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Ante la violencia contra las mujeres, la misma estrategia

La respuesta del presidente ante lo que se considera ya como una emergencia nacional ha sido decepcionante. | Agustín Castilla

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Escrito en OPINIÓN el

A partir de la marcha del 8 de marzo así como del paro del día siguiente, muchas cosas tienen que cambiar en nuestra sociedad. No se trató de una manifestación más, el mensaje que mandaron las mujeres de dolor, de hartazgo, de sororidad, de empoderamiento fue muy potente y sería un grave error pasarlo por alto. Demostraron que es mucho más fuerte lo que las une que las diferencias que pudieran tener, lograron superar sus miedos, los intentos por boicotear la marcha, por inhibir su participación, por polarizar y dividir.

El domingo tomaron las calles mujeres de distintas edades, ideologías, afinidades políticas, creencias religiosas, posición social o económica en torno a un reclamo común por condiciones de respeto e igualdad. Les sobran motivos para estar hartas de vivir con miedo, de ser violentadas en los centros laborales, en sus casas, en las calles, de no saber si regresarán con vida y también de ser víctimas constantes de discriminación. Con toda razón, están cansadas de ganar menos por el mismo trabajo, de contar con mucho menos posibilidades de ascender y de formar parte de los espacios de decisión tanto en el ámbito público como en el privado, de que no se reconozca el trabajo no remunerado.

En el marco del Día Internacional de la Mujer alzaron la voz contra la cultura patriarcal, y el 9 de marzo nos recordaron con su ausencia que el mundo no es viable sin ellas. También con el hashtag #ComoHombres nos sacudieron -espero que realmente nos lleve a la reflexión- al exhibir la violencia verbal a través de los comentarios machistas que frecuentemente utilizamos con toda normalidad en detrimento de la dignidad de la mujer.

Es mucho lo que se tiene que modificar desde el gobierno a través de programas y políticas públicas transversales con perspectiva de género, desde el poder judicial y por supuesto desde la sociedad para deconstruir la tan arraigada cultura patriarcal, pero me parece que lo inmediato es atender los 10 feminicidios que se cometen cada día en nuestro país y que generalmente quedan impunes -en muchos casos ni siquiera se clasifican como feminicidios-. Tan sólo entre el 8 y 9 de marzo fueron asesinadas 21 mujeres, una de ellas fue Nadia de 23 años quien dos días antes publicó su foto en Facebook simulando que estaba desaparecida como parte del movimiento de protesta y con la frase “si un día soy yo, quiero ser la última”.

Sin embargo, la respuesta del presidente ante lo que se considera ya como una emergencia nacional ha sido decepcionante. En un primer momento se mostró renuente a abordar la grave situación de violencia de género por la que atraviesa el país minimizando el problema y en cambio le dio más importancia a otros temas como la polémica rifa del avión presidencial, posteriormente descalificó el movimiento atribuyéndolo al golpeteo político de sus adversarios y, después de la marcha y el paro se pronunció en contra de la creación de una fiscalía especializada argumentando que no es necesario puesto que todos los días trabaja para garantizar la paz y la seguridad advirtiendo también que no modificaría su estrategia consistente en atender a los jóvenes, que no haya desempleo, que haya buenos salarios, se evite la desintegración familiar, se fomenten los valores, y seguir resistiendo los ataques del conservadurismo.

El presidente y su gobierno no son responsables de la violencia contra las mujeres que lleva décadas, pero sí tiene la obligación de impulsar acciones serias para su prevención y combate, pues lo cierto es que no ha dado muestras de asumir la responsabilidad que le corresponde, de darle su debida importancia a un fenómeno de suma gravedad y, su estrategia -que al parecer nadie alcanza a comprender- no ha dado resultados como lamentablemente se evidencia días tras día en que las mujeres siguen siendo violentadas sin que encuentren respuesta en su gobierno.