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Dar razón de la esperanza: el debate razonado de cara a la 4T

Los próximos meses se distinguirán por una lucha feroz para la obtención del voto. Aunque el tiempo electoral es permanente, mucho más allá del período formal

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Escrito en GUANAJUATO el

Este primero de julio se cumplieron dos años del mandato ciudadano sobre la necesidad de un cambio profundo en el país y como en toda democracia liberal se confió en que una persona, en este caso Andrés Manuel López Obrador, junto con el Congreso de la Unión y  el Movimiento de Regeneración Nacional, podría ejercer el liderazgo necesario para ello con base en un programa de gobierno radicalmente distinto a los anteriores.

Quizá habrá gente arrepentida del sentido de su voto ¿cuánta? no se sabe porque hay encuestas para todo. Incluso las que miden el apoyo al Presidente no sirven para afirmar o negar tal asunto. La única encuesta válida, aunque suene trillado, será el resultado de las urnas del próximo año; lo demás serán aproximaciones.

Que no haya ilusos, para que no haya desilusionados, decía el prócer panista Gómez Morín. Esta multicitada frase ha sido aplicada a quienes tenemos argumentos para apoyar la dirección de las cambios impulsados por la 4T, parciales e incompletos, en efecto, pero en un sentido construido por décadas de trabajo por buena parte de la izquierda social y partidaria. 

Pero la misma frase puede ser interpretada como un reconocimiento de la dificultad de modificar las condiciones sociales sólo con pretenderlo. Y no dudo que exista gente de buena voluntad que esperaba trasformaciones vertiginosas, pero imposibles de lograr en un corto plazo pues la historia pesa en el presente de manera brutal y más cuando las condiciones estructurales heredadas maniatan de variadas formas a las y los actores de la trasformación.

Aunque les pese a los opinadores superficiales, resulta ridícula la frase tomada de lo peor del pensamiento social ingenuo:  “no importa el pasado, lo que importa son los resultados de hoy”. Ningún planteamiento más o menos fundamentado omitiría las condiciones heredadas para realizar una buena evaluación de las trasformaciones en cualquier régimen político.

Los próximos meses se distinguirán por una lucha feroz para la obtención del voto. Aunque el tiempo electoral es permanente, mucho más allá del período formal, comenzarán a aparecer con más fuerza y de manera coordinada campañas para demeritar el gobierno de López Obrador con un buen sustento financiero detrás. Es evidente la alianza de grupos que por distintas razones perfeccionarán su actuación para obstaculizar el triunfo de Morena en las elecciones del 2021.

No resulta sencillo predecir el resultado, pero sí es dable pensar que en el proceso se abrirán diversos campos de lucha mediática, entre otros: a) los más superficiales, en los que se intercambian insultos y acusaciones, generalmente por las redes sociales; b)  otro donde se pegan pedazos de realidad que se ajustan según la ideología del restaurador o restauradora (aquí ubico los mass media tradicionales, caracterizados ahora por ser antipeje, de forma que se han ganado severas respuestas en las mañaneras); y finalmente c) el debate donde se supone que existe una reflexión fundamentada y crítica.

Quienes nos ubicamos como personas simpatizantes y promotoras del proyecto de país impulsado por Morena, debemos estar a la altura para fundamentar las razones de nuestras simpatías  políticas y haremos un gran bien al país cuando lo que se intercambie sean razonamiento fundamentados y no insultos que enrarezcan el ambiente.  Lejos de los memes y las postales,  el apoyo crítico a la 4T implica la revisión de los argumentos del ala contrincante, desde una postura asumida conscientemente y la aceptación de los errores del proyecto al que se pertenece.

En estos dos años de gobierno se pueden reconocer varios procesos positivos  relacionados con el fortalecimiento del papel del Estado en el bienestar social, el combate a la corrupción, las trasferencias monetarias a las personas más pobres, el impulso al mercado interno, una legislación avanzada, la inserción del feminismo en ciertas decisiones de gobierno, el esclarecimiento de los crímenes del pasado, la restructuración de los sistemas de salud y de educación, la amnistía para personas encarceladas injustamente, la austeridad republicana, la reorientación del presupuesto y otros más. Cada uno es punto de debate pero hay argumentos para defender el proyecto de la 4T aun cuando haya un trecho importante que avanzar en seguridad, perspectiva de género, crecimiento económico y en la relación con organismos de la sociedad civil.

La vida política tiene como componente necesario el poder derivado de las urnas, pero las razones y los argumentos deben estar presentes, pues para construir la democracia deliberativa se requieren grupos y personas demócratas dispuestas a conducir su presencia  política en el respeto a las diferencias y en la solidez de las argumentaciones. Así deberá ser.