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El semáforo intrascendente y López-Gatell

¿Algún día harán público cómo cuidan al presidente? | Jorge Ramos Pérez

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Escrito en OPINIÓN el

Hugo López-Gatell quiso jugar a la alta política y se redujo a un obediente ciego de Andrés Manuel López Obrador. El presidente, cuando sea oportuno, se va a deshacer de él y cargará con toda la responsabilidad de la tragedia en lo que convirtió la pandemia por covid-19.

Me explico.

El viernes 11 de diciembre el subsecretario de Salud afirmó que el color del semáforo para la Ciudad de México es algo intrascendente. En qué momento dejó de ser trascendente una de las herramientas que más defendió. Incluso amenazó a los gobernadores con iniciarles procesos penales si no obedecían ciegamente sus instrucciones.

López-Gatell le hace la guerra sucia a su jefe. Sí, al secretario de Salud Jorge Alcocer, a quien gusta hacer de caravanas públicas. Pero en el fondo lo grilla. Para suerte de Alcocer el presidente le tiene en estima por razones personales.

La semana pasada, Science publicó un artículo en donde señaló cómo López-Gatell es un polémico zar y que su paso a la historia dependerá de lo que suceda con la pandemia.

Ambos, el presidente y el subsecretario comparten la responsabilidad jurídica e histórica de convertirse en los parlanchines de Palacio.

“Hay que abrazarse, no pasa nada”, fue una de las primeras frases de López Obrador al inicio de la pandemia. Ahí comenzamos a escribir la historia del gobierno en uno de los capítulos más complicados de la historia del país.

“No dejen de salir, yo les voy a decir cuando no”, aseguró el presidente el 22 de marzo. Tardó 257 días y más de 110 mil muertos para llamar a no salir. Está documentado en sus conferencias en Palacio Nacional.

“No es algo terrible, fatal, ni siquiera es como la influenza”, había dicho el jefe del Estado mexicano. Como líder político y con más de 30 millones de votos en las alforjas nos quedó a deber en responsabilidad.

“Detente enemigo, que el corazón de Jesús está conmigo”, dijo al inicio de la pandemia. Y mostró amuletos como forma de “detener” al coronavirus. ¿Algún día harán público cómo cuidan al presidente? Por supuesto deben hacerlo, porque es el jefe del Estado mexicano.

“Se ha podido domar la pandemia”. ¿Cuántas veces lo ha dicho el presidente sin que sea verdad?

“Nos vino esto como anillo al dedo”, fue su comentario del 2 de abril. ¿Lo seguirá sosteniendo?

“Se redujo el contagio, se aplastó la curva”, dijo el presidente el 29 de abril. Por esos días jugaron a inventar los “municipios de la esperanza”, donde no había contagios. ¿Qué sucedió con eso? Sólo fue campaña momentánea. “No nos van a hacer nada los infortunios, las pandemias”, aseguró el 15 de marzo. ¿Se sostiene el dicho?

“En todo el mundo existe subregistro de casos”, decía López-Gatell. En el libro La historia oscura detrás de la pandemia, de editorial Grijalbo, junto con Mariluz Roldán describimos ese baile de cifras del subsecretario.

“El usar cubrebocas tiene una pobre utilidad o incluso tiene una nula utilidad”, es algo que ha dicho una y otra vez López-Gatell. A contrapelo de premios Nobel como el fallecido Mario Molina.

“Estaríamos hablando que 6 mil personas, 7 mil u 8 mil personas podrían perder la vida”, decía López-Gatell al inicio de la pandemia. Y con lo que está ocurriendo en la Ciudad de México, en particular, vamos por decenas de miles.

“La fuerza del presidente es moral. El presidente no es una fuerza de contagio”, es de las más ciegas frases de López-Gatell. Y se mantiene firme como soldado del presidente.

“Hemos aplanado la curva” es lo que ha provocado las burlas a López-Gatell. Justo ahora estamos en uno de los momentos más delicados... pero él sigue jugando a que el color del semáforo es intrascendente.

Ambos, López Obrador y López-Gatell comparten su espacio en la historia. Pero vayamos apostando a quién será el intrascendente que pagará todos los platos rotos.

Porque a la hora de hacer corte de caja lo más sencillo será decir que se confió siempre en los científicos... pero pues fallaron. Y ellos que carguen con todo y su fe ciega.

Punto y aparte. Duras palabras que dijo Margarita Zavala en una reunión privada con su equipo de México Libre. Duras con Marko Cortés, presidente nacional del PAN. En todo esto el único que recoge cosecha es López Obrador.


Punto final. Arturo Zaldívar se encrespa cuando le señalan su traición al Poder Judicial. La fe ciega, otra vez. Es un hecho que la Suprema Corte de Justicia de la Nación está en la bolsa de la autodenominada 4T. Y por cierto, ¿alguien se ha preguntado qué bando en disputa por la carrera presidencial del 2024 ha avanzado más en la cooptación de la estructura de poder?