Main logo

“Falta éste, pero lo dejamos”, el testigo que se salvó en la Doctores

Hasta el momento, el saldo de la agresión en la colonia Doctores son seis personas asesinadas, todas parientes

Escrito en METRÓPOLI el

El puesto de papas y dulces del 109 de Doctor Norma abre por la mañana y cierra todos los días al filo de la medianoche. En cualquier otra parte de la capital este horario resultaría extraño, no así en la colonia Doctores, pues aquí todos los vecinos saben que algunos puestos son sólo fachada para vender droga.

La noche del martes, al acercarse las 00:00 horas, la familia Bernal Mondragón se disponía a levantar el templete de plástico, una carpa, sillas, las bolsas con dulces y frituras para meterlos a su vivienda, una de tantas dentro de la vecindad del 109.

Marco es una persona que ronda el lugar en busca de solventes y, si tiene un poco de dinero, cocaína en piedra, pero esta noche inhala solventes descansando su espalda en un árbol, a unos metros del acceso a la vecindad.

Es el testigo principal de lo que ocurría segundos más tarde: dos individuos llegan en una motocicleta, descienden de ella y con dos pistolas abren fuego contra toda la familia, incluyendo Dulce, una niña de siete años de edad.

Algunas de las víctimas intentan correr hacia la vecindad, pero los pistoleros las alcanzan y continúan disparando. Cuando todos quedan tendidos en el suelo, hay 20 casquillos percutidos a su alrededor, mientras los sicarios regresan apuradamente a la moto y ven a Marco: “falta éste”, dice uno de ellos, pero el otro le contesta que ya mejor lo deje.

Inmediatamente después enfilan hacia otra vecindad a solo unas cuantas calles de allí, en Pedro Miranda, donde después serían detenidos por policías preventivos.

Marco sobrevivió y de acuerdo con lo que declaró, en el marco de la carpeta FCH/CUH-2/UI-2C/D/11892/09-2019, el ataque responde a una venganza que prometieron contra los Mondragón hace poco menos de un mes.

“Yo creo que fue por lo del ‘Toqui’”, aseguró a agentes de Investigación. Se refiere a Aarón González “El Toqui”, un franelero del Mercado Hidalgo que fue ultimado a tiros el 12 de agosto pasado.

Los sospechosos de ese homicidio son Guillermo y Alexis Mondragón, quienes  al parecer lo mataron por una deuda de droga.

Desde entonces, afirma Marco, la familia Mondragón estaba bajo amenaza de muerte y lo sabe porque era un secreto a voces e inclusive llegó a oír que las víctimas comentaban entre sí: “pues que venga quien quiera”.

Hasta el momento el saldo de la agresión son seis personas asesinadas, todas parientes: Cecilia Mondragón Guadarrama, de 43 años de edad, Víctor Manuel González Bernal, de 37, Alejandro de Jesús Flores Hernández, de 46; Georgina Jiménez Montoya, de 41 y Daniel Sánchez Estrada, de 49.

Heridos quedaron Dulce, de 7, la hermana de Víctor Manuel, Carolina, un joven desconocido y la jefa de familia, María Teresa Bernal Mondragón, de 60.

El olor a sangre persiste en el lugar, lo mismo que el hermetismo de los habitantes y un par de policías que vigilan la escena del crimen, la cual se extiende a un radio de 200 metros cuadrados.

De las víctimas, Cecilia, Carolina, Alejandro de Jesús y Daniel tenían antecedentes penales con ingresos al Reclusorio Norte, Oriente y al Penal Femenil de Santa Martha Acatitla.

Alrededor de la 1:00 horas, elementos de la Policía capitalina arrestaron a los dos presuntos pistoleros: los hermanos José Luis y Pedro A., de 27 y 28 años de edad, a quienes se les incautó una motocicleta y dos pistolas calibre .9mm, mismo calibre usado en el multihomicidio.

José Luis "N", uno de los detenidos

“Dicen que son de la Unión, eso hay que corroborarlo, pero testigos que nos dieron las referencias de los probables responsables señalan que son de la Unión, pero hay que corroborarlo”, indicó Jesús Orta, titular de la Secretaría de Seguridad Ciudadana.

Explicó que fue personal de C2 el que siguió la moto con los sicarios luego de recibir las características del vehículo por parte de testigos.

Mientras tanto, la atmósfera en la colonia es de cuchicheo, de patrullas apostadas de tiempo completo en calles donde podría generarse más violencia y de vecindades con sus portones cerrados, no más puestos de dulces en las calles ni vecinos platicando en las esquinas.

“A ver si no se viene la vuelta”, advierte un vendedor de autopartes de Doctor Barragán, haciendo referencia a la venganza de la venganza, que como una cadena se extiende con las historias de sangre de esta colonia, una de las más peligrosas de la ciudad por tradición.

“La gente es bien rencorosa”, le secunda su interlocutor, un hombre que carga un par de espejos de coche montado en una bicicleta.

AJ