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Amar es...

Nescimus quid loquitur

Por
Escrito en VERACRUZ el

Desde hace algún tiempo he pensado en todas esas palabras que la humanidad ha utilizado, en sus intentos por describir lo que es el amor, dejando la tinta y la imaginación en libertad, entre las letras que una a una van moldeando diversas formas de amar.

He pensado en todo ese cúmulo de arte que ha sido inspirado por el amor, toda esa nostalgia de extrañar; en todos esos suspiros que a cuenta gotas nos desgarran -nos hacen pedazos-, o nos devuelven el corazón con el recuerdo de un beso, una simple sonrisa.

En los últimos meses ha dado vueltas en mi cabeza, la idea de aquel lenguaje lateral y subversivo al que hacía referencia Sabines, en su búsqueda por curarse de un amor que le había revuelto hasta las entrañas, y aquella maravillosa idea que es que en éste lenguaje -construido por dos amantes-, sea donde se encierran las mejores palabras de amor, que transmutan su significado y valor en algo más.

Así surgen “te quiero”, que no se escriben como tal, sino que toman formas tan diversas como las diversas formas que se tiene de amar.

En la búsqueda por definir lo que es el amor, lo primero que debemos de hacer es romper con aquellos mitos que le encadenan, esas ideas erróneas y monotemáticas que consideran al amor sólo desde la óptica del amor romántico, que en sí, sólo es una forma de éste, y en muchas ocasiones se confunde absurdamente con el deseo.

El deseo es fugaz, una chispa que lo enciende todo, que quema todas las naves si es necesario, pero el amor no sólo queda ahí, el amor trasciende porque lo lleva a un nivel de intimidad más profundo, una desnudez que nos deja no sólo a flor de piel, sino que llega hasta el espíritu.

Dicen que amar es un acto consciente porque llega después de haber pasado una etapa de enamoramiento, después de haber borrado todo vestigio de idealización que tenemos sobre la otra persona, y empieza al racionalizar que, pese a todo, vale la pena continuar.

El amor no sólo se limita a lo pasional, porque en sí, el amor contempla múltiples formas. Amamos a nuestra familia –cercana, por lo menos-, y no sólo a la que nos une por lazos de sangre o convivencia, sino a aquella que hemos formado al paso del tiempo con personas que tenemos la dicha de llamar amigos.

Sí, la amistad es otra versión del amor -aquella amistad verdadera-, porque amar es, definitivamente, estar, no sólo en esos momentos en los que la vida nos sonríe, sino también cuando el mundo se nos está cayendo a pedazos; prueba fidedigna de la verdadera amistad, aquella que encarna amor, que forma un lazo tan profundo e irrompible, que nos muestra cuán afortunados somos.

El escritor Jorge Luis Borges describe en una entrevista televisiva la clara diferencia entre el amor –de pareja- y la amistad, aludiendo a que la segunda no necesitaba frecuencia, mientras que la primera sí.

Podrías dejar de ver a un amigo o amiga por años, y al verle de nuevo sería como si el tiempo no hubiera pasado entre ambos, mientras que el amor claramente necesitaba del contacto, de la frecuencia, de estar.

La amistad, continuaba Borges, podía prescindir de la confidencia, mientras que para el amor era indispensable, porque su ausencia representaba para él una traición.

Alguna vez escribí que el amor empieza por uno y termina en los labios de otro. Muchas veces el amor propio pasa desapercibido ante nuestros ojos, entre la idea de un egoísmo mal entendido; nos han enseñado que pensar en nuestro bienestar primero, es malo, y no -es todo lo contrario-, una necesidad.

En ocasiones somos tan severos con nosotros mismos, nos medimos con una vara diferente a los demás; albergamos tanta presión en nosotros que no vemos todos los efectos que causamos; olvidándonos de nuestro bienestar, y en ocasiones, haciendo menos la importancia que tenemos.

Qué difícil se vuelve definir lo que es el amor, pero a título personal puedo decir que es un viaje y el mágico instante de coincidir; se materializa a veces en siete suspiros y un abrazo cálido venidos desde el pensamiento.

El amor es el lenguaje del mundo, trasciende fronteras, transmuta palabras, crea sus propios idiomas. Si amar es perdonar, también lo es perdonarnos; si amar es libertad, también es liberarnos.

Tantos significados; una palabra polimorfa y dúctil; tan volátil y sublime a la vez; tan cálida como nostálgica, que recorre ambivalente la vida misma, entre caminos escabrosos, campos de flores y tremendos acantilados.

No sé qué sea concretamente, pero sin duda el amor no está hecho para cobardes ni para indecisos.

Amar es un salto al vacío, con la espalda mirando al precipicio. Segundos antes de arrojarnos al abismo incierto nos tiemblan las piernas, las ansias y la camisa, pero siempre tenemos que estar seguros que sea cual sea el final, lo que tenemos que abrazar con fuerza mientras caemos, es la trama de aquella historia que se escribe entre tinta y sangre, causando aquellas escoriaciones que nos marcan la piel.

Datos del autor:

Licenciado en Derecho por la Universidad Veracruzana

Consultor Político y de Comunicación/ Municipalista/ Humanista/ Escritor y poeta/ fotógrafo.

Xalapa, Veracruz; México / Twitter e Instagram: @JAFETcs / Facebook: Jafet Cortés