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Biden-AMLO, la nueva y difícil relación anticrimen

El Mencho es ahora la figura criminal más peligrosa y buscada. | Jorge Medellín

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Escrito en OPINIÓN el

El inicio de lo que puede ser una nueva y difícil relación entre México y los Estados Unidos en materia de seguridad, combate al crimen organizado y al narcotráfico en particular, los signos y señales claras que muestran los primeros pasos independientes de las instituciones mexicanas están ya a la vista.

El distanciamiento entre la DEA y la FGR, la SEDENA, la SEMAR y ahora la Guardia Nacional no es nuevo. Se dio desde la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia del país, es decir, en los tiempos turbulentos de Donald Trump en la Casa Blanca.

El alejamiento, que transitó por un verdadero rompimiento de los enlaces civiles y militares de ambos países encargados del intercambio de información sensible para la lucha antidrogas, prácticamente no ha variado.

La llegada al poder del demócrata Joe Biden no alteró en nada la postura de López Obrador en el sentido de modificar su estrategia de cooperación para llevarla a los terrenos de la colaboración no militar ni punitiva, es decir cooperación para el desarrollo regional.

La Iniciativa Mérida, otrora punta de lanza de la intervención demócrata y luego republicana en cuestiones de ayuda contra los cárteles de la droga, se mantuvo más o menos vigente a la llegada de Trump al poder.

Este instrumento fue agotándose rápidamente en la medida en que la estrategia global de combate al narcotráfico se reveló inútil, fracasada en cualquier latitud en la que se le haya aplicado, especialmente si se basa en respuestas militares, respuestas de fuerza que al final, como ya se ha demostrado, sólo han beneficiado a un puñado de notables.

El recurso militar, incluso el policial, se han quedado cortos y rebasados ante el amplio y multifacético fenómeno del narcotráfico, cuyos temas de fondo son incapaces de atacar.

Temas de fondo como son la corrupción en todos sus niveles, formas y escenarios; el subdesarrollo, la desigualdad social, la pobreza extrema, el lavado de dinero, el tráfico de armas e incluso la seguridad pública siguen sin ser resueltos o por lo menos controlados desde la lógica del uso de la fuerza militar.

Pese a los miles de soldados, marinos y guardias nacionales desplegados aquí y allá, pese a los miles de millones de pesos gastados en sostener un aparato bélico que opera, pero que nunca ha reducido la violencia, disminuido la producción y flujo de drogas, cortado el trasiego ilegal de armas, cartuchos, uniformes, chalecos tácticos, chalecos balísticos, granadas, fornituras, cascos, cargadores y equipo de comunicación y vigilancia (drones), el narco sigue en expansión, es capaz de adaptarse, de innovar, de reproducirse y desestabilizar regiones completas del territorio.

Hace unos días la Administración para el Control de Drogas (DEA) de los Estados Unidos dio a conocer su más reciente balance sobre el combate al narcotráfico, descalificando de nuevo a México –ya en la administración de Biden y con el fantasma del caso Cienfuegos encima– y señalando la inacción del gobierno para atacar de manera efectiva el trasiego de fentanilo hacia Norteamérica.

A la publicación del informe de la DEA vino la respuesta del gobierno de López Obrador, con al menos cinco detenciones relevantes de operadores o personajes señalados por su capacidad para desestabilizar y provocar violencia en zonas específicas.

La mayoría de los objetivos detenidos pertenecen al Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG), encabezado por Nemesio Oseguera Cervantes, El Mencho, por quien la DEA acaba de ofrecer 10 millones de dólares a quien proporcione datos certeros para su localización.

El Mencho es ahora la figura criminal más peligrosa y buscada por la DEA en México o en cualquier parte del planeta. Esta cadena de hechos y reacciones dibuja los caminos separados pero cercanos de los dos países para abordar una agenda de cooperación que sigue congelada y sin visos de reactivarse en lo inmediato.

Así, a los señalamientos de la DEA y del gobierno de Biden sobre la inacción del gobierno mexicano para hacerle frente a los cárteles y su poder de expansión y penetración en suelo estadunidense, se han sucedido capturas de capos hechas por el Ejército, por la Marina y la Guardia Nacional a partir de pitazos, de filtraciones atribuidas al Cártel de Sinaloa (CDS) para quitar del camino a su violento competidor, el CJNG.

Alexei Chávez, analista experto en temas de seguridad binacional sostiene lo anterior y agrega que las capturas han aumentado y esto ha sido a partir no de la aplicación de tecnología avanzada, satelital, de intervención de comunicaciones, de vigilancia no intrusiva, de posicionamiento global, sino de pitazos, de información de primera mano recibida por la inteligencia militar y civil en México.

Inteligencia de primer piso que ha funcionado para ir golpeando al CJNG y grupos afines mientras el deshielo entre la DEA, la SEDENA, la SEMAR, el CNI sigue mostrando que las cosas van a tardar en funcionar de tal forma que a Obrador y a Biden les guste y convenga.