El 28% de las personas que han muerto por COVID 19 en México, eran amas de casa. Las mujeres que trabajan además mantienen una doble jornada, pues siguen a cargo de tareas domésticas y de cuidados. Aproximadamente, son 39 horas extra las que las mujeres pasan en trabajos del hogar, aunque muchas veces no son valorados ni remunerados. 

Con la pandemia por covid-19 se ha agravado aún más la situación. Hay mayor mortalidad entre amas de casas, y la recuperación del trabajo para las mujeres es más lenta. Por lo tanto, en tiempos actuales, es necesario y urgente derribar las barreras que mantienen a las mujeres excluidas del mercado laboral, y eliminar las estructuras que permiten la precarización de las que trabajan. Esto es un paso indispensable para lograr la autonomía y una igualdad sustantiva y no solo formal de las mujeres

Según datos del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA)la violencia de género es más común en entornos de emergencias humanitarias, en estos casos las víctimas suelen ser mujeres y adolescentes, cuya vulnerabilidad se agravaba en el caos de una crisis.

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Las barreras laborales son más altas para las mujeres

El Reporte Especial sobre Exclusión Económica y Precariedad Laboral de las Mujeres en México señaló que existen diferencias marcadas entre hombres y mujeres respecto a las oportunidades laborales. 

En una sociedad patriarcal, parece natural el hecho de que las mujeres asuman ciertos roles de género: cuidadoras de la casa y de la familia, madres y esposas. Sin embargo, estas barreras surgen de un sistema que beneficia a los hombres y que dicta labores propias para cada género como si fueran naturales. 

Este sistema excluye a millones de mujeres del trabajo remunerado y se recrea también en las estructuras del mundo laboral que, aunque es excluyente y precario para todos, lo es más para las mujeres.

¿Cuáles son estas barreras?

Sin ingresos

Hay casi 26 millones de mujeres sin ingreso propio. Estos datos no toman en cuenta a las mujeres que aún son estudiantes o que tienen impedimentos para trabajar. 

Diversas mujeres han reportado que no están disponibles para buscar trabajo porque están ocupadas haciendo tareas domésticas y servicios de cuidado, mientras que otras tantas sí trabajan sin remuneración.

Los estados con mayor proporción de mujeres sin ingresos propios son Chiapas (66%), Estado de México (64%), Puebla (61%), Querétaro (60%) y Veracruz (60%). Lo peor es que México está por arriba del promedio Latinoamericano en la brecha laboral. 

Las mujeres excluidas del mundo laboral tienen menor autonomía económica que obstaculiza su ejercicio a otros derechos como el de la salud. Además la falta de autonomía económica es un factor de vulnerabilidad frente a las violencias, y especialmente a la doméstica.

Precariedad Laboral 

Las mujeres que logran rebasar la barrera de la exclusión, muchas veces consiguen un empleo con condiciones precarias, es decir, sin seguridad social, sin contrato estable, sin afiliación sindical y sin muchas prestaciones. 

Chiapas y Puebla se encuentran de nuevo entre los estados con más precariedad, junto con Guerrero, Hidalgo y Oaxaca. Además de las carencias laborales, el 72% de las mujeres que trabajan no pueden mantener, con lo más básico, ni a una familia de 2 personas; y solo el 6% de las mujeres que trabajan ganan más de $12,900. 

Con estos ingresos, las mujeres tendrían que trabajar meses de 34 días o años de 13.5 meses para alcanzar el ingreso promedio de un hombre. Además de que las mujeres han tenido más obstáculos para alcanzar posiciones laborales de poder.  

Exceso de trabajo

A las mujeres les faltan condiciones óptimas de trabajo, prestaciones laborales, puestos directivos y trabajos con salario; pero no les hace falta tareas que realizar. La mayoría ya tiene suficiente con los trabajos de casa (no remunerados e invisibles), y las mujeres que han podido pasar las barreras laborales, tienen un trabajo remunerado y la obligación de los quehaceres domésticos. 

Las mujeres básicamente cumplen una jornada de trabajo adicional, pues son 39 horas más las que dedican a hacer labores domesticas. Lo peor es que casi el 60% del tiempo que pasan trabajando no es remunerado. 

Los estereotipos de género hacen que las mujeres sientan que deben cumplir todos los roles a la perfección: la madre, la esposa, la trabajadora. Por eso, no resulta raro que sean las mujeres las que presenten, en mayor medida, problemas de incremento de las hormonas adrenalina, noradrenalina y cortisol, que pueden producir taquicardias e hipertensión y alterar el ritmo del sueño.

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