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El espantapájaros del golpismo en México

El presidente es la persona mejor informada de este país. | Jorge Ramos Pérez

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Escrito en OPINIÓN el

El 3 de noviembre de 1995 se difundió una nota sobre un golpe de Estado en contra del entonces presidente Ernesto Zedillo. Fue más falso que una moneda de 23 pesos.

Lo curioso fue que cuando el periodista David Romero Ceyde le preguntó a Zedillo en una conferencia de prensa -sí, tipo mañanera, pero mensual- la respuesta fue que no creyeran en rumores. Pero el diálogo fue censurado de la versión estenográfica por la Presidencia de la República. Y sin las “benditas redes sociales” el tema quedó sepultado. Tras este hecho, la conferencia de prensa “¿mensualera?” se canceló...

La crónica del corresponsal de El País, a la postre director de ese periódico, Manuel Moreno, decía así:

“Un falso rumor de golpe de Estado militar en México crispó ayer aún más el frágil clima que viven los mercados financieros del país desde la crisis de diciembre pasado, y cuyo virulento rebrote en las últimas semanas está poniendo en apuros al Gobierno del presidente Ernesto Zedillo. La enloquecida demanda de dólares que se desató hundió al peso mexicano casi un 6% en cuestión de horas y forzó tanto a las autoridades mexicanas como a las estadounidenses a desmentir oficialmente los infundios. Tras ello, la divisa mexicana recuperó casi todo el terreno perdido”.

Y añadió: “La rapidez y la fuerza con la que prendió el rumor dejan también traslucir el delicado equilibrio sobre el que se asienta Zedillo. El creciente malestar de los mexicanos por la dureza de la crisis, el enrarecido clima político y los embates de los mercados financieros acosan al presidente un día sí y otro también. Todo combinado, explica la fácil credulidad de ayer de los inversores”.

Manuel Buendía, célebre columnista asesinado a balazos y cuya muerte ha salpicado desde entonces a Manuel Bartlett, contó una ocasión un supuesto golpe de Estado en México, en noviembre de 1976. En su relato describía que se pellizcaba para ver si despertaba en la cruel realidad de colgados en pleno Paseo de la Reforma. Pero nada. El país y la ciudad estaban felices, felices felices.

Este fin de semana el presidente Andrés Manuel López Obrador recurrió a sus evocaciones históricas que mezcla con mensajes encriptados, por lo que ya no se sabe si todo es una actitud irascible o parte de una estratagema política o una combinación de ambas.
“¡Qué equivocados están los conservadores y sus halcones! Pudieron cometer la felonía de derrocar y asesinar a Madero porque este hombre bueno, Apóstol de la Democracia, no supo, o las circunstancias no se lo permitieron, apoyarse en una base social que lo protegiera y respaldara. Ahora es distinto. Aunque son otras realidades y no debe caerse en la simplicidad de las comparaciones, la transformación que encabezó cuenta con el respaldo de una mayoría libre y consciente, justa y amante de la legalidad y de la paz, que no permitiría otro golpe de Estado. Aquí no hay la más mínima oportunidad para los Huertas, los Francos, los Hitler o los Pinochet. El México de hoy no es tierra fértil para el genocidio ni para canallas que lo imploren. Por cierto, les recomiendo leer la fábula de Esopo «Las ranas pidiendo rey»”.

El presidente es la persona mejor informada de este país. Debe saber cómo ganó la Presidencia y quiénes le plantan cara. En este espacio desde noviembre y en enero se describió que existe un grupo con poder político y económico que se organiza para confrontarle. Más tarde el propio gobernador de Chihuahua, Javier Corral, confirmó la versión en una entrevista periodística. Contrapeso fue la palabra clave.
El pasado 22 de octubre se celebró un desayuno de militares, generales en activo y en retiro, con el titular de la Sedena, general Crescencio Sandoval. El lunes en esta columna se anticipó parte del discurso del general retirado Carlos Gaytán. En La Silla Rota se divulgó su contenido el mismo día que La Jornada lo publicó en sus ocho columnas.
En medio de este berenjenal es llamativo el mensaje del presidente López Obrador. Sí es inquietante y preocupante, como se apuntó aquí la semana pasada, la molestia de los militares, pero ¿un golpe de Estado?

Punto y aparte. “Me fascinaban también aquellos líderes que no estaban enfermos y cuyas facultades cognitivas funcionaban correctamente, pero desarrollaron lo que describo como ‘Síndrome de Hybris’. Los actos de hybris son mucho más habituales en los jefes de Estado y de gobierno, sean democráticos o no, de lo que a menudo se percibe. La hybris es un elemento fundamental de la definición de insensatez que ofrece Tuchman: ‘una perversa persistencia en una política demostrablemente inviable o contraproducente’. Y prosigue ‘la estupidez, la fuente del autoengaño, es un factor que desempeña un papel notablemente grande en el gobierno. Consiste en evaluar una situación en términos de ideas fijas preconcebidas mientras se ignora o rechaza todo signo contrario (...) por tanto, la negativa a sacar provecho de la experiencia’. Una característica de la hybris es la incapacidad para cambiar de dirección porque ello supondría admitir que se ha cometido un error”. Cita textual del libro En el poder y en la enfermedad, de David Owen. Editorial Siruela.


Punto final.
Sí, Omar García Harfuch tiene al enemigo en casa. En los #Recovecos de la semana pasada se advirtió, pero siguen sin rodar cabezas de los responsables de las fallas en el operativo de Peralvillo 33. El enemigo sigue adentro. ¿Hasta cuándo?