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El vanguardismo judicial de los jueces de distrito

En algunos círculos académicos se ha teorizado sobre que un juez, deberá volverse un activista.

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Escrito en OPINIÓN el

El magistrado Macklin Fleming nos describe con precisión lo que es el “vanguardismo” judicial. Lo refiere a los Estados Unidos de América, pero lo mismo para con México. Veamos: La expresión del ideal de perfectibilidad y su concepto relacionado de que los jueces son instrumentos elegidos para el logro de la perfectibilidad por los recursos de las doctrinas constitucionales, han traído un gran incremento en el fenómeno conocido como el “vanguardismo” judicial.

 

El “vanguardismo” judicial es una ilusión de un juez que ha logrado una perfección única especial de un problema público cuya resolución hasta entonces, eludieron todos los otros tribunales o jueces. El problema es usualmente uno de interés social actual, sobre el cual, la comunidad intelectual ha tomado una fuerte posición.

 

La víctima típica del “vanguardismo”, es un juez de distrito comprometido en el trabajo de rutina de la ley quien, con otros jueces, es periódicamente urgido por los litigantes a hacer pronunciamientos judiciales arrasadores sobre problemas de actualidad. Si un día él sucumbe a la tentación, puede encontrarse a sí mismo, transformado en una celebridad temporal que es elogiada por la frescura y la llaneza de su acercamiento judicial.

 

Después de tal prueba de la vida judicial de alta sociedad, es difícil para el juez federal, el, hundirse otra vez en la relativa obscuridad, y puede sucumbir a la tentación por segunda vez. Muy pronto la tentación lo hace adicto, y el problema se vuelve qué hacer para que se repita. Una vez bien lanzado en su carrera, el “vanguardismo” maneja sus opiniones judiciales en los últimos términos generales más arrasadores, se refiere frecuentemente a los derechos humanos, encuentra asuntos constitucionales latentes en los problemas más ordinarios, y decide toda controversia en los términos más amplios posibles.

 

Muchos de sus pronunciamientos no tienen conexión visible con los hechos del caso pendiente ante él que quiere ya terminarlo antes de dictar sentencia, haciendo de buen componedor y llamando a las partes a “platicar”, lo mismo que hacen los jueces familiares con las parejas mal avenidas eso porque a ello los obliga la ley.

 

En realidad su conducta es explicable sólo a la luz de la máxima del “vanguardismo”, “tiene una opinión, necesita un caso”. El verdadero “vanguardista” está especialmente encariñado por los estudios de los derechos fundamentales. Obtiene su mayor inspiración de las “fuentes” académicas.

 

La función llevada a cabo por estos estudios es soltar el “vanguardismo” de su confinamiento de estatuto y caso de ley, para capacitar al juez a seguir sus inclinaciones e instintos personales.

 

El “vanguardismo” judicial ha existido siempre en la Judicatura, pero había sido mantenido bajo control relativamente firme por el concepto de que un juez es servidor de la ley, no su amo; que su función es hablar por la ley, no hacerla. En años recientes, la doctrina clásica de la función del juez ha sido cambiada en algunos círculos académicos, que han teorizado sobre que un juez, deberá volverse un activista, que él debería adoptar el arrojo de un abogado en abrir el nuevo campo en la ley. La teoría ha adquirido suficiente eco para capacitar a un puñado de jueces “vanguardia” en mantener a la ley en estado de alboroto.

 

Sería imprudente para quien esto escribe señalar las decisiones de cualquier juez federal como un ejemplo de “vanguardismo”. De cualquier manera, el lector interesado siguiendo las noticias de periódicos y revistas, puede compilar una lista. El vicio del “vanguardismo” no yace en la postura de unos cuantos jueces, sino en el hecho de que hace extraordinariamente difícil la creación de un orden legal estable operando bajo reglas conocidas y siguiendo la ley conocida.

 

Si sólo un juez, o un grupo de jueces altamente conocedores y disciplinados, conscientes del sentido de la proporción y con un granito de auto control, estuvieran operando bajo un sistema de predilección personal, el sistema de la ley podría operar por un tiempo. Pero nunca puede servir donde otros jueces están sueltos y dando carta blanca a competir uno y otro por el liderazgo en el “vanguardismo” judicial.