Durante varios años la literatura fue un espacio exclusivo para lo hombres, las actividades intelectuales no se consideraban “propias” de las mujeres, nuestra capacidad intelectual  siempre se puso en duda, reduciéndonos a los roles de género asignados por la sociedad, como la maternidad y los trabajos de cuidados. 

Por esta razón, durante décadas las mujeres se dedicaron a firmar sus obras con nombres masculinos, con abreviaturas de sus nombres o de forma anónima, de lo contrario no se habrían publicado. La lucha por los derechos de las mujeres tiene como uno de sus ejes, visibilizar, nombrar y reconocer a las mujeres en la historia, principalmente a aquellas que fueron silenciadas e invisibilizadas.

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Las escritoras sin nombre

Ejemplos de esta práctica hay cientos, comenzando con Mary Shelley, autora de la primera obra de ciencia ficción, e hija de la escritora y pionera del movimiento feminista, Mary Wollstoncraft; Shelley tuvo que publicar Frankeistein de manera anónima, pues no era aceptable que una mujer escribiera ese tipo de novelas. Con el paso del tiempo, la sociedad asumió que la obra era de su esposo Percy Shelley.

Otro caso es el de Louisa May Alcott, autora de Mujercitas, que publicó sus primeras obras con el seudónimo A.M. Barnard. En la década de 1990, Joanne Rowling escribió la serie de novelas de Harry Potter bajo el nombre J.K. Rowling, ya que la editorial temía que los libros no se vendieran al ser escritos por una mujer.

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Carmen Mola y el Premio Planeta 2021

El Premio Planeta se entrega desde 1952 para promover las novelas de origen español; además del reconocimiento se concedía un premio de 600 mil euros, pero este año se incrementó a un millón de euros. Para el 2021, la persona ganadora del premio fue Carmen Mola por el thriller La Bestia, sin embargo, durante la entrega de los premios, se descubrió que este nombre fue un seudónimo utilizado por tres hombres: Antonio Mercero, Agustín Martínez y Jorge Díaz.

Grupos feministas, escritoras y librerías especializadas, se posicionaron en contra de esta acción, ya que las motivaciones para utilizar un seudónimo femenino no son las mismas e ignoran las condiciones históricas que vivieron las mujeres para publicar sus obras.

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Alba Varela Lasheras, encargada de la Librería Mujeres de Madrid, en entrevista para Público.es, señaló que los autores decidieron utilizar el seudónimo al notar lo violentos que eran sus libros. De acuerdo, con Alba Varela, si se hubieran publicado con sus nombres reales serían mal recibidos y generarían indignación; para ella, esto representó una forma de protegerse frente a las críticas, si los relatos eran publicados con el nombre de una mujer no tendría el mismo efecto, principalmente cuando hablan de forma explícita sobre violencia hacia las mujeres.

Este no será la última vez que alguien utiliza un seudónimo para publicar un libro, sin embargo, es necesario recordar que las mujeres nunca hemos estado en condiciones de igualdad en estos espacios. Utilizar un seudónimo femenino no está al mismo nivel que utilizar uno masculino, las condiciones e intenciones detrás de cada uno, son históricamente distintas.

Con información de Público.es