Ha comenzado la intercampaña. Ese periodo nebuloso que va desde que legalmente concluyen las precampañas hasta el inicio formal de las campañas electorales. En esta etapa, los procesos de selección interna de candidaturas siguen su marcha hasta la elección de las personas que serán postuladas y la resolución interna de las impugnaciones que se hayan presentado.
La ley no aporta mayor claridad respecto a esta etapa por decisión de los legisladores que la redactan y aprueban y que, casi con toda certeza, buscarán verse beneficiados en sus actividades proselitistas con la vaguedad que rodea a esta etapa del proceso electoral.
En este periodo la actividad electoral aumenta sustancialmente. Comienzan a correr los plazos para el registro de candidaturas y, junto con esto, la revisión de los requisitos legales para la obtención de una candidatura. Los mismos plazos aplican para el registro de candidaturas partidistas o por la vía independiente.
Contienda en regla
Entre las tareas que la autoridad electoral tiene encomendadas se encuentra, además, la revisión de los informes de ingresos y gastos de cada candidatura postulada. Si alguna de las personas propuestas rebasa los topes de gastos de precampaña, omite la presentación de sus informes o recibe recursos de fuentes ilegales de financiamiento, la consecuencia jurídica se actualiza a través de la negativa de registro para contender por un cargo de elección popular.
La etapa de intercampaña confluye con la puesta en marcha de todos los mecanismos que permiten iniciar la contienda electoral en toda regla: prohibición de actos anticipados de campaña, registro de candidaturas, establecimiento legal del inicio de las campañas, así como la entrega de las prerrogativas a que tienen derecho los partidos y candidaturas: financiamiento público y acceso a los tiempos del Estado en radio y televisión.
Además, la intercampaña ofrece un remanso de paz a la ciudadanía ya que ningún precandidato o aspirante a una candidatura puede aparecer en spots en radio y televisión, ni llamar al voto a favor o en contra de alguna candidatura.
Delimitar precampañas e intercampañas
Lo que ha sido claro durante este proceso electoral es que las etapas de precampaña e intercampaña deben replantearse. El objetivo central de delimitar estas etapas era garantizar la equidad en las contiendas electorales mediante la determinación clara de cada una de sus fases; el financiamiento aplicable a cada una de ellas así como diferenciar los actos que pueden llevarse a cabo en ambas etapas.
El proceso electoral en marcha ha hecho evidente que las precampañas, enmarcadas dentro de los procesos de selección interno de candidaturas, son una extensión de las campañas electorales. Las decisiones respecto a las personas que serían postuladas a la presidencia de México por las tres coaliciones registradas, se tomaron antes del inicio de las precampañas, por lo que en estas lo único que vemos son intentos de posicionarse frente a la ciudadanía o de reducir sus negativos, aunque los spots y propaganda impresa tengan la leyenda “dirigida a los militantes y afiliados del partido”.
Si bien es cierto que con la intercampaña comienzan diversas actividades en materia de organización y capacitación de las autoridades electorales como el inicio de la producción de papel seguridad para la impresión de boletas electorales, que en este proceso federal será de 278 millones; también lo es, que en el ámbito partidista, es un contrasentido frenar en seco toda la actividad proselitista, particularmente en medios de comunicación, dadas las condiciones de las precampañas que acaban de concluir, y 46 días después reiniciar las actividades en busca del voto ciudadano.
Las etapas de precampaña e intercampaña deben ser objeto de análisis y modificación en una reforma electoral que inicie los trabajos de estudio y revisión, una vez concluido este proceso electoral, en el año 2019.