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El quiñazo del sexenio

Pocos estudios han abordado la manera en que se desarrollan liderazgos y se cultiva la legitimidad al interior de organizaciones sindicales.

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Escrito en OPINIÓN el

La necesidad de ganar legitimidad por parte del gobierno de Carlos Salinas de Gortari, lo llevó a tomar medidas importantes entre las que destacó la detención del líder del sindicato petrolero, Joaquín Hernández Galicia, “la quina”. Con fuertes señalamientos de corrupción y prácticas autoritarias al interior del sindicato petrolero, Hernández Galicia fue un blanco perfecto para los fines que pretendía Salinas luego de un cuestionado proceso electoral. Desde entonces, la defenestración de un líder sindical corrupto al inicio de un sexenio ha sido conocido como “quinazo”.

En otro contexto, sin referirse directamente a personajes ni sindicatos, durante su campaña, Andrés Manuel López Obrador señaló que combatiría la corrupción. Con la finalidad de que no se le tildara de autoritario, vengativo ni sus acciones parecieran prácticas del pasado, el presidente señaló que no perseguiría a nadie, buscaría la democratización de los sindicatos, pero respetaría su autonomía y de las instancias de procuración de justicia.

Sin embargo, en lo que va de su gobierno, ya hubo cambio de liderazgo en dos de los sindicatos más poderosos del país: el de maestros y el de petroleros, en un contexto muy particular. En el marco de la firma del TMEC, los gobiernos de Estados Unidos y Canadá pusieron como condición la democratización de los sindicatos, con una consecuente reforma a las leyes laborales. En la Ley Federal de Trabajadores al Servicio del Estado (LFTSE), se estipuló que no se permitirá la reelección en los sindicatos, sin especificar plazos máximos ni explícitamente a dirigentes nacionales, seccionales o comités completos, entre otros.

Los líderes de los sindicatos magisterial y petrolero, Juan Díaz de la Torre y Carlos Romero Deschamps, respectivamente, tomaron medidas previas al inicio de la actual administración para mantenerse al frente de sus respectivos gremios por todo el sexenio. Sin embargo, las presiones a ambos sindicatos empezaron a ser fuertes, internas, en el caso del SNTE, y externas en el caso de los petroleros. Nos centraremos en el segundo caso.

El estilo de liderazgo de Carlos Romero Deschamps se caracterizó por un descarado enriquecimiento que no podría tener otro origen que los manejos de los recursos del sindicato. Los lujos, que no sólo no escondía el ya ex líder petrolero, sino que los exhibía sin pudor, fueron motivos por los cuales se le señaló directamente por actos de corrupción nunca castigados; quizá el más grande fue el PEMEXGATE.

La permanencia de Romero Deschapms al frente de la organización sindical es en buena medida gracias a una legislación laboral muy favorable al sindicalismo mexicano, pilar importante del corporativismo del siglo XX. Esta legislación permite el monopolio de la representación y/o la titularidad del contrato colectivo de trabajo a la organización gremial mayoritaria, el control de la trayectoria laboral de sus miembros (ingresos, ascensos y permanencia), así como hasta hace no mucho tiempo, la obligación a afiliarse como condición para no perder el trabajo; la famosa cláusula de exclusión. Aunque de manera explícita nunca estuvo permitida la reelección de los dirigentes sindicales, la falta de regulación, la autonomía de estas organizaciones y los nexos con el poder, fueron motivo suficiente para que diversos personajes se eternizaran al frente de las dirigencias.

Sin embargo, su ascenso al poder y transitar por los sexenios, también fue marcado por las altas prestaciones y tasas de sindicalización logradas en favor de sus agremiados. Asimismo, sin perder un talante autoritario, permitió el desarrollo de la disidencia en la medida en que no representara un riesgo para su liderazgo, al grado de obtener su registro oficial un segundo sindicato, PETROMEX, a principios de 2019. En ese sentido su legitimidad al frente del sindicato petrolero se manifestó por dos vías: las conquistas sindicales y cierta tolerancia a las expresiones disidentes.

Muy pocos estudios han abordado la manera en que se desarrollan los liderazgos y se cultiva la legitimidad al interior de las organizaciones sindicales, por lo que las explicaciones sobre la permanencia de sus líderes se reduce a pactos con el presidente en turno. Es necesario considerar que la percepción de los trabajadores sobre su sindicato depende de la seguridad que tengan en su trabajo, a pesar de ciertos cambios que pudieran gestarse como, en su momento, la amenaza de privatizar PEMEX. En ese sentido, de la unidad del gremio no depende su profesionalización o productividad, sino su capacidad de mantener cierto status quo lo cual es posible, en buena medida, por la actuación de sus líderes.

Los mecanismos de ejercicio del poder, requieren de mandos verticales y autoritarios, necesarios para garantizar la efectividad en la consecución de los objetivos. Es el motivo por el cual no sólo no pueden ser democráticos, sino que, al momento de un relevo en el liderazgo, quede al frente alguien del grupo gobernante que sepa manejar la organización. Es verdad que los estilos de liderazgos varíen, pero dependerá de la estructura propia de la empresa y de su membresía.

En ese sentido, la importancia estratégica de la empresa paraestatal para la nueva administración, hizo insostenible la permanencia de uno de los liderazgos más longevos del sindicalismo mexicano y necesaria una acción de esta naturaleza para legitimar las acciones de rescate de PEMEX. La exigencia de Estados Unidos de democratizar al sindicalismo mexicano, el combate al huachicoleo y, como ingrediente extra, la boda de la hija del abogado Juan Collado, fueron elementos que aceleraron el proceso.

Para concluir, no se debe perder de vista que los mecanismos del poder siguen ejerciéndose de manera bastante similar, tanto al producir estos cambios como al darse los relevos al interior de los sindicatos, a pesar de los intentos del Ejecutivo de limpiarse la cara y lavarse las manos.

Óscar Rodríguez Mercado. Maestro en Sociología Política por el Instituto Mora, interesado en el estudio de los sindicatos y los gobiernos subnacionales. Sus investigaciones versan sobre el SNTE, particularmente en la forma en que se construyen sus liderazgos y se cultiva su legitimidad entre las bases magisteriales. Con orientación al estudio en temas educativos, desde sus actores e instituciones en el ámbito local.