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En defensa de la libertad de expresión

Con la polarización se pierde la esencia misma de la política. | Fernando Díaz Naranjo

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Escrito en OPINIÓN el

La libertad de expresión es un derecho consagrado en nuestra Constitución Política, concretamente en los artículos 6º y 7º que disponen que la manifestación de las ideas no será objeto de ninguna inquisición jurídica o administrativa, salvo que ataque la vida privada, provoque algún delito, perturbe el orden público, entre otros.  Esto deriva en que tenemos libertad para difundir opiniones, información e ideas basándose para ello de la utilización de los medios que lo permitan; el más común, los medios de comunicación.

En razón de estas concepciones básicas, la libertad de expresión se consolida cuando, en un sistema democrático, forma parte de un pluralismo, es decir, el reconocimiento a la diversidad política que es visto como la fortaleza de una sociedad por ser libre en sus expresiones, ideas y opiniones, conduciéndolas por vínculos pacíficos.

El punto de ebullición donde, en la opinión de un servidor, se coloca en su expresión máxima la libertad de expresión, es en la vertiente política y ésta a su vez, es más evidente cuando tenemos de frente el refrendo o no del poder público, es decir, la manifestación pacífica de la población que decide, con su voto, el rumbo de este país.

Por ello, resulta muy interesante algunas referencias fundamentales que han construido los órganos jurisdiccionales sobre la libertad de expresión.

Así, por ejemplo, la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, estableció una jurisprudencia que determina que el periodismo, máximo representante de la libertad de expresión guarda un manto jurídico protector en materia electoral, que contempla dos consideraciones muy relevantes. Por un lado, define que cuando una autoridad tiene una interpretación que lleve a la licitud o ilicitud de la conducta de un periodista tiene que preferir aquella que lleve, invariablemente, a la licitud. Por el otro lado, en caso de alguna duda en la interpretación de un expediente, tiene que analizarse la carga probatoria en favor del comunicador, o mejor dicho para el caso de analizamos, en favor de la libertad de expresión.

Esta visión progresista, sin lugar a dudas, amplía los alcances de la libertad de expresión aún en eventos electorales donde la efervescencia política está en su punto máximo.

Sin embargo, son públicos los ataques que se han esgrimido contra diversos medios a través de un mal uso de las llamadas “mañaneras” que, si bien deberían de servir para informar acciones de gobierno en beneficio de la población parecen, en ocasiones, sesiones doctrinales, de convencimiento, de manejo de agenda pública y hasta propagandística.

Esta visión, no sólo tratándose del tema de la libertad de expresión, sino de otros más fue expuesta por un documento que salió a la luz pública en días pasados bajo el título “En defensa de la libertad de expresión”, firmado por 650 personalidades, entre intelectuales, escritores, científicos y periodistas, muchos de ellos con la obtención de premios nacionales de arte, de literatura, académicos reconocidos, etc.

Estos 650 mujeres y hombres tienen otro enfoque o, mejor dicho, otros datos y, en atención a ello, hicieron una crítica al Ejecutivo Federal, Andrés Manuel López Obrador por su discurso de estigmatización y difamatorio contra la sociedad y, en particular, con lo que él mismo llama sus adversarios de lo que se deduce, algunos medios de comunicación a lo cuales critica duramente y de forma pública y abierta, por citar sólo algunos ejemplos.

De acuerdo con los firmantes López Obrador por decirlo en una sola palabra polariza a la sociedad y esta división va contraria al espíritu constitucional y al refrendo que como Presidente consagró al tomar protesta del cargo en donde se comprometió a mirar “…en todo por el bien y prosperidad de la Unión”.

En su defensa el Presidente argumentó que estos “intelectuales orgánicos” guardaron silencio durante las “atrocidades de regímenes anteriores” (liberales), pero bastaría revisar de varios firmantes, las duras críticas que en su oportunidad hicieron al gobierno de Peña Nieto o de Calderón.

Lo que queda evidente es que en un desplegado en que actores de nuestra sociedad se manifiestan pacíficamente, el Gobierno Federal sucumbe generando más polarización.

Esta polarización se traduce, de acuerdo con lo que la historia nos ha enseñado, en caos, parálisis, convulsión social, desgajamiento de las instituciones, entre otros aspectos.

Con esta polarización se pierde la esencia misma de la política, así, por ejemplo, dejamos de lado la pluralidad política y damos paso a que nuestros rivales políticos que se conviertan en nuestros enemigos irreconciliables. Esto, por supuesto, deteriora nuestra democracia.

Ojalá y poder público entienda que, así como se logró la libertad de expresión, su afrenta es el mayor error que puede cometerse, pues es atentar contra la sociedad misma que también tiene voz, opinión y crítica y ésta siempre debemos defenderla.