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Derecho a internet y covid-19, un debate sobre desigualdades

Cora del Sur es un modelo ejemplar de salud pública mostrando que el derecho a la protección de la salud se une con los llamados derechos digitales. | Leonardo Bastida

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Escrito en OPINIÓN el

Desde febrero pasado, todas las personas en Corea del Sur cuentan con una serie de aplicaciones en sus teléfonos celulares que les permiten identificar aquellos lugares donde hay sitios para la aplicación de pruebas de detección de covid-19 y saber en dónde se han localizado casos en las últimas horas.

En ese momento, la nación asiática era el segundo país del mundo con mayores tasas de infecciones del Sars-Cov-02 por lo que planteó una serie de medidas para dar respuesta a la situación. Entre estas estuvo la protección al personal de salud con el equipamiento necesario; el evitar que en los hospitales se propiciaran las infecciones nosocomiales; seguimiento a personas detectadas con covid-19 mediante llamadas telefónicas; la cobertura de todos los gastos médicos para ciudadanos y visitantes detectados con la infección; el uso general de máscaras y cubrebocas, y el desarrollo de una estrategia digital a través de la cual, además de compartir constante información a la población vía teléfonos celulares, se pudieran ubicar los espacios y los momentos en los que una persona diagnosticada con una infección del coronavirus estuvo presente y las formas en las que se transportó para así localizar a personas con las que tuvo contacto para aplicarles pruebas de detección y monitorearles durante 14 días.

Un reporte sobre cuidados virtuales en materia de salud, publicado en “The Lancet”, la telemedicina es ampliamente utilizada en varios países, basándose en las experiencias coreanas y de China, donde había servicios médicos de apoyo en línea, aminorando la cara de atenciones en los centros de salud, o en la India, donde se utilizó el WhatsApp como forma de comunicación con la sociedad.

En Canadá se ha trabajado a marchas forzadas para contar con las herramientas digitales en los servicios de salud. Al igual que en Italia, donde se venía trabajando en el tema de 2018, pero aún no se cuenta con la infraestructura necesaria para que los servicios de salud otorguen estos servicios al cien por ciento. En Reino Unido se han incrementado las consultas a través de medios virtuales.

Sin embargo, en otras partes del mundo, el uso de las nuevas tecnologías no ha resultado, en todas las ocasiones, la mejor opción para brindar apoyo y atención a ciertos sectores de la población. 

A través de un ejercicio de análisis sobre las intervenciones del gobierno francés en respuesta al covid-19, un grupo de investigadores del departamento de salud pública de Francia y algunas universidades, mediante una investigación ha señalado que se han presentado algunos retos como la apuesta por la utilización de consultas médicas a distancia de manera masiva, método que no ha sido del todo útil en algunas áreas como los suburbios de grandes ciudades como París, donde el acceso a internet es aún escaso.

Estos espacios, denominados “banlieu”, retratados en películas y documentales recientes como Los Miserables de Ladj Ly, Swagg. Gente con estilo de Olivier Babinet y la ya clásica El odio de Mathieu Kassovitz, han mostrado que las respuestas sanitarias requieren tomar en cuenta aspectos como la multiculturalidad predominante en ellos, pues son habitados por comunidades de personas migrantes, la diversidad lingüística y que muchas personas, sobre todo, aquellas en edad adulta, aún desconocen las formas de uso de dispositivos electrónicos.

En la ciudad de los vientos, Chicago, se ha detectado que las personas de origen afroamericano, quienes habitan en la parte sur de la urbe, son más propensas a una infección que quienes viven en la parte norte, donde en su mayoría hay población blanca. 

Un ejercicio realizado por alumnos de la Escuela de Derecho de Harvard mostró que en la parte sur de la ciudad circundante a los Grandes Lagos, hay tres veces más posibilidad de adquirir el covid-19, pero también las tasas de desempleo y de carencia de acceso a seguridad social son altas, sumado a altos índices de obesidad y de diversas problemáticas sociales, entre ellas, un acceso desigual a la justicia, como se ha documentado en varios medios de comunicación, en los que se han compartido historias de abusos por parte de la policía.

En estos barrios, la mitad o menos de la mitad de la población, alrededor de 40 por ciento, tiene acceso a internet, un panorama similar al que se registra en muchas comunidades rurales en territorio estadounidense, un escenario que para varios especialistas significa un contexto social con barreras de desarrollo comunitario, pues, las estrategias digitales, como las diseñadas para dar respuesta al covid-19, no alcanzan a este segmento de la población.

De acuerdo con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, uno de los indicadores sobre nivel de desarrollo es el acceso a internet, tomando en cuenta dos valores: suscripción a un servicio de telefonía celular y a un servicio de banda ancha. El nivel más alto de desarrollo sugiere 127.8 líneas de teléfono celular por cada 100 habitantes y 30.5 contratos de servicios de banda ancha por cada centenar de habitantes. El nivel más bajo es de 67.5 teléfonos celulares y 0.4 suscripciones a internet.

En el caso de América Latina, hay 103.6 contratos de telefonía celular por cada centena de pobladores y 12.8 servicios de internet contratados por un centenar de habitantes. La situación en México es que hay un rezago de casi 30 líneas de telefonía celular contratadas por cada 100 personas con respectos a los más altos niveles de desarrollo y de un 50 por ciento de servicios de banda ancha. Aún quedando pendiente el derecho al acceso a internet garantizado en el artículo 6 de nuestra constitución. 

Este domingo se conmemora el Día Mundial de las Telecomunicaciones y la Sociedad de la Información, y a propósito de la efeméride, el Secretario General de la Unión Internacional de Telecomunicaciones de las Naciones Unidas (UIT), Houlin Zhao, recordó la urgencia de reducir la brecha digital existente entre diversos sectores de la población y aprovechar las nuevas tecnologías para poder alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible para 2030. 

Una realidad es que casi 50 por ciento de la población global aún carece de acceso a la gran red, según datos de la UIT,  por lo que las labores de conexión deben incrementarse con la finalidad de que la mayorías de las personas gocen del derecho humano del acceso a internet, considerado en 2016 por la Asamblea General de las Naciones Unidas, como una herramienta de fomento de la participación ciudadana  y de la sociedad civil, de garantía de la libertad de expresión, y un mecanismo de desarrollo.

A lo largo de esta crisis sanitaria, uno de los países con la tasa más alta de conectividad a internet como Corea del Sur, donde 96 por ciento de su población en general cuenta con dispositivos de acceso a la red, ha obtenido los mejores resultados en materia de contención de infecciones y de reducción de muertes por covid-19, siendo considerado un modelo ejemplar de salud pública y mostrando que el derecho a la protección de la salud se intersecciona con los llamados derechos digitales.

En medio de esta situación única y crítica, el presidente de la UIT ha recalcado que la conexión al mundo digital debe ser segura y digna de confianza, pues de otra manera, no se logrará un desarrollo inclusivo para todas las personas en todos los lugares del mundo.