Enfrentar la vida cotidiana no es fácil, hay que tener valentía, serenidad y herramientas emocionales diversas para poderlo hacer. Algunas personas tendrán que ayudarse de algún medicamento para poder lograrlo, ya sea por dependencia y placebo, dejándole a la pastilla su “bienestar”, como acompañantes temporales, en tanto se trabaja con la realidad interna para no depender de un medicamento, o bien, hacer las paces con ese medicamento que de por vida le acompañará bioquímicamente hablando hasta el resto de sus días, para mejorar su calidad de vida.

Aquí la importancia del síntoma es relevante ya que es una función orgánica y/o de somatización que se manifiesta a través del cuerpo para alertarnos, es como un pepe grillo del organismo que nos alerta para ponernos en manos a la obra en torno a nuestro cuerpo, mente y emociones conscientes e inconscientes. Todas y todos en algún momento hemos necesitado de algún medicamento para fortalecer, mejorar, sanar y/o prevenir ciertas deficiencias orgánicas-bioquímicas pasajeras o permanentes como la descalcificación, anemia, resfriado, colesterol, dolores de cabeza y musculares, entre muchos más. Independientemente de estar de acuerdo o no con la medicación alópata, para algunos casos esta será muy importante en el acompañamiento de ciertas afecciones como el cáncer, el VIH, la dismorfía, y/o depresiones severas, en combinación con cuidados paliativos que ayuden a mejorar la calidad de vida de dichos pacientes. En estos casos la medicación alópata en mayor o menor grado será “aceptada” socialmente sin sancionar tanto a la persona.


SOBRE LA MEDICACIÓN

Ahora bien, cuando nos referimos a la medicación alópata relacionada a la salud mental, ya de entrada hay una resistencia que conlleva mitos y prejuicios, y claro, lo mejor será intentar en lo posible apostarle al trabajo psicoterapéutico, pero cada caso es diferente y cuando es necesaria la medicación a la par de la psicoterapia se le propone al paciente a fin de mejorar su calidad de vida. Algunos medicamentos serán administrados por corto tiempo y en algunos casos como la bipolaridad, la esquizofrenia, la paranoia tendrán que ser de por vida, según los diagnósticos personales.

Es así que una persona medicada se vive vulnerable, se vive como “débil” que no puede hacerse cargo de sí, puede ser motivo de discriminación, exclusión y/o sanción, lo cual le lleva a disminuir sus relaciones sociales en el entorno familiar, con la pareja, en el ámbito laboral y amistades.

Algunos desórdenes mentales clasificados en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (El DSMV) son: duelos, problemas conyugales, trastornos de la personalidad, dislexia, discalculia, tartamudez, somatización, deseo sexual hipoactivo, aversión al sexo, e impulsividad, entre otros.  Así como algunas sintomatologías más graves como: esquizofrenia, psicosis, paranoia, conducta alimentaria, trastornos del sueño, bipolaridad, delirium, demencia, fobias, estrés postraumático, autismo, asperger, y personalidad limítrofe, entre otras.

Quien vive el síntoma, de alguna manera “lo acepta” y “aprende a vivir con él” si decide realizar un trabajo terapéutico y psiquiátrico sin duda mejorará mucho y podrá vivirlo de manera funcional, mejorando así sus relaciones familiares, de pareja, laborales y sociales. Y cuando no pueden o no quiere hacerse cargo, su familia, pareja y vínculos diversos vivirán un desgaste emocional muy fuerte debido a todo lo que se mueve en torno a estos casos, principalmente la culpa.

¿CÓMO INVOLUCRAR A LOS OTROS?

Quienes viven cercanos, regularmente son quiénes contienen los episodios de ira y enojo, albergando el miedo y una alerta permanente de que la persona se pueda hacer daño, o pueden perder el control fácilmente y violentarse, o bien, caer en llanto repentino, lo cual son escenas muy fuertes que por supuesto es difícil de entender cuando no sabemos que la persona tiene una sintomatología especifica. Por ejemplo en el caso de las estructuras suicidas, o se hace una negación total de no lo va a hacer, o bien, aparece una aprensión de no dejar sola a la persona para que no logre su cometido, lo cual genera altos niveles de adrenalina y un desgaste emocional que puede convertirse en un burnout y/o en la aparición de sintomatologías en la pareja y/o en los diversos integrantes de la familia. 

Es importante que alguien que tiene una sintomatología específica y requiere medicación, ya sea por un tiempo definido o, bien de por vida, lo platique con su pareja y/o familia a fin de cuidarse mutuamente, y entender los diferentes estados de ánimo por los cuales puede transitar, así como el impacto del medicamento en su organismo, compartirlo puede ser una forma de aminorar la culpa e impotencia que se genera alrededor de la persona. Es necesario contar con información de dicha sintomatología y el acompañamiento terapéutico tanto de la persona como de la pareja y familia para no guardar rabia, enojo, impotencia, frustración y tristeza, al no saben cómo ayudar. Es importante tomar el lugar y la responsabilidad que a cada uno le corresponde y aceptar esa realidad que les ha tocado vivir y que puede mejorarse siempre y cuando se desee.

Es importante, no aislarse y vivir en soledad estos procesos, no son fáciles pero siempre una red de apoyo ayudará mucho a transitarlo, en compañía de especialistas en salud mental. 

Norma G. Escamilla Barrientos es licenciada en pedagogía por la Facultad de Filosofía y Letras en la UNAM y tiene maestría en psicoterapia psicoanalítica por el Centro Eleia, A.C.

@EscamillaBarr