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AMLO: cómo es gobernar con calificativos

Fifí, conservador, palero, fantoche, sabelotodo, aspiracionista… son algunos adjetivos utilizados por AMLO contra gobiernos pasados, opositores y la prensa

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Escrito en NACIÓN el

Fifí, conservador, palero, fantoche, sabelotodo, aspiracionista… estos son algunos de los adjetivos que ha utilizado el presidente Andrés Manuel López Obrador para referirse a los gobiernos pasados, a sus opositores políticos, incluso a la prensa, y todos a quienes –considera– están en contra de su proyecto de nación.

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Sus adversarios acusan que estos calificativos refuerzan una polarización política, además de considerarlo una forma de “bullying” y una “desventaja”, porque el mandatario los emite desde una tribuna con mayor alcance. Aunque, en el pasado, ellos mismos lo calificaron como “un peligro”, entre otros adeptos.

Para la politóloga Ivonne Acuña Murillo, académica del departamento de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Panamericana, la polarización política comenzó precisamente en 2006, con la campaña “AMLO, un peligro para México”, que se replicó en 2012 y en 2018; en este último proceso, sin el mismo efecto.

Se dio claramente una polarización entre las personas que apoyaban a López Obrador y quienes lo rechazaban o le tenían miedo a partir de esa campaña, y muchos tomaron posición. Lo que creo que hace el presidente es que, en lugar de negar esa polarización, la usa, la convierte en parte de su narrativa y le permite identificarse de uno de los dos lados

Con esto, dijo, con su retórica el presidente ha ubicado al país en dos grupos: el que “desatiende a la población” y ha cometido actos corruptos; y el que encabeza, la autodenominada “cuarta transformación”, y quienes están “de su lado”. 

De acuerdo con la especialista, el poner calificativos o descalificativos a los opositores es parte de una estrategia política del mandatario, que consiste en mostrarle a la población quiénes “están en su contra”.

En este sentido, palabras tan características como fifí, conservador o neoliberales tienen una función: “es como si marcara con tinta fosforescente a los medios, a las personas, a los grupos, para que sean identificados precisamente por la ciudadanía como quienes están en contra de sus intereses”. 

El académico Luis Estrada, coordinador del Diplomado Análisis Político del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), publicó en su cuenta de Twitter un análisis de las conferencias matutinas del presidente, hasta el 15 de junio de 2021.

En 630 “mañaneras” en 928 días de gobierno, con un promedio de duración de 108 minutos, el político tabasqueño ha pronunciado mil 647 veces el calificativo “neoliberal” o sus derivados, con el que se refiere a sus opositores políticos y a los gobiernos que lo antecedieron, y 164 veces “fifí o fifís”.   

En su conferencia del 24 de mayo de 2019, López Obrador explicó lo que para el contexto en el que él utiliza este término: “el fifí es como el junior de conservadores, de oligarcas”. Dos días después afirmó que esta palabra se usó para caracterizar a quienes se opusieron al presidente Francisco I. Madero.

Asimismo, lo planteó como sinónimo de “fantoches, conservadores, sabelotodo, hipócritas (y) doble cara”. “El presidente lo tiene muy claro y es una estrategia que ha usado por años, y la sabe usar perfectamente”, consideró Acuña Murillo.

Cuando yo creo que se excede es al hacer generalizaciones, aunque a veces corrige, como ahora con los de la clase media, que dijo: ‘bueno, no todos; algunos sectores’, pero el punto es que ya hizo la primera afirmación de todos, o cuando dice ‘todos los conservadores son hipócritas’, como si en la izquierda no hubiera conservadores
  

En su mañanera del 21 de junio, el presidente dijo “queremos sacar de la pobreza a millones de mexicanos para construir una nueva clase media, más humana, fraterna y solidaria (y que) estén más conscientes y politizados, para que resistan campañas de manipulación y no sean presa fácil de lo que llevan a cabo los grupos de intereses creados, los que no quieren que haya cambio”.

Lo anterior, en respuesta a la discusión que generó, en redes, sociales un primer comentario sobre la clase media, a la que llamó “aspiracionista e individualista”, “que lo que quiere es ser como los de arriba y encaramarse lo más que pueda”. Todo esto, porque asegura que este sector social fue manipulado y votó por los partidos opositores a Morena, en la Ciudad de México, donde perdió alcaldías que gobernaba.

“Entiendo el sentido, el sentido es que le llegue a la demás gente. Si lo vuelve un poco más complejo, el mensaje ya no llega. Pero de pronto creo que sí tropieza un poco en el camino cuando hace generalizaciones tan rampantes”, juzgó la académica Ivonne Acuña.

Para la especialista, el mensaje del presidente tiene la característica de llamar a la acción, en busca de generar actitudes, no sólo opiniones, de la gente; es decir, “que tenga predisposición por apoyar al presidente”.

AMLO Y LOS MEDIOS

Los medios de comunicación concentran gran parte del discurso del mandatario. Al periódico Reforma lo ha llamado “pasquín inmundo”. La primera vez, el 11 de septiembre de 2020, al criticar el titular de portada del rotativo aquel día: “‘Esfuman’ 223 millones de pesos en terruño de AMLO”. Además, dijo que Carlos Salinas de Gortari –su adversario histórico, a quien ha señalado como “el padre” de “la mafia del poder– es su patrocinador. 

El Universal, el semanario Proceso y medios internacionales como The New York Times y El País también han sido referidos de manera despectiva por el presidente, así como también organizaciones de la sociedad civil.

La última, Artículo 19, que desde 2009 comenzó a registrar las agresiones a la libertad de prensa en México y que en marzo pasado López Obrador acusó de pertenecer a lo que denomina “movimiento conservador”, el cual, asegura, está en contra suya y del movimiento que encabeza.

Lo anterior, para respaldar a la directora de Notimex, la agencia de noticias del Estado mexicano, Sanjuana Martínez, por los señalamientos de ataques a periodistas desde esta Agencia de Noticias del Estado Mexicano.

La politóloga Ivonne Acuña analiza que AMLO ve en los medios –de manera generalizada– como un bloque que no ha respaldado su movimiento, desde su primera de tres participaciones como candidato a la presidencia, en 2006.

Con base en el análisis de Luis Estrada, en cuanto a periódicos extranjeros críticos a su administración, el presidente ha mencionado 78 veces a El País, 60 veces al New York Times y 42 al Wall Street Journal, que a dos días de las pasadas elecciones publicó un ensayo en el que se preguntó si López Obrador era una amenaza para la democracia.

DEL “RIQUÍN CANALLÍN” AL “BOROLAS”

En el discurso del presidente, además de las frases populares cuando se dirige a audiencias masivas en mítines y los calificativos, también están los apodos, un recurso que, desde la perspectiva de Acuña Murillo, utiliza para “desarmar al otro”.

Algunos de los que han tenido más resonancia son el que vino de la frase “cállate, chachalaca”, que dirigió al entonces presidente Vicente Fox, el 16 de marzo de 2006, durante un evento de Tehuantepec, Oaxaca, por una crítica que había hecho el panista sobre una propuesta de López Obrador de bajar los precios de los combustibles.

A Felipe Calderón lo comparó con “el comandante Borolas”, en referencia al personaje del comediante Joaquín García Vargas, que se caracterizaba por la holgura de su ropa y su baja estatura, al criticar el atuendo militar que Calderón utilizó en 2007, en un acto en Apatzingán, Michoacán, donde emprendió la guerra contra el narcotráfico.

Otro de estos apodos es el que impuso a Ricardo Anaya, cuando fue su contrincante electoral rumbo a la Presidencia de la República, en 2018, “Ricky Riquín Canallín”. Se refirió a él así, en uno de los debates organizado por el Instituto Nacional Electoral.  

La politóloga expone que los apodos, en el ambiente político actual, no son privativos del presidente, pues a él mismo lo han calificado con algunos. “Hablando de esta expresión de ‘fuchi, caca’ –que a mí me pareció tan desafortunada como el ‘cállate, chachalaca’– dio lugar a un apodo a que, en redes, sus opositores acuñaron: ‘el cacas’”.

En febrero de 2020, ante pobladores de Milpa Alta, el presidente dijo: “ahora es distinto, todos los días la estamos mencionando (a la corrupción) y no sólo eso, el corrupto está quedando mal visto, estigmatizado. ¡Fuchi, caca!”.

UN RECURSO DE ANTAÑO

Las “mañaneras”, como se denomina a las conferencias de prensa que ofrece el presidente, han sido una estrategia de comunicación política en su carrera, desde que fungió como jefe de Gobierno del Distrito Federal.

Para obtener el título de licenciado en Ciencias de la Comunicación por la UNAM, el entonces pasante Gerson Hernández Mecalco analizó, desde la perspectiva de la comunicación política, 35 sesiones entre 2001 y 2005 (siete por año), y rememoró rasgos que calificó como populistas y neopopulistas en el código lingüístico del mandatario.

En el estudio con el cual obtuvo grado, el exalumno de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales retoma una entrevista al doctor Manuel González Navarro, en ese entonces presidente de la Sociedad Mexicana de Psicología Social, sobre la figura de López Obrador, en la que el también profesor de tiempo completo de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) manifiesta que en los discursos y acciones de gobierno de López Obrador percibió un rasgo de dirigente mesiánico.

Hay un estilo que tiene rasgos de una conducta convencida de que tiene una misión. Quizá la misión de democratizar al país y distribuir los recursos y, en este sentido, es mesiánica, profética

Del análisis de su discurso, el autor afirma que el código lingüístico del mensaje político de López Obrador integraba una “máscara de poder”. “El emisor en el discurso populista representa el ‘yo’, explícito o enmascarado como gobierno o partido; sin embargo, él es el sujeto más mencionado y, por ende, la parte sustancial del discurso. Se menciona casi seis veces –de 10– por menos de una vez que se refiere al pueblo”.


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