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Médico usurpó cédula profesional para operar: Diana murió

Una cesárea mal practicada en la Clínica Higinio G. Pérez, ubicada en el barrio de Tepito, le perforó el útero a Diana Ramírez Polanco, de 28 años de edad

Escrito en METRÓPOLI el

Cuando Jonathan Peñaflor tuvo a su bebé en brazos se estremeció de alegría, pero apenas unos minutos más tarde su vida dio un vuelco: su esposa y madre de la pequeña estaba agonizando.

Una cesárea mal practicada en la Clínica Higinio G. Pérez, ubicada en el barrio de Tepito, le perforó el útero a Diana Ramírez Polanco, de 28 años de edad. Le fue practicada por un médico identificado como Samuel Infante, quien en un parto de marzo de 2017 usó una cédula que no es suya, sino de otro médico, Juan Carlos Vázquez Domínguez, según documentos en poder de La Silla Rota.

La cédula y el nombre de Samuel Infante están abajo de su firma, en otro documento del 1 de abril de 2017, el cual corresponde a otro caso donde una mujer casi muere, también durante una cesárea.

Lo que sufrió Jonathan con su esposa sucedió sin que los doctores aceptaran su error, pues fingieron que la joven seguía con vida para trasladarla al Hospital General, donde todo empezó a salir a la luz.

“Sentí que el cielo se me caía a pedazos, sentí un coraje inmenso porque me vieron la cara, me cobraron por asesinar a mi esposa, fue una historia de terror lo que viví esa noche”, expresó Jonathan en entrevista con esta casa editorial.

El joven de 27 años de edad es un ejemplo de superación: oriundo de la colonia Morelos, a los 15 años fue detenido e internado en la Correccional de menores, pero cuando salió decidió cambiar el rumbo de su vida y hasta ahora con lo que gana de repartidor y comerciante de ropa ha sacado adelante a su otro hijo, de 8 años y a su madre.

Esa determinación le hizo no ceder ante la angustia que lo invadía, porque hubo momentos en que Jonathan se desmoronaba, no tenía cabeza para pensar en denunciar.

“No sabía qué hacer, pero el abogado del Hospital General me ayudó, me acompañó a levantar un acta porque a todas luces era una negligencia médica, una muerte que pasó por su indiferencia y por no estar preparados”, recalcó Jonathan.

Desde la mañana del 5 de septiembre pasado hasta los primeros minutos del día siguiente, a Jonathan lo trajeron vuelta y vuelta. Medicamentos, sangre, otra vez medicamentos que ninguna farmacia tenía y que al final no iban a servir de nada.

Su esposa, Diana, estaba bien, dio a luz a una pequeña saludable, pero todo cambió cuando aparentemente le perforaron por error el útero y se desangró.

Jonathan afirma que la habitación donde parió Diana estaba ensangrentada, inclusive una pared; parecía un matadero, pero los doctores y las enfermeras le decían que no había problema alguno, que ella se recuperaría.

Pasaron los minutos y Diana perdió tanta sangre que el color de su piel palideció tanto que lucía irreconocible, como si fuese una muñeca y no la mujer llena de júbilo con la que desde hace 10 años compartía su vida.

Así fue llevada al Hospital General, a bordo de una ambulancia conducida por el mismo médico que le practicó la cesárea: Samuel Infante, quien en otros documentos de la clínica firmaba y colocaba la cédula 69877074, que le corresponde en realidad a otro médico del mismo lugar: Juan Carlos Vázquez Domínguez.

De acuerdo con la Procuraduría capitalina, Infante es el principal sospechoso de la muerte de Diana, al tiempo que otros ocho trabajadores de la clínica están bajo investigación por el delito de homicidio culposo -no intencional- por otras causas, lo cual de comprobarse podría deshabilitarlos de por vida para emplearse en un hospital.

La Silla Rota obtuvo una fotografía del doctor Samuel Infante, a quien se buscó el viernes pasado en la clínica, pero personal de seguridad negó el acceso, aseguró que el médico ya se había ido y que no tenía horario para regresar.

“Diana, era mi todo, estábamos muy felices por nuestro segundo hijo y lo que más me enoja es que me mintieron todo el tiempo con que estaba bien, me hicieron salir por medicinas que no se consiguen tan fácil, inclusive me mandaron por bolsas de sangre”, recordó Jonathan Peñaflor.

Cuando regresó a la clínica Higinio G. Pérez, asentada en la calle Peralvillo, el cuarto donde fue atendida su esposa había sido limpiado, los documentos del parto desaparecieron y el personal jamás volvió a darle la cara.

Peritos de la PGJ acudieron al sitio y realizaron varias inspecciones, lo mismo que agentes de Investigación, quienes todavía no han interrogado a Infante.

“Todavía después de eso me cobraron, cuando no me había dado cuenta que mi esposa ya llegó muerta al Hospital General, pagué 9 mil 500 pesos y los del hospital regañaron al doctor Infante que porque me había engañado, que mi mujer ya estaba muerta”, lamentó Jonathan.

Lo revictimizan en PGJ

Con el pesar de la muerte de su esposa por una negligencia médica, Jonathan tuvo valor de denunciar, aunque se debía de iniciar una carpeta de investigación de oficio.

Sin embargo, en el Ministerio Público de Cuauhtémoc 8, según Jonathan, lo intentaron desalentar. “‘¿Apoco quiere que le tomen fotos al cadáver de su esposa? Ya mejor de le cristiana sepultura, me dijo el secretario que nos tomó la declaración”, relató el joven a La Silla Rota.

Pero el desaliento subió de nivel, pues el servidor público de la Procuraduría supuestamente pedía constantemente a Jonathan y a su hermano corregir los errores de tipografía que cometía al transcribir sus declaraciones.

“Luego me dijo, ‘piensa bien si quieres seguir con esto, vas a perder mucho tiempo y no sé si en tu trabajo te vayan a dar chance’, inclusive me dijo que si estaba dispuesto a que abrieran el cuerpo de mi esposa”, contó.

Jonathan luce decaído, no sabe cómo proseguir, pero está seguro de que quiere justicia para la mujer de su vida y ahora también para sus dos hijos, a los que deberá criar solo.

Fuma un cigarrillo tras otro, baja la mirada y su voz languidece mientras habla del calvario que ha vivido desde el 6 de septiembre.

Otro caso lleno de irregularidades

Alma Vera Leal estuvo a nada de morir en la clínica Higinio G. Pérez por una cesárea que, afirmó, le practicaron mal porque también se desangró.

En entrevista con La Silla Rota, señaló que los documentos emitidos por la clínica estuvieron firmados por Samuel Infante, quien usó la cédula 69877074, la cual no es suya, sino de otro doctor, Juan Carlos Vázquez Domínguez.

Sin embargo, recordó, padeció malos tratos desde el primer día que fue a consulta con Infante, pues supuestamente la criticó por su sobrepeso y la mandaba a hacer estudios aparentemente innecesarios.

Yo también me alivié en esa clínica, me practicaron una cesárea tan mal que estuve a punto de morir; a mí al principio me atendió el doctor Vázquez y fíjate que yo me alivié en la Higinio G. Pérez hace 10 años y sin problema pero el 30 de marzo de 2017 me atendieron por mi último hijo y ya fueron estos supuestos doctores (Juan Carlos Vázquez Domínguez y Samuel Infante)
 

“Desde el primer momento, el doctor Infante me hacía caras y hubo cosas muy raras, me exigían desparasitarle y cosas por el estilo, el día del parto entré a quirófano y la anestesia no me hacía efecto, sentí perfectamente cómo me metió el bisturí, me hizo tres cortes y le dije ‘me está doliendo’ y el anestesiólogo yo creo me puso más y me dormí, lo último que oí fue que uno le dijo al otro ‘está perdiendo sangre’”, relató Alma.

Las cicatrices de esa cesárea aún están en su cuerpo; su piel tiene una tonalidad negra e hinchada, pero otros médicos le han dicho que ya no corre peligro, pero que tuvo mucha suerte.

"Ya pasaron dos años y medio y todavía tengo unas marcas horribles; tuve muchas secuelas, a la fecha no siento una parte del vientre, como si estuviera anestesiada; otro doctor fuera de esa clínica que me revisó me dijo ‘otro poquito y la pierna ya no te funcionaría, porque la cesárea me la hizo mal, muy pegada a la ingle”, lamentó Alma.

LA SILLA ROTA acudió a la clínica para hablar con sus autoridades, pero se le negó el acceso y vía telefónica no han estado disponibles quienes podrían dar una postura sobre los casos.


MJP