El turismo ha sido una actividad significativa para las economías emergentes; lo cual merece ser estudiado a profundidad desde diferentes perspectivas, pues dentro del discurso tradicional de desarrollo y crecimiento, el turismo sexual ha expuesto acciones, como la violencia de género, el tráfico, la renta y comercialización de sujetos, que tiene un fin único: mayor acumulación de la riqueza.

Es fundamental destacar lo que se entiende por turismo sexual; esta es una definición que en teoría se ha trabajado muy poco y carece de parámetros bajo los cuales se entiende esta actividad. En un sentido muy simplista, podríamos definirla como el intercambio de dinero a través de relaciones sexuales con turistas extranjeros o locales. Además, tendríamos que agregar que en este sentido las personas turistas consumidoras de servicios sexuales en diferentes países pueden ser hombres y mujeres que su origen en especialmente es el norte global.

En México no se han llevado a cabo acciones prioritarias respecto al turismo sexual que afecta en mayor medida al sur de nuestro país. En este tenor, es menester destacar que las dinámicas bajo las que opera un sector tan importante y que cada año va en constante crecimiento, repercute de forma distinta a los sujetos que son parte de este proceso. 

Por otra parte, el turismo sexual que ofertan los hombres ha sido una alternativa que ellos han escogido como una forma de empleo, y que en cualquier momento pueden dejarla para conseguir alguna otra actividad que les ofrezca un mejor salario. Cabe destacar que la oferta es sumamente amplia porque los servicios son ofertados a través de agencias de viaje que se instalan en paquetes turísticos que son consumidos especialmente por personas que viajan de Europa y Estados Unidos hacia México.

En el caso de las mujeres, la complejidad se extiende, ya que la red internacional dentro del turismo sexual se encarga de reclutar a mujeres con características peculiares y en algunos otros casos secuestradas, víctimas de trata de personas, las cuales son trasladadas hacia enclaves específicos especialmente destinos de sol y playa, por ejemplo Cancún y Puerto Vallarta, lugares donde las explotan laboralmente sin su consentimiento para ofrecer servicios sexuales a turistas nacionales y extranjeros.

En este sentido, las mujeres al haber sido secuestradas, exportadas, traficadas o alquiladas no escogen al turismo sexual como una forma de empleo, por el contrario, les es impuesto por mujeres y hombres -en su mayoría- que son reclutadores, secuestradores y líderes de agencias de viajes que comercializan sus cuerpos sin su consentimiento a cambio de dinero. Además, es importante mencionar que en el proceso los hombres y las mujeres -especialmente- sufren diversos tipos de violencia: directa, simbólica, indirecta y sistémica. 

En conclusión, el reto para México ante dicha problemática consistirá en velar por asegurar derechos de las personas trabajadoras sexuales, así como se asegura a las personas que se dedican a otro tipo de labores.  Además, se deben buscar y aplicar estrategias como el diversificar la economía local de los enclaves de turismo sexual, de modo que por ahora se busque solucionar los motivos principales por los que existe el turismo sexual -inseguridad, pobreza y desigualdad-, en lugar de complacer a los viajeros en busca de más paraísos sexuales que cosifican y comercian cuerpos de manera exorbitante.

Daniel Zavaleta Vaquier

Egresado de Relaciones Internacionales por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, Asistente de Investigación en el Instituto de Investigaciones Gino Germani de la UBA, Asistente de Investigación en el Instituto de Investigaciones Dr. José Luis María Mora