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El PAN contra la 4T

Desde hace casi tres décadas el PAN gobierna Guanajuato. Ha construido una red de intereses, negocios, corporaciones y de vínculos con el poder económico que ha que ha fortalecido las desigualdades y ha hecho una democracia de pocos que aparenta defender los intereses de muchos

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Escrito en OPINIÓN el

Tiene razón Román Cifuentes, presidente del CEN panista en Guanajuato, cuando sostiene que el principal enemigo político del gobierno estatal es el Movimiento de Regeneración Nacional.

La imagen perruna de la defensa con uñas y los dientes de un régimen que comienza en 1991, cuando Carlos Salinas nombra a su tocayo Medina como gobernador interino, es una buena aproximación a la idea panista de cómo afronta las diferencias este grupo político autoritario. Nada más le faltó repetir el popular “hay tiro a la salida”.

Desde hace casi tres décadas el PAN gobierna Guanajuato. Ha construido una red de intereses, negocios, corporaciones y de vínculos con el poder económico que ha fortalecido las desigualdades y ha hecho una democracia de pocos que aparenta defender los intereses de muchos.

En el ámbito académico esto se denomina régimen, es decir, un acomodo particular de relaciones de poder con la que se opera políticamente. Cando este régimen se vuelve estable, duradero en el tiempo, se dice que se convierte en sistema. Fuera de estas disquisiciones conceptuales, lo que se encuentra detrás de las declaraciones del multifuncional Cifuentes, es que se alista a la defensa del bastión más emblemático de los mesogoebiernos panistas y no dudo que echará la mano de variadas estrategias, la mayoría por debajo de la mesa, para seguir con un régimen político que ha beneficiado a las minorías y ha repartido migajas a las mayorías. Basta ver qué cuadros panistas se insertan en la maquinaria de gobierno, sin mérito alguno, sólo el de su filiación azul.

Lo que el PAN defiende en el fondo es un régimen convertido en un sistema muy dinámico y efectivo para sus intereses. Y la 4T representa un cambio en ese acomodo de poder. Ambos regímenes difieren en la noción de bienestar, en el instrumental de estrategias para el logro de la superación de la pobreza, en la relación con el poder económico (necesaria en el capitalismo, pero con variaciones posibles), en la teoría de género, en la toma de decisiones, en la política social y en muchas otras concepciones.

Aunque la 4T no se agota en lo que haga o deje de hacer Morena como partido, es indudable que este, para ganar las próximas elecciones constitucionales, debe mostrar a la población pruebas más contundentes de sus diferencias con otros institutos políticos.  Y en sus próximas renovaciones internas tiene una oportunidad de mostrar cierta madurez para avanzar, lo más posible, en una maquinaria partidaria transparente, sólida, capaz de resolver sus conflictos sin desgarramientos graves y que a juicio de la mayoría queden en los cargos las mejores personas.

En esa misma tónica, el gobierno federal puede avanzar en la eficiencia, transparencia y eficacia de sus programas para que la población guanajuatense observe y experimente un verdadero cambio. La mejor estrategia política es la constatación de un gobierno que sin arrogancia cumple sus promesas de campaña y que sus funcionarios y funcionarias se comportan como verdaderos servidores de la nación.

Cambiar un régimen no es simplemente lograr la alternancia en el gobierno. Para que quede más clara la complejidad que encierra este proceso, me permito trascribir una frase formulada en el magnífico documental de Petra Costa, titulado en español Al filo de la democracia (en portugués se traduce algo así como Democracia en Vértigo) cuya temática se refiere a los recientes problemas de Brasil.

En una visita al Congreso brasileño una periodista le pregunta a un hombre adinerado: “¿qué hace usted aquí?” y el potentado le responde “nosotros siempre estamos aquí, los políticos son los que cambian”. De ese tamaño es la tarea de cambiar un régimen y por eso el panismo ya sacó a relucir los cuchillos.