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Energías renovables en México ¿La transición cómo y para cuándo?

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Escrito en OPINIÓN el

El tema de las energías “limpias” en México parece muy fácil, si el petróleo es escaso, no renovable y además contamina ¿Por qué no simplemente mudamos al uso de energías que protejan al ambiente y satisfagan nuestras necesidades? La respuesta no es tan sencilla como aparenta puesto que el medio ambiente no es el único elemento importante que figura en esta discusión y como en todos los temas que se ponen sobre la mesa debemos cuestionar nuestros privilegios antes de opinar falsas obviedades. 

La explosión de la línea submarina de Pemex en Campeche el viernes pasado ha movilizado al país considerablemente, el presidente no se ha abstenido de comentar y pronto vendrá la avalancha de opiniones sobre la urgencia de energías renovables en México. Es cierto que se necesita reducir la cantidad de contaminantes que se emiten diariamente al agua, el aire y el suelo de nuestro planeta pues la explotación desmedida e inconsciente de los hidrocarburos y la falta de cuidado por el ambiente han acarreado consecuencias nada favorables para la humanidad y las especies animales y vegetales con las que compartimos hábitat. De una buena vez hay que decirlo: somos la especie más destructora, consumimos sin escatimar y no procuramos el cuidado y la protección de los recursos que es lo mínimo que nos corresponde. 

En contraste con lo anterior las energías renovables, mal llamadas energías limpias, son la solución óptima, pero ¿Lo son para todos y todas? o ¿Se trata de una salida fácil a la producción de más energía para nuestro consumo excesivo y la vulneración de los grupos menos favorecidos en nuestro país? 

Empecemos por hablar de las energías renovables que grosso modo son obtenidas a partir de fuentes naturales que producen energía de forma inagotable como el viento o el sol, y su objetivo es satisfacer las necesidades energéticas de la población generando el mínimo de contaminantes. Estas energías son amigables con los recursos naturales y con la atmósfera. Si son tan loables ¿Por qué no se implementan en México y se deja la explotación del petróleo en segundo plano? 

Vayamos a eso usando como ejemplo al corredor eólico más grande de México, ‘Eólica del Sur’ en Oaxaca, 132 turbinas extendidas en 5000 hectáreas con un valor de más de 1200 millones de dólares. Su implementación además de costosa fue forzada pues implicó el desplazamiento de comunidades indígenas que hoy se ven obligadas a compartir sus tierras, sufriendo constantes violaciones a sus derechos humanos como consecuencia de los abusos de poder. No hubo un estudio previo del impacto social que tendría este proyecto ambicioso y en consecuencia no hay una protección eficaz a los derechos de los grupos vulnerados ni una reparación completa de los daños causados. Este ejemplo es aplicable a muchas de las regiones en nuestro país donde las plantas de energía renovable tendrían su lugar vulnerando la esfera de derechos de los pueblos originarios. 

¿Qué hacer entonces? En primer lugar, cuestionar nuestro consumo desmedido, somos una población que avanza en tamaño, pero no en consciencia ambiental y esto necesita cambiar pronto. Luego, analizar el impacto social de los proyectos en materia de energía evitando que se violen derechos y libertades, procurando el diálogo, el consentimiento expreso y la búsqueda de alternativas favorables para las personas y para el ambiente. 

La respuesta a la necesidad de energías amigables con el ambiente en México es un sí, con la presencia de un trasfondo importante en donde convergen naturaleza, comunidades y derechos. Sin olvidar que el uso de hidrocarburos actualmente genera una cantidad significante de empleos y mudar al uso de otras energías requiere una transición consciente para no violar el derecho fundamental al empleo digno y procurar la estabilidad económica de todas las familias en especial de aquellas cuya voz siempre se limita: las familias pobres de México. 

Hoy la transición a las energías renovables es necesaria, urge ambientalmente. Pero esta transición además de progresiva requiere ser consciente, informada, segura y justa para las comunidades indígenas. 

En México a los defensores de ecosistemas se les mata, a los indígenas se les vulnera y a los ambientalistas se les ignora, abramos los ojos a la realidad y sumémonos a la lucha de quienes se preocupan por legar un planeta limpio a las futuras generaciones y aseguremos que los proyectos que pugnan por el cuidado del ambiente sean amigables con los derechos y libertades de nuestros connacionales. 





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