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OPINIÓN

Ayoloco y la Cumbre del Clima

Frente al deterioro del clima, López Obrador mantiene su apuesta al consumo de combustibles fósiles. | Adolfo Gómez Vives

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Como un preocupante recordatorio de que la actividad humana está teniendo efectos catastróficos en los ecosistemas y en el clima terrestre, investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México colocaron en el Iztaccíhuatl una placa en memoria del glaciar Ayoloco, cuyas nieves “eternas” se extinguieron oficialmente en 2018.

A contracorriente, Andrés Manuel López Obrador exhibe su obcecación respecto al uso de combustibles fósiles mientras descalifica el empleo de energías limpias como la eólica y la solar, con el pretexto de fortalecer la “soberanía energética”, en un mundo globalizado que no sólo demanda el intercambio comercial entre países, sino también acciones conjuntas y coordinadas contra el deterioro ambiental del planeta.

Y aunque la Ley General de Cambio Climático —vigente desde junio de 2012— obliga al Estado mexicano a atender los compromisos emanados de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y a establecer políticas de mitigación frente a dicho fenómeno, su postura intransigente no parece tener una explicación racional, como no sea la de pagar favores adquiridos durante su campaña política.

El programa Sembrando Vida, presumido ante la Cumbre de Líderes sobre el Clima como el proyecto de reforestación “más grande del mundo”, comienza a presentar mayores problemas que los que pretende resolver.

Según la plataforma Global Forest Watch, creada por el Instituto de Recursos Mundiales (World Resources Institute), México perdió 306 mil hectáreas de bosques y selvas durante 2019, ponderadamente en los estados donde se ejerce dicho programa, lo que obedece a los desmontes realizados por campesinos para acceder a los recursos económicos que se ofrecen a cambio de sembrar especies frutales y maderables ajenas a los propios ecosistemas de por sí disminuidos.

A la ausencia de políticas de protección al ambiente se suma el discurso de López Obrador que va en contrasentido de lo expresado por los más de 40 jefes de Estado y de Gobierno, entre los que sobresalen Rusia, China y Estados Unidos.

La placa colocada en el extinto glaciar de Ayoloco exhibe la displicencia con la que los gobiernos anteriores han actuado en el tema del cuidado al medio ambiente, pero también el lamentable vaticinio de los efectos que tendrá en el ambiente el criminal descuido de este gobierno.