrados en la vía pública, expuestos, exhibidos, en un último despojo de poder y dignidad por parte de quien los perpetra. En ambos casos, los feminicidios públicos o privados son realizados con saña, maldad, odio y necesidad de sentirse poderoso frente a la víctima, de “ponerla en su lugar”. ¿Cuántas de estas mujeres habrán escuchado antes de morir que se lo merecían por putas?

Así, los asesinatos de mujeres realizados por sus parejas o exparejas sentimentales, o por el vecino acosador, o por el desconocido violador, no son lo mismo que los asesinatos por asalto a mano armada, por guerras entre pandillas o por narcotráfico. En estos casos que menciono, los asesinatos son generalmente llevados a cabo por otros hombres, y no tiene que ver con el género de la víctima (aunque claro, si son mujeres, primero son violadas), es la perpetuación de otro tipo poder. En el caso de los feminicidios el crimen es de odio. Con esto no quiero decir que estas muertes sean menos importantes, sólo apunto a la necesidad de diferenciar los móviles de los crímenes para trabajarlos desde la estructura social como distintas problemáticas que tienen que reconocerse, investigarse y abordarse desde distintas perspectivas. La problemática es la violencia de género.

Entonces, comprendiendo el feminicidio como: “la forma extrema de violencia de género contra las mujeres, producto de la violación de sus derechos humanos, en los ámbitos público y privado, conformada por el conjunto de conductas misóginas que pueden conllevar impunidad social y del Estado y puede culminar en homicidio y otras formas de muerte violenta de mujeres” (Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre sin Violencia)

¿podríamos pensar que existen los masculinicidios?

Hagamos un ejercicio sencillo, cambiemos el género de ese párrafo. Si quisiéramos definir el masculinicidio entonces, tendría que ser algo así como: “la forma extrema de violencia de género contra los hombres, producto de la violación de sus derechos humanos, en los ámbitos público y privado, conformada por el conjunto de conductas misándricas que pueden conllevar impunidad social y del Estado y puede culminar en homicidio y otras formas de muerte violenta de hombres”.

En este sentido, no pongo en duda que estas situaciones puedan suceder, y que de hecho, sucedan, pero si vemos las noticias y nuestra realidad diaria, no es un problema que nos aqueje varias veces al día, no hay cifras que nos hagan pensar de que este tipo de violencia es una condición social metida hasta las huesos de nuestras estructuras sociales y mentales, no hay siete asesinados al día en México por masculinicidio (ni siquiera sabemos cada cuando pasa uno de esos, esperemos que sean pocos al año o mejor, que no hubiera). Si bien todas las personas estamos expuestas a diversos peligros en el espacio público y privado, los hombres no salen a las calles temerosos de que una mujer misándrica los viole, los asesine, les corte los órganos y aviente su cuerpo desnudo y sin rostro a un barranco. Esta forma de violencia es desconocida y ajena para la gran mayoría de los hombres: no la dimensionan, no la han experimentado, y tampoco es que se les desee.

La violencia de género es denominada así justamente porque no afecta por igual a hombres que a mujeres. Como podrá verse hasta este punto, no se busca privilegiar a las mujeres, sino que mínimamente puedan salir a la calle como hacen los varones, sin miedo a ser violados y descuartizados, sin las noticias reafirmando el miedo de que esa realidad sucede todos los días en diversos puntos del país. Esa una de las muchas diferencias sociales y estructurales en las que tendríamos que nivelarnos. El feminicidio es la culminación de una cultura de la violencia normalizada contra las mujeres. Si no tenemos claro eso, no somos distintos de los políticos o personas a cargo de los gobiernos estatales que han desechado las alertas de género argumentando que ese tipo de violencia no existe.  @AleCaligari