Los micromachismos son una forma sutil y suave de la violencia de género que está presente tanto en hombres como en mujeres, incluso cuando su discurso es contra cualquier tipo de machismo, consideran especialistas en perspectiva de género.

Estos micromachismos se presentan como gestos, comentarios o prejuicios tan interiorizados que emergen, y refuerzan los estereotipos de género.

Algunas de las frases que evidencian los micromachismos, según El País, son: “considero que las labores domésticas de mi casa, cuidando de mis hijos o ayudando a mis mayores, siempre las va a hacer mejor una mujer”, "al final las más machistas son las mujeres”, “no son las formas de hablar para una señorita”, entre otras.

El creador del concepto “micromachismo” fue el argentino Luis Bonino en 1990. Se trata de comportamientos masculinos que fuerzan la superioridad sobre las mujeres.

“Son pequeñas tiranías, terrorismo íntimo, violencia blanda”, “suave” o de baja intensidad, tretas de dominación, machismo invisible o sexismo benévolo”, afirma.

Los cuatro tipos de micromachismos

Bonino clasificó cuatro tipos de micromachismos (utilitarios, encubiertos, de crisis y coercitivos) los cuales se presentan de forma genuina en el comportamiento, esto se debe a la educación y cultura que no ha cuestionado estos esquemas.

“Estos patrones empiezan desde la niñez, aunque la brecha se está cerrando, aún son más las mujeres quienes destinan mayor tiempo a las tareas de casa”, escribió en su estudio Claire Cain Mailler.

De acuerdo con otro estudio, elaborado por la Universidad de Maryland, se descubrió que los chicos entre 15 y 19 años invierten media hora al día en los quehaceres del hogar, y las niñas 45 minutos; aunque la diferencia es pequeña, nos permite ver que la distribución de actividades es desigual.

Micromachismos utilitarios: “Cariño ya te puse la lavadora”, “Él me ayuda en casa”

Un micromachismo utilitario afecta en el ámbito doméstico y a los cuidados hacia otras personas, se abusa de las supuestas capacidades femeninas de servicio y la naturalización de su trabajo como cuidadora.

Maribel, lectora de La Cadera de Eva, nos comparte que cuando nació su bebé, su esposo no se involucraba en su cuidado porque le daba miedo, lo que implicaba que ella, en un estado complicado de salud, tuviera que hacerlo.

En México, las tareas domésticas son dadas -en su mayoría- a las mujeres. El 76.4% del tiempo que se dedica a los hogares a preparar alimentos, limpiar y cuidar de la ropa o el calzado, cuidar y apoyar a otros miembros de la familia, limpiar la vivienda, hacer las compras y administrar el hogar, lo gasta las mujeres, según las cifras de la Cuenta Satélite de Trabajo no Remunerado de los hogares de México 2018 que presentó el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

Micromachismos coercitivos: el hombre se adueña del control remoto o del espacio

Los micromachismos coercitivos se presentan cuando se usa la fuerza moral, psíquica, económica o de personalidad para intentar doblegar a la mujer, limitar su libertad o hacerla dudar de sus capacidades, invadir su espacio o su tiempo, restringiendo la capacidad de decisión.

Se trata de atemorizar a la mujer, si no obedece sucederá “algo”, hay un cambio en la mirada, tono de voz o cualquier gesto que la intimide; también hay control del dinero; se apropia de los espacios de la casa como la televisión y hay una indiferencia repentina hacia las decisiones de la mujer.

El mandspreading es una forma de este machismo, se aplica cuando un pasajero (hombre) abre tanto sus piernas al estar sentado en el transporte público que reduce el espacio, fue entre 2013 y 2015 que se evidenció en redes sociales el esparcimiento de los hombres en el espacio

Micromachismo encubierto: “Calla, que papá está enfadado, viene muy cansado del trabajo y necesita las cosas así”

Los micromachismos encubiertos –como todos- son sutiles y buscan la imposición de las “verdades” masculinas para hacer desaparecer la voluntad de la mujer, coartando sus deseos y haciendo lo que él quiere. También hay micromachismos en los silencios, paternalismos, en el “ninguneo” y en el mar humor manipulativo.

En México, el 93% de los casos de violencia contra mujeres tiene como agresor un familiar, revelaron los datos del Banco Nacional de Datos e Información sobre Casos de Violencia contra las Mujeres (Banavim). Además, se señaló que los principales tipos de violencia contra las mujeres son psicológicos, 44% de los casos; físico, 26% y económico 16%.

Micromachismos en crisis: “Tú sabrás que hacer (con las tareas de la casa) si trabajas”

Se refiere a las violencias presentadas cuando el desequilibrio en la pareja desaparece o cuando ella comienza a tener mayor poder personal y económico.

En México, las mujeres perciben ingresos menores y durante el año deben trabajar hasta 35 días más para igual el salario de un hombre, enfatizó Rogelio Gómez, coordinador de Acción Ciudadana Frente a la Pobreza, al presentar los resultados del Segundo Informe del Observatorio de Trabajo Digno en 2019.

Dentro de un escenario laboral, donde las condiciones de género se convierten en un obstáculo para las mujeres, cuando lo logran, también se enfrentan con dificultades dentro de su hogar.

“Nunca me presentó con sus amigos o compañeros de trabajo ... según él que porque no quería mezclar su vida personal con la laboral y cuando trabajábamos en Tecnoparque me lo encontraba siempre, y me ignoraba”, nos cuenta Maribel, “me llegó a decir eres una excelente madre, pero una pésima esposa”.

“Una vez que llegué tarde de trabajar, me preguntó porque no olía a sudor, pensó que me había ido a un hotel”, cuenta Sandra para La Cadera de Eva. Este comentario se lo hizo cuando su esposo se había quedado sin empleo, y como salida, se dedicó a manejar un microbús, para él, el trabajo implicaba fuerza física. “Como esposa eres pésima, como profesionista mis respetos, me decía”.

Además, Maribel tenía el mayor ingreso, por ello su esposo decidió no aportar a la casa porque según él, ella ni su hijo necesitaban más. La violencia también se extendía al control de su vestimenta “me pedía que no usara leggins, se te ve todo el trasero, me decía”.

Los micromachismos se pueden presentar cuando ella comienza a ganar más dinero, o él lo pierde o se enfrenta ante una limitación física. Estos micromachismos aparecen cuando la mujer reclama mayor igualdad en la relación, el hombre intenta recuperar el “status quo” que la estructura patriarcal le ofrece.

En cuanto a los micromachismos de crisis, cuando la mujer logra mayor estabilidad económica, las formas de control son:

-Hipercontrol sobre las actividades, tiempos y espacios de la mujer por temor a un amento de poder o relativo, miedo a que la pareja se quede en segundo plano.

-Seudoapoyos: se anuncia que se “ayudará” en el hogar sin tomar en cuenta que es una distribución de trabajos domésticos.

-Resistencia pasiva y distanciamiento: debido a “la falta de apoyo” o de la mujer o a que está parte de su tiempo en el trabajo, se le acusa de infidelidad o distanciamiento.

-Rehuir de la crítica y negociación: debido a que la mujer pide actitudes igualitarias se culpabiliza a la mujer de que cambió.

-Victimismo: el hombre se declara inocente de los cambios y “locuras” de la mujer, si él cambia lo ve con un sacrificio que debe ser aplaudido.

-Darse tiempo, alargar la toma de decisión ante los cambios reclamados, obliga a la mujer a someterse a los tiempos y deseos del hombre, se pospone el cambio con frase como “ya hablaremos”, “ ya veremos”, otro es dar largas a ayuda terapéutica.

-Dar lástima para que la mujer ceda, el hombre busca aliados para que se compruebe lo bueno que es él y lo mala que es ella (podemos hablar de enfermedades o autolesiones que apelan a los cuidados femeninos).

¿Por qué se ejerce la violencia hacia las mujeres?

El disponer de la mujer es una de las prerrogativas, ventajas, o privilegios incuestionables que muchos varones aún creen merecer de forma natural e incuestionable.

Por ello, señala la Comisión Nacional para Preveni y Erradicar la Violencia Contra las Mujeres (Convim) que la violencia ejercida contra las mujeres y las niñas es más recurrente dentro de sus hogares, esto por las relaciones históricas estructurales de desigualdad de género y superioridad masculina sobre la mujer.

De acuerdo con el Inegi y ONU Mujeres hay 61.5 millones de mujeres en México de las cuales el 63% de las mujeres de 15 años o más ha experimentado un acto violento en algún momento de nuestra vida; una de cada 4 mujeres ha reportado haber sufrido discriminación en su lugar de trabajo y 36.7% de mujeres se encuentra en una situación de pobreza moderada y 9.6% en pobreza extrema.

Un estudio auspiciado por ONU Mujeres, realizado sobre 10,000 hombres de países del sureste asiático, puso de manifiesto que el 25% de los varones reconocía haber violado a sus mujeres, parejas y otras mujeres. El 75% refería que lo hicieron porque consideraban que tenían derecho, independientemente del consentimiento o no de la mujer, y el 60% expresaba que lo hacían para entretenerse.

El fenómeno que genera la violencia machista es que los hombres consideran que las mujeres son de su propiedad o son objetos y no personas, por ello no respetan sus derechos.

“Me pedía que me pusiera tangas para él, cuando sabía que a mí no me gustaban, o me decía de forma violenta ‘mámela’, a mí me avergonzaba mucho que me hablara así, no disfrutaba nuestra intimidad”, cuenta Maribel.

Dada a la invisibilidad de los micromachismos de acuerdo con Bonino, “pasan inadvertidos culturales que se ejercen generalmente con total impunidad produciendo efectos dañinos que nos son evidentes al comienzo de la relación y se van haciendo visibles a largo plazo”, lo que afecta la democratización de la relación.

Las consecuencias de los micromachismos

En las mujeres hay un agotamiento emocional, se genera una actitud a la defensiva o de queja ineficaz por el sentimiento de derrota, pérdida de la autoestima, disminución en la capacidad de pensar. También presenta malestar, irritabilidad crónica y hartazgo en la relación, se culpa por presiones externas y considera que exagera.

En los hombres conservan el poder, desinterés por las necesidades y derechos de la mujer, afirmación de su “superioridad”, asilamiento receloso creciente, ya que el dominio no asegura afecto y solo genera aumento en la desconfianza hacia la mujer a la que no puede controlar totalmente.

Dentro de la pareja, ella cede, una de las frases comunes es “como no voy a ceder, no quiero estar peleando siempre”. Se responsabiliza a la mujer del deterioro de la relación, y el hombre se declara inocente sin reconocer su actitud dominante.

“Nombrar los micromachismos debería servir para contribuir a que los varones que no se reconocen en el ejercicio de la violencia mayor, que tienen una ética de justicia y respeto, no ignoren las propias maniobras de dominio y dominación cotidianas”, Luis Bonino Méndez

“De estas violencias los varones son responsables, las mujeres no son responsables y por tanto sólo a ellos les corresponde intentar modificarlas por sí mismos si desean relaciones igualitarias y cooperativas con las mujeres. Ellas sólo podrán presionar, pero no cambiar lo que ellos no quieran”.