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¿Cuánto más?

Cuánto más tenemos que esperar las mujeres para sentirnos seguras en nuestras casas, saliendo a la calle, en nuestros trabajos o escuelas. | Carla Humphrey

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Escrito en OPINIÓN el

La marcha de protesta de miles de mujeres en la Ciudad de México el pasado viernes, es una marcha que debe representar a todos los y las mexicanas ante la alarmante y creciente violencia en la que vivimos las mujeres en nuestro país.

Los distractores sobran: las pintas y los vidrios rotos entre los más usados para intentar descalificar y cerrar los ojos ante la situación de las mujeres en México. El grito desesperado de mujeres que reaccionaron de manera pública y pacífica detonado por tres denuncias de mujeres, una menor de edad, que fueron violadas por elementos de la policía, de aquellos que su labor implica salvaguardar la vida y la integridad de las y los ciudadanos, evidencia la indignación y el enojo frente a esta lacerante situación. No entender la rabia y la impotencia de mujeres de todas las edades que no pueden sentirse seguras ni en la calle, ni en sus trabajos o escuelas, ni en su casa implica desconocer y cerrar los ojos frente a una realidad en la que se matan mujeres todos los días en nuestro país.

El contexto histórico de violencia y discriminación en contra de las mujeres se agrava cuando las autoridades pretenden banalizar una marcha de protesta en lugar de aportar recursos, soluciones para erradicar esta situación, castigar a los culpables, capacitar a las y los ministerios públicos para no revictimizar a las mujeres violentadas. Es no entender que este es el país más violento para las mujeres en América Latina y que, de conformidad con datos de la ONU, 9 feminicidios se comenten en nuestro país todos los días.

Si la función primordial de un Estado es proteger a sus ciudadanos, ¿cómo comprender la desmedida atención en los daños materiales de una protesta contra las muertes y violaciones que suceden todos los días en nuestro país? ¿cómo explicarles a familias completas que su mamá, hermana, hija o sobrina no llegarán más a casa porque fue víctima de un acto machista y cobarde en el que le arrebataron la vida y, peor aún, que los culpables jamás pagarán por quitarle la vida a una mujer?

Mujeres y niñas en todo el país, de todas las edades y de contextos diversos enfrentan día a día violencia de género en distintas formas: violencia física, sexual, psicológica, laboral, escolar, económica y hasta la muerte. ¿Es ese el escenario al que los ciudadanos queremos que se enfrente más de la mitad de la población sólo por el hecho de ser mujeres? ¿Es esa la educación y los valores que se aprenden en nuestras casas y escuelas para cosificar, desvalorizar, discriminar y violentar a las mujeres y en todos los espacios, tanto el público como el privado?

Las autoridades en todo el país tienen que responder por la seguridad y la integridad de las mujeres, esa es su obligación y debe sancionarse con todo el rigor de la ley a quienes atenten contra las mujeres en cualquiera de sus formas, y con mayor severidad si se trata de servidores públicas cuyas funciones son precisamente las de proveer seguridad y protección. Es inadmisible que este tipo de funcionarios crean que tiene el derecho y la libertad de violar a las mujeres cobijados por el manto de la complicidad y la impunidad.

Esta no fue la primera marcha de mujeres en protesta por las condiciones de violencia en que estamos obligadas a vivir, cuántas manifestaciones de indignación y protesta deben realizarse reclamando por la vida de las mujeres que son asesinadas y violentadas a lo largo y ancho de este país. Cuántos feminicidios son necesarios para activar alertas, hacer reformas legales, tipificar la violencia política, destinar recursos para salvar la vida e integridad de las mujeres en México. Cuánto más tenemos que esperar las mujeres para sentirnos seguras en nuestras casas, saliendo a la calle, en nuestros trabajos o escuelas. Es mucho exigir respeto e igualdad para que las mujeres podamos consolidar nuestros planes de vida sin temer por nuestras vidas. México tiene una enorme deuda con las mujeres mexicanas y debemos exigir desde todos los espacios que el Estado cumpla con su obligación de garantizar la vida y la seguridad de las mujeres en nuestro país.