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"De grande quisiera ser mecánico"

Juan es uno de los 70 mil niños que trabaja en la Ciudad de México

Escrito en METRÓPOLI el

“Juan” tiene 13 años, estudió hasta primero de secundaria y es uno de los 70 mil niños trabajadores de la capital. Todos los días desde temprano limpia parabrisas en el crucero de Guerrero y Puente de Alvarado en pleno corazón de la Ciudad de México.

No tiene mucho tiempo que salió de su casa con su mamá y tuvo que venir a la Ciudad de México a trabajar en sus calles, terminó el primer año de secundaria y luego no pudo continuar con sus estudios pues los papeles oficiales se quedaron en la casa que dejó. 

“Unas personas me dijeron que regresara a estudiar a un lugar donde sólo tengo que llevar mi cuaderno y al final hago un examen para terminar la secundaria, pero tengo que ir a buscar mis papeles”, explica.

Un día cotidiano empieza a las 11 de la mañana, se levanta y corre para trabajar y juntar dinero para su comida, y después de comer, del dinero que consigue, mitad es para su mamá y la otra mitad es para él: sus ingresos varían dependiendo del día, a veces le va bien, a veces no.

“Nomás limpio, saco lo mío, para comer, para mi ropa, mis tenis, para mi mamá y el cuarto que rentamos”, explica Juan, pues no tiene mucho tiempo que dejó la escuela pero tiene que trabajar en las calles por necesidad.

Responde que dejó la escuela por problemas familiares y aunque “se la llevaba chido” en la escuela, tuvo que dejar las clases pero afirma que le gustaría seguir estudiando, o hacer las dos cosas al mismo tiempo: trabajar y estudiar, para que algún día “de grande” pueda trabajar como mecánico y arreglar coches.

Respecto a su trabajo como limpiaparabrisas, no le molesta trabajar en las calles, le gusta ganar su propio dinero y siente que no es peligroso puesto que desde los 9 años aprendió a estar en la calle y le enseñaron a limpiar los coches. Lo único que le molesta, dice, es que en la zona “hay chavos que se drogan y luego molestan a la gente”.

“A mí no me gusta que le peguen a las chavas, a ninguna mujer, así que si veo en las calles que están molestándolas intento defenderlas. Así me pasó con mi mamá, cuando un día mi padrastro le estaba pegando, la defendí. Y por eso estoy aquí, echándole ganas, trabajando y ganando mi dinero con mi sudor”, comentó.

Su historia, una de las 70 mil que existen de los menores trabajadores en la Ciudad de México, contrasta con la de los niños que solamente estudian y juegan, como cualquier niño debería. 

fmma