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El espacio como política pública en tiempos del covid-19

Uno de los rubros más destacados de la Ciencia y la Tecnología espacial son los satélites artificiales. | Balán Gutiérrez*

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Escrito en OPINIÓN el

En días pasados el lanzamiento del vehículo de exportación espacial Perseverance como parte de la misión de la NASA a Marte tuvo una importante cobertura, junto con otras noticias relacionadas a la exploración del espacio, en la saturada agenda informativa. Algo sobresaliente si consideramos que el contexto actual por la pandemia derivada del covid-19 ha puesto los reflectores en el ámbito de la salud, dejando poca oportunidad para el debate de otros temas. Por ello, considero importante aprovechar para destacar la trascendencia que la ciencia y tecnología (CyT) espacial tienen para la salud y la economía, considerando las prioridades han cambiado y que la distribución, ejercicio y rendición de cuentas sobre los presupuestos públicos tendrían que ser acordes con nuestra nueva normalidad.

El sector espacial tiene una presencia importante durante la cuarentena ya que provee soluciones para mantenernos conectados a través de tecnologías digitales. Uno de los rubros más destacados de la CyT espacial son los satélites artificiales debido a sus capacidades para ubicar, comunicar y observar. Así, los satélites pueden ser utilizados para dar servicios de telemedicina a pacientes en comunidades alejadas, proveer servicios de telecomunicaciones o incluso hacer vigilancia epidemiológica a través del seguimiento a pacientes infectados, movilidad o transporte.

Las Naciones Unidas, a través de la UNOOSA (la Oficina de las Naciones Unidas para los Asuntos del Espacio Ultraterrestre, por sus siglas en inglés) y el programa UN-SPIDER, han lanzado un repositorio para identificar las contribuciones que la CyT espacial está haciendo para mitigar los efectos de la covid-19, donde agencias gubernamentales, academia, sociedad civil, sector privado pueden publicar sus soluciones para la salud global. Por su parte, la Agencia Espacial Mexicana lanzó en abril pasado una convocatoria para generar propuestas de aplicaciones de tecnología espacial para disminuir contagios entre la población, apoyar a los grupos más vulnerables, mitigar el impacto de la pandemia y reactivar la economía o brindar apoyo psicológico a las personas en confinamiento, además de poner a disposición del público un seminario virtual con estrategias de las misiones espaciales para mejorar la salud mental durante el confinamiento.

Por otro lado, el rol de la industria espacial es relevante para las economías nacionales.  De acuerdo con la OCDE, los programas espaciales gubernamentales tienen presupuestos estimados que suman más de 75 trillones de dólares de EEUU (el mayor desde la carrera espacial en la década de los 60), y a la par se ha incrementado la participación e impacto de capital  privado en la industria (basta recordar el reciente lanzamiento a cargo de SpaceX), el registro de patentes, el número de países con satélites en órbita (82), además de la producción científica a través de publicaciones y programas académicos. 

En México, la industria aeroespacial ha cobrado relevancia en los últimos años. De acuerdo con estimaciones de la Federación Mexicana de la Industria Aeroespacial, el PIB que genera la fabricación de equipo aeroespacial ha crecido a tasas superiores que el resto de la industria manufacturera en el periodo 2010-2017 y las remuneraciones a sus trabajadores son al menos 45% mayores que el sector industrial; adicionalmente, México es ahora el decimosegundo exportador al mercado mundial.

En términos de política pública, sonaría entonces muy atractivo hacer inversiones en el sector:  empleos, valor agregado, innovación, exportaciones, etc. Para conocer más sobre esto que parece una buena idea, en años recientes se han llevado a cabo estudios para tener evidencia de si en efecto invertir en programas espaciales tiene beneficios socioeconómicos que justifiquen el uso de dinero público en estas actividades. De acuerdo con la revisión a la literatura que realizó la OCDE (The Space Economy in Figures: How Space Contribute To The Global Economy, 2019), existen abundantes beneficios identificados, siendo los más documentados: ingresos comerciales, empleo, productividad, bienestar social, beneficios macroeconómicos, reducción en costos, innovación y ciencia, nuevos contratos y reputación e inspiración. Se encontró también que los sectores que impacta la industria también son amplios, y se expande a: la agricultura, salud, transporte y planeación urbana, educación, manejo ambiental, energía, telecomunicaciones, gestión de desastres, defensa y seguridad, análisis de datos y varios más.

Si el nuevo contexto que enfrentamos nos obliga a repensar hacia dónde se dirigen los recursos, ¿por qué no pensar en el sector espacial como una opción prometedora? México es uno de los países cuyo financiamiento público al programa espacial es más bajo; desde el gobierno, podría entonces incrementarse el financiamiento a este sector y hacerlo de forma sostenida, además de mejorar el conocimiento y uso de aplicaciones de datos y tecnología espacial para la gerencia de servicios públicos. 

El espacio nos inspira y mejora nuestras vidas diarias. La humanidad enfrenta ahora un reto significativo y en los años por venir serán el cambio climático, desastres naturales, ciber ataques u otros que aún no nombramos. Invertir ahora en ciencia y tecnología espacial puede ser una buena apuesta para encontrar soluciones que mejoren nuestras vidas y que ojalá observemos más seguido en las noticias que leemos en nuestro día a día.

*Balán Gutiérrez. Economista y maestro en Cooperación internacional para el desarrollo por el Instituto Mora. Especializado en el diseño, operación y evaluación de políticas públicas y proyectos de desarrollo. Fue director de asuntos internacionales en la Agencia Espacial Mexicana.