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Cofradías, hermandades y sociedades secretas en la historia

A lo largo de la historia grupos han dominado algunas artes y ciencias como nadie.

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Escrito en OPINIÓN el

 

 

Desde el Polo Norte hasta el Polo Sur, desde los helados mares de los países nórdicos hasta las tórridas llanuras paquistanís, desde las antiguas civilizaciones de Babilonia, Persia o Grecia hasta las selvas del corazón de Sudamérica, todos los hombres buscamos organizarnos en grupos afines a un pensamiento o idea, con quienes buscamos llevarla a cabo y triunfar.

 

A lo largo de los siglos, la humanidad siempre ha buscado agruparse u organizarse para alcanzar fines comunes en beneficio de individuos u organizaciones, pero las actividades de estos grupos muchas ocasiones no son conocidas por la mayoría de la sociedad, por lo que su actividad está supeditada a los miembros de ese grupo en particular.

 

Pero a diferencia de lo que sucede en la mayoría de la sociedad, ciertos personajes han ido mucho más allá organizando grupos con miembros, que además de mantener cierta afinidad entre ellos, son enseñados –en la mayoría de los casos– en una máxima.

 

Es así como surgen grupos como los llamados francmasones o masones; o bien cofradías o hermandades emanadas de los hombres enseñados en los principios de la Iglesia Católica; asimismo pueblos enteros como los Cataros, gitanos o sionistas que gracias a su férrea tenacidad, se impusieron a otros pueblos y así los conquistaron, e incluso han dominado algunas artes y ciencias como nadie.

 

También encontramos en otra categoría a grupos religiosos, que si bien no se consideran como sociedades secretas, para quienes no pertenecen a ellas los ven de esta manera “secretas” y “misteriosas”, ya que lo desconocido tiende a ser visto como extraño e irreal, me refiero a organismos cristianos como los Mormones o los Testigos de Jehová, que en cierta medida han contribuido al desarrollo de las ciudades en las que comenzaron su movimiento.

 

Hablemos de los masones o francmasones –la palabra masón viene del francés maçon que significa albañil– quienes han influenciado fuertemente nuestras sociedades, y aunque si bien no podemos decir de manera enfática que esa influencia tenga que ver con teorías de conspiración, o ideas primigenias de acumular poder, la influencia de la francmasonería al mundo entero deriva en la influencia de la masonería en la Iglesia Católica primeramente.

 

En sus orígenes, la Masonería fue un gnosticismo arcaico o un cristianismo primitivo. El ritual de la Iglesia era y sigue siendo, el de un simple y puro paganismo exotérico remodelado, ya que no podemos afirmar que haya sido reformado.

 

Este hecho ha sido demostrado por Ragón en su Ante-Omniae de la Liturgia moderna comparada con los antiguos Misterios, mostrando el ritual puesto en práctica por los primeros Francmasones.

 

La Masonería, a pesar de sus innovaciones y características modernas (particularmente la introducción del espíritu bíblico), procura el bien en los planos físicos y moral, por lo menos, como obraba apenas hace una década.

 

Pero las iglesias y la Francmasonería han disentido por completo desde el día en que dejaron de constituir una sola entidad. Sí, hubo un tiempo en que la Iglesia y la Francmasonería fueron una. Fue en los siglos de intensa reacción moral, periodo de transición, época de lucha en la que el pensamiento era denso como una pesadilla.

 

Entonces, era una verdadera ecclesia en el sentido de unión fraternal y de ayuda mutua, era la única “religión” del mundo, si consideramos que esta palabra se deriva del verbo religare (unir), puesto que une a todos los hombres que pertenecen a ella como si fueran “hermanos”, sin hacer distinción de razas ni de dogmas.

 

Dado que el cristianismo primitivo era una derivación de la Masonería primitiva, tenía también sus signos, sus palabras de paso y sus grados iniciáticos. “Masonería” es un término antiguo y su empleo no se remonta muy lejos en nuestra era. El apóstol Pablo, se llama a sí mismo “Maestro Constructor”, afirman los teosofistas.

 

Los antiguos masones recibieron nombres diferentes, la mayoría de los eclécticos de Alejandría, así como los teósofos de Amonio Saccas y los últimos neoplatónicos eran virtualmente Masones. Todos estaban ligados al secreto por un juramento. Todos se creían hermanos y tenían sus signos de reconocimiento. Los eclécticos o filaleteos contaban en sus nutridas filas, entre todos los sabios más capaces y más eruditos de la época.

 

La palabra “Misa” se deriva de la latina Messis (cosecha, la siega, las mieses y frutos recogidos), de la cual viene a su vez la palabra Mesías, el que hace sus cosechas y mieses, es decir, el “Cristo-Sol”.

 

La voz “logia”, utilizada por los Masones, endebles sucesores de los Iniciados, tiene como raíz a loga (loka, en sánscrito), que significa una localidad y un mundo, y a la palabra griega logos, el verbo, el discurso, cuyo significado total es un lugar en el que se discuten ciertas cosas.

 

Las reuniones de los logos de los Masones primitivos terminaron por recibir el nombre de synaxis, “asambleas” de Hermanos, cuyos objetivos eran orar y celebrar la Cena, y donde sólo se utilizaban ofrendas no manchadas de sangre, como frutos y cereales. Poco después, estás ofrendas recibieron la denominación de hostiaem, u hostias puras y sagradas, en contraste con los sacrificios impuros (como los prisioneros de guerra, hostes, o rehenes) y porque las ofrendas consistían en frutos de la cosecha, las primicias de las messis.

 

Por su parte, las cofradías son de origen netamente religioso, se crearon para integrar en ella a individuos de una determinada profesión, orden social o grupo étnico, de este modo, las cofradías derivan de las enseñanzas y estructura de la Iglesia Católica.

 

Su actividad y dedicación se regulaba mediante unos estatutos muy sencillos.

 

La Hermandad en cambio fue creada para integrar en ella a individuos de diferentes profesiones, tipos sociales y razas.

 

Igualmente con carácter local, también se regulaba con unos simples estatutos, y no había diferencia alguna con la cofradía salvo la diferencia sustancial de sus componentes.

 

Era frecuente, que una Cofradía, con el tiempo, se convirtiese en hermandad, al admitir dentro de ella a individuos de otras características sociales. Eso dependía de las decisiones de los presidentes y juntas directivas de las Cofradías y de su ánimo de integración social o expansión.

 

Hoy en día, las cosas han cambiado. No hay ya diferencia social ni jurídica entre Cofradía y Hermandad, y el nombre que ostentan hoy es simplemente el que se establece al fundarse la misma. Y principalmente viene dado por el origen o recuerdo histórico que se le quiera dar la nueva Cofradía o Hermandad. La modernidad ha acabado con todas las diferencias.

 

La influencia de este tipo de organismos a lo largo de la historia es claramente visible en buena parte de los movimientos globalizados de nuestra época, por lo que negar su importancia y autoridad no corresponde con una sociedad moderna que se precie de serlo.

 

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