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OPINIÓN

AMLO, en campaña

La presidencia de la República y Morena han impugnado el bozal impuesto por el INE a López Obrador. | Jorge Ramos Pérez

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En 1994, otro de los años que vivimos en peligro, Carlos Salinas había decidido que el candidato presidencial del PRI fuera Luis Donaldo Colosio. Ha dado mil y un explicaciones de su determinación, pero la verdadera quizá no la conozcamos nunca.

La convulsión por la abrupta irrupción pública del EZLN tenía a Manuel Camacho en la cúspide mediática. Es historia conocida la desesperación en el abanderado oficial cuya campaña no prendía. “No se hagan bolas, el candidato es Colosio”, soltó Salinas ante la cúpula del poder aquel 27 de enero de 1994.

Salinas fue, además, el organizador de una cena con los empresarios más ricos del país a quienes les pasó la charola para que aportaran 26 millones de pesos a la campaña de Colosio, como reveló el periodista Francisco Barradas en El Economista.

¿Qué ha cambiado de entonces a la fecha?

El sábado 23 de enero el presidente Andrés Manuel López Obrador se dejó fotografiar en una mesa de un restaurante en Monterrey con Clara Luz Flores, la mujer que será candidata de Morena a la gubernatura de Nuevo León.

En marzo de 2019 López Obrador desayunó en un restaurante de Tijuana con Jaime Bonilla. Era el perfilado para competir por la gubernatura de Baja California, que finalmente ganó.

Hay muchas historias sin contar del turbulento 2006. Por ejemplo, que desde influyentes oficinas del sur de la Ciudad de México personajes relevantes presionaban para que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación anulara la elección. Existe, de hecho, un proyecto de resolución con esa determinación. Pero se quedó en el archivo de algunos abogados, y que algún día verá la luz de ese interesante legajo.

Los magistrados del Tribunal Electoral, que como los actuales, comen de la mano del poder presidencial, en aquel momento les tembló el pulso. Solo dejaron por escrito en la resolución que hizo presidente a Felipe Calderón que Vicente Fox, como titular del Ejecutivo federal de México, puso en riesgo la validez de la elección con sus declaraciones.

Aún queda en la memoria cuando, ante la incontinencia verbal de Fox, el candidato López Obrador, le espetó la famosa frase “¡cállate, chachalaca!”, lo que encendió la campaña presidencial que terminó en un lastimoso triunfo de Calderón Hinojosa.

El anecdotario es prolijo. El 24 de mayo de 2012 el diario El Universal reveló un audio en el que dio a conocer una cena en una elegante casa en Las Lomas de Chapultepec de la Ciudad de México en la que se pidieron millones a empresarios para la campaña presidencial de López Obrador, que como siempre, se desmarcó y dejó colgados a sus recaudadores.

Aún está fresco el video del año pasado en el que se ve al hermano del presidente, Pío, recabar dinero de un personaje vinculado al entonces gobierno de Chiapas. En bolsitas de papel y registrados en una libreta bautizada como “biblia”.

Y qué decir del mítico René Bejarano, quien como secretario particular de López Obrador en la jefatura de gobierno de la capital, se embolsaba los billetes con todo y ligas.

¿Qué ha cambiado de entonces a la fecha?

Hoy vemos el jaloneo entre el Instituto Nacional Electoral y López Obrador porque le están ordenando que deje de declarar en torno de la elección en curso y que se finiquitará el 6 de junio, con más de 20 mil cargos en disputa, pero todos con la ambición de llevarse mayorías de la Cámara de Diputados y de las 15 gubernaturas.

El pasado 3 de enero, el destacado reportero Pedro Villa y Caña documentó en El Universal que, desde que se anunció formalmente la alianza PAN, PRI y PRD, López Obrador dedicó 13 conferencias mañaneras a criticar a esos partidos y a señalarlos de buscar un retorno al modelo neoliberal y de corrupción.

Entre el 2 de diciembre y el 29 de enero, López Obrador dedicó 189 minutos en sus conferencias para atacar a esa oposición partidista: “corrupción”, “engaño” y “neoliberal” fueron las palabras más utilizadas desde el atril presidencial, cuya transmisión se hace íntegra en canales de televisión del Estado mexicano.

La presidencia de la República y Morena han impugnado el bozal impuesto por el INE a López Obrador. Los magistrados tienen el reto de poner orden al presidente o ponerse a las órdenes del presidente.

¿Qué ha cambiado en el país en materia electoral? Se puede presumir que bastante, pero también es evidente que queda mucho de ese pasado del que tanto reniegan quienes están en la palestra del poder político.

Pero no se hagan bolas, siguen siendo los mismos, solo con diferente piel. No son iguales, solo lo hacen pior.

Punto y aparte. Durante meses Hugo López-Gatell fue el dique para conseguir vacunas en el extranjero. Aliado con la Secretaría de la Función Pública se han dedicado a torpedear. También durante meses, López-Gatell y López Obrador cerraron el paso a los gobernadores para poder adquirir vacunas. Incluso, el jueves pasado en la reunión con la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, y el propio López-Gatell reiteraron a la petición de la Conago que no podían comprar vacunas. Pero en la conferencia de Palacio Nacional del viernes a las 7:30 de la mañana el presidente les dijo que siempre sí. ¿Por qué? El aval llega tarde y, si bien les va, las farmacéuticas podrán vender a estados a finales de este año o principios del 2022. El tema causa escalofríos.

Punto final. Alfonso Romo dejó de cobrar del erario como jefe de la Oficina de la Presidencia, desde finales del año pasado. Pero estuvo presente en la conversación entre López Obrador y Biden.