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El ser humano al centro de la educación en México

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Escrito en VERACRUZ el

El tema de “abrazos no balazos” a más de uno ha escandalizado en nuestro país, y es que este dicho del presidente Andrépresidente s Manuel López Obrador, en medio de una complicada situación de seguridad que se vive en el país, ante el enfrentamiento de grupos delictivos que desde ya hace muchos años continúan disputándose gran parte del territorio nacional y aunado al reclutamiento que cada vez más realiza de nuestros niños y jóvenes en el crimen organizado, no a cualquiera le acomoda.

Pero no es tan difícil de comprender que, al muy estilo del vocero del expresidente Vicente Fox: “Lo que Andrés Manuel quiere decir” es que nos hace falta en México mayor comunicación e integración al interior de nuestras familias, que los padres hagan mayor énfasis en la formación de sus hijos e hijas, además de siempre estar al pendiente de cada una de sus actividades. A esos “abrazos” se refiere el presidente, a no dejar a nuestros niños y jóvenes crecer a la deriva, sino brindarles comprensión y un entorno digno libre de violencia y malos tratos que los orille a convertirse en los delincuentes del mañana.

En el marco de los festejos del 15 de mayo, en el que se conmemora a todos los profesores mexicanos, el presidente argumentó sobre el hecho de la urgente necesidad sobre el cambio de paradigma de la educación en México con la ayuda de todos los profesionales de la educación. Ante este hecho, tácitamente dijo lo siguiente: “Vamos a continuar mejorando la calidad educativa y esto implica la revisión con ustedes, como se está haciendo, de todos los contenidos educativos, porque ya son otros tiempos”.

En este sentido, y en referencia a los tiempos que estamos viviendo, el presidente fue enfático en el tipo de educación que México requiere para poder solucionar muchos de los problemas que nos aquejan, entre ellos la inseguridad, mediante la formación de nuevos ciudadanos: “Ahora queremos una formación orientada al humanismo, que nada humano nos sea extraño, que en todos los libros aunque se trate de ciencias naturales, haya un tronco común dedicado al humanismo, a las ciencias sociales; que primero nos formemos como buenos seres humanos, como buenos ciudadanos y luego como buenos científicos… no queremos inventores de bombas atómicas, no, queremos creadores de fraternidad…ciudadanos que van a practicar el amor al prójimo”.

Es en la cita anterior, en la que de manera textual se explica la tan polémica frase presidencial de “Abrazos no balazos”, la cual no debe tomarse de manera literal, como la forma en la que se tenga que abrazar y apapachar a los delincuentes o a quienes le arrebatan la vida a nuestros seres queridos, sino de abrazar a nuestros niños y niñas, a nuestros jóvenes, formar ciudadanos con un cambio de pensamiento y un criterio diferente, un ser humano con sentimientos, en donde el amor al prójimo sea imperante.

De esta manera, los mexicanos debemos unir esfuerzos en esta ardua tarea y no dejar en los profesores la responsabilidad de formar a nuestros niños y jóvenes. A la escuela se va a aprender, no a formar, ese trabajo debe darse en casa, para que cuando lleguen a las aulas el único compromiso que tenga el estudiante sea el de recibir conocimientos de parte de cada uno de sus maestros y maestras. Es en casa, en donde los padres de familia tienen también un gran trabajo: la formación de niños y jóvenes con sentido humano, con espíritu de servicio y ayuda al prójimo, con la práctica de valores bien cimentada y en quienes el respeto a la diversidad sea una característica fundamental.

Nadie nos enseña a vivir, y es por ello que muchos niños y niñas en nuestro país crecen sin rumbo, sin dirección, debido a la ausencia de sus padres y ante una sociedad que cada vez más se ve amenazada por grupos delictivos que no tienen fin, ya que nuestra sociedad se ha convertido en una fábrica en potencia de “blancos inocentes” que terminan reclutados en las entrañas de la delincuencia. De esta forma, se convierte en un proceso cíclico, el cual solamente puede detenerse con la ayuda mutua y de cooperación entre padres y maestros.

Es cuánto.