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Llena de miedo, sí, pero también de rabia, de dolor, de cansancio

El feminicidio de Ingrid Escamilla parece ser una bomba que le explota al gobierno federal y a esta sociedad tan indolente en la cara | Diana Avilés

Por
Escrito en HIDALGO el

Y cuando ellas, hartas del miedo, gritan “Vivas nos queremos” ya están matando a otra.

A pocos días de que propusieran el cambio del delito de feminicidio autónomo, sacude a nuestro país un hecho por demás lamentable, abominable.

El feminicidio de Ingrid Escamilla parece ser una bomba que le explota al gobierno federal y a esta sociedad tan indolente en la cara. El día de hoy me cuesta escribir, me duele en el alma el grado de violencia que nos mata, a niñas, adolescentes y mujeres, sin distinción de edad; pero es más doloroso saberme entre personas que no alcanzan, o no quieren, ver la magnitud de estos hechos.

El asesinato de cualquier mujer es un hecho que debiera invitarnos a reflexionar sobre las violencias que se viven y ejercen diariamente, así como empezar a accionar para detenerlas; y lo coloco aquí sabiendo que la responsabilidad principal es del gobierno en sus diferentes niveles, ni dudarlo, pero también es un llamado a la sociedad en general que normaliza, comparte, se burla, permite y no hace nada para que a las mujeres de este país se nos trate como personas.

De los medios de comunicación que se encargaron de difundir la información y las imágenes sin el mínimo de respeto y ética, les recuerdo el papel tan importante que juegan en el país, su tarea es la de informar, pero de una forma sensible, veraz y de manera completa. Ante tal hecho en sí mismo atroz, les exigimos al menos, tratarlo con sensibilidad y apegado a los derechos humanos y a la dignidad de las personas. 

Del gobierno federal ¿cómo hacerles entender qué no se trata de echarles a perder la rifa del avión presidencial? Que no es chingar por chingar, que nos importa una mierda hacerles quedar mal, pues lo hacen por sí mismos. ¿Cómo hacemos para que hagan su trabajo? ¿Para qué procuren nuestras vidas?

A las compañeras feministas y defensoras de derechos humanos, les abrazo, les pienso y les prometo que no me callaré. Hoy no puedo, ni quiero escribir más, pero les digo que un día, no muy lejano, por fin seremos libres.