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Aprende en Casa por TV, un éxito entre las abuelitas

Doña Josefina y la señora Gonzala, quienes a sus 83 y 77 años de edad, han retomado sus estudios de primaria y secundaria, respectivamente

Escrito en NACIÓN el

Los más de 25.6 millones de alumnos de los que la Secretaría de Educación Pública (SEP) tiene registro no son los únicos que se han sentado frente al televisor para tomar las clases a distancia dispuestas por el gobierno federal desde el pasado lunes ante la persistencia de los contagios del nuevo coronavirus en el país. a muchos los acompañan sus abuelos, quienes por distintas circunstancias vieron truncados sus estudios pero buscan sacar provecho de las lecciones impartidas por TV. 

Como Doña Josefina y la señora Gonzala, quienes a sus 83 y 77 años de edad, han retomado sus estudios de primaria y secundaria, respectivamente.

Habrá que tomar en cuenta que el grado promedio de escolaridad de la población de 15 o más años fue de 9.2, lo que equivale a tener al menos la educación secundaria completa, según la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) de 2016. Se trató de un incremento de 0.4 años escolares desde 2012.

En 2018, 18.9% de las personas con una edad de 60 años en adelante y que vivían solas, no sabía leer ni escribir. Y pese a que la mayoría es alfabeta, el nivel de escolaridad promedio que este grupo de población alcanzó fue de 6 años (5.9), lo que significa que habrían logrado concluir la primaria.

REGRESO A CLASES

“Hoy mi abuelita empezó sus clases también. Se confirma que las clases en la tele son un éxito entre los abuelitos”, compartió Vivian Álvarez el pasado 24 de agosto desde su cuenta de Twitter.

Josefina Salinas Miranda nació en 1937, a principios de agosto cumplió 83 años. De pequeña sólo pudo estudiar hasta cuarto de primaria, luego de que uno de sus primos, quien la acompañaba a ella y a su hermana a la escuela, desertó. En ese momento las niñas perdieron el permiso de continuar sus estudios, cuenta Vivian para La Silla Rota. 

A partir de ese momento trabajó en la lonchería que tenía la familia, pero a sus 18 años conoció a Rodolfo, quien “se la robó” para desposarla. El fruto de dicho matrimonio fueron 2 hijos y 7 hijas, “una de ellas mi mamá”, apunta su nieta.

“Es por esto que mi abuela nunca pudo terminar sus estudios, en su época, todavía muchas familias creían que las mujeres no tenían que salir solas de la casa y que los estudios no eran relevantes para ellas”, relata.

REZAGO POR GÉNERO

La ENIGH también reveló que, en general, los hombres mantienen mayores niveles de escolaridad con respecto a las mujeres. Sin embargo, los incrementos más altos entre 2012 y 2016 los registran las mujeres en la mayoría de los grupos de edad, más notable en el de 25 a 34 años, que creció 0.6 años de escolaridad.

El analfabetismo por sexo, también mostraba un porcentaje mayor para las mujeres (20.8%) frente al registrado en varones (15.9%).

"No tuve la oportunidad de estudiar, solo la primaria y la terminé muy grande, como a los 13 años y la verdad iba yo tan cansada de todos los quehaceres de la casa que solo iba a dormir a la escuela", le cuenta a LSR la señora Gonzala, nacida en 1943. Explica que desde niña tuvo que hacerse cargo de la más pequeña de todos sus hermanos pues tanto los mayores como sus padres tenían que trabajar para subsistir. Ella fue la cuarta hija de seis.

"Mis hermanos eran carniceros así que aparte de hacer la limpieza en casa y cocinar debía lavarles los delantales o batas llenas de sangre, acababa muy cansada. Con muchos trabajos terminè la primaria", enfatiza.

El motivo por el que dejó la escuela fue a muerte de su padre, lo que significó que tuviera que trabajar durante su adolescencia. Después se casó por primera vez y tuvo tres hijos, pero dejó a su esposo por la violencia que la hacía sufrir.

Al igual que su madre, la Doña Gonzala tuvo que sacar adelante a sus hijos, por lo que consiguió trabajo de costurera a destajo, hasta que contrajo nupcias por segunda ocasión, con su actual esposo,  con quien tuvo otras dos hijas.

CONFINADA EN LA PANDEMIA

Ahora, por pertenecer a la población de alto riesgo ante la covid-19, pues además padece de diabetes, Josefina no ha salido de su departamento desde marzo. Sus hijas le llevan las compras de la semana y la familia ha extremado sus cuidados para evitar que doña Josefina se contagie. Con el paso de los meses, sin embargo, el aburrimiento ha empezado a apoderarse de ella debido a que no ha podido caminar o ejercitarse.

Al enterarse, por otra de sus nietas, de la transmisión de las clases por televisión abierta, la abuelita se emocionó y pidió que se le instalaran los canales donde estas pasarían. “Dijo que ahora que tiene tiempo va a aprovechar para retomar sus estudios, está empezando desde primero porque dice que ya se le olvidaron muchas cosas”.

Desde el lunes pasado, doña Josefina no se ha perdido ni un solo día de clases, pese a que opina que van muy rápido, no obstante, utiliza las retransmisiones para repasar las lecciones. 

(Doña Josefina)


“Nos pidió colores, plumones y cuadernos para tomar sus apuntes. Varios primos le regalamos material y ahora tiene como ¡100 colores! Incluso repite los ejercicios de activación física para niños, lo cual, después de meses de sedentarismo, su cuerpo agradece bastante”.

Es tanto el compromiso que ha invertido que ya pidió a sus hijos que no le marquen por teléfono a la hora de clases porque la desconcentran. 

“No sé cuáles serán los resultados de este ciclo escolar para los estudiantes, pero es posible que esta iniciativa traiga colateralmente grandes beneficios anímicos y de salud para su contraparte en edad, los abuelitos”, nos cuenta Vivian. 

MIENTRAS ESTO PASA EN ALGO ME DEBO ENTRETENER

Doña Gonzala, por su parte, asegura que cuando ya no tuvo la necesidad de trabajar, estudió corte y confección en el DIF de su colonia, donde se graduó. Hoy en día borda por mero gusto.

“Estudiar para mí ha sido muy bueno en la vida, pues además de aprender he socializado y he conocido amigas con las que me reúno (...), bueno eso era antes de la pandemia, ah como extraño todo eso”, nos cuenta. 

 

Asegura que en lo que pasa la pandemia, debe entretenerse en algo “y mejor que sea aprendiendo lo que se pueda, lo que no aprendí en la escuela o en la vida, si hoy puedo hacerlo mientras estoy viendo la TV lo haré”. 

"Creo que todos los días hay algo nuevo que aprender y hay que aprovechar ahora que está al alcance", agrega la señora Gonzala.

NO SE RINDEN

“Por favor, la próxima vez que me vean quejarme de algo o que algo me da flojera recuérdeme este momento y me dan un chin g4daz0! 76 años y no se rinde!!”, escribe la usuaria @Alesidenew al compartir una fotografía de su mamá frente al televisor mientras sintoniza una de las clases de nivel secundaria. 

Entre 2012 y 2016, el nivel de escolaridad de la población entre 55 y 64 años de edad, pasó de 7 a 7.4 grados escolares, es decir, haber acabado al menos el primer año de secundaria, recoge el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE).

Personas dentro de este rango de edad, además, presentaron los mayores avances en el periodo referido, dentro de las subpoblaciones con alta marginación (que pasó de 2.9 a 3.9 años de escolaridad), rural (de 3.5 a 4.3), semiurbana (de 5.4 a 6.2), con discapacidad (de 5.1 a 5.9) e indígena (de 3.4 a 4.2).

En cuanto a analfabetismo, a nivel nacional en el grupo de 55 a 64 años la proporción de población que no sabe leer ni escribir disminuyó 2.1 puntos porcentuales.


Sin embargo se advierte un poco o nulo avance dentro de la población de 14 a 24 años, lo que puede explicarse con un bajo impacto de programas de política pública enfocados en este objetivo. En consecuencia, incrementan las generaciones más jóvenes que carecen de la lectoescritura, que con el paso de los años se acumulan en generaciones más avanzadas.

El 28 de noviembre de 2018, durante la inauguración de la 43ª sesión del Consejo Nacional de Autoridades Educativas, se dijo que México había alcanzado 4% en analfabetismo (INEA, 2018), por lo que se situaba entre los países que técnicamente no tienen analfabetas; pero un análisis del INEE de los censos de 1990 a 2015 muestra una disminución constante pero lenta, a un ritmo de 0.27 puntos porcentuales por año, por lo que el país alcanzaría el porcentaje mencionado entre este 2020 y 2021. Un poco de certeza la brindará los resultados del Censo levantado por el Inegi durante el presente y pandémico año.

EJEMPLOS QUE "MATAN DE TERNURA"

El pasado lunes las abuelitas tomaron lápiz y papel y comenzaron a tomar nota como nunca imaginaron que lo harían, aunque tal vez de la única forma en que habrían podido volver al aula: en casa y por televisión.

“Mi abuelita está tomando sus clases y cada día la admiro más”, es el texto de Liz Linares, usuaria de Twitter, que acompaña la foto de una señora que comienza sus apuntes en un pizarrón.

La abuela de Claudio Iván Esparza “se va a sentar junto con mi prima para ver las clases virtuales porque quiere aprender junto con ella”.

“Mañana te vienes aquí a la casa para yo también ver las clases por televisión”, dijo la abuelita de otra usuaria a su hermanita.  



(djh)