La vez que Sandra se enteró que estaba embarazada, entró en pánico, tenía 21 años. Se imaginaba que su hijo o hija también iba a convertirse en víctima de abuso sexual, como ella. No quería repetir la historia de su mamá.

“Sí, mi mundo se cerraba a que iba a quedarme a cargo de la cría y mi entonces pareja se iba a alejar, como pasó con mi mamá”, dijo en entrevista con La Cadera de Eva.

El primero en enterarse del embarazo fue un amigo que tenían en común. Aún no recuerda lo que le dijo. Entró en shock.

La educación sexual que reciben los jóvenes en México ha sido cuestionada por feministas y especialistas, ya que se reduce al uso del condón y no a la exploración de su sexualidad, como comentaron en el podcast de La Cadera de Eva, Cristina Santana, coordinadora del Programa de Jóvenes por los Derechos Sexuales y Reproductivos (REDefine).

“Los abortos suceden todos los días, a todas horas y todo momento. La situación en México nos dan cuenta que los derechos sexuales aún continúan como un tabú, no basta con incluir en educación primaria algunos conceptos cuando no se enseña a la niñez su vida sexual, tampoco basta con conocer a los anticonceptivos. El proceso es integral, debe haber una educación sexual”, comentó en entrevista la exdiputada local de Puebla y feminista, Estefanía Rodríguez.

“La decisión de abortar la tomé con mis amigas. No recuerdo quién me recomendó una clínica o yo la encontré”, contó.

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Sandra recuerda que cuando entraron a la clínica ubicada por el metro Cuitláhuac, el disque médico traía una bata blanca, la metió a un cuarto oscuro, donde se veía una cama de exploración, según lo que recuerda. El doctor exploró su vientre con puro tacto, sin ultrasonido o estudio previo, y le dijo “tienes pocas semanas, sólo necesitas pagar tres mil pesos y listo”.

La tasa anual de abortos inducidos en México es de 33 abortos por cada 1,000 mujeres de 15 a 44 años; una cifra ligeramente superior al promedio que se reporta para América Latina (31 por 1,000), de acuerdo con el Instituto Guttmacher.

El porcentaje de edad de mujeres en cuanto a la práctica del ILE (Interrupción Legal del Embarazo) es de un 45.9% en el periodo de 18 a 24 años, 23.6%  en mujeres de 25 a 29 años y 13.8% dentro de promedio de 30 a 34, de acuerdo con el último reporte de la Secretaría de Salud.

En cuanto al nivel de escolaridad, del total de mujeres que abortaron 42% tenía preparatoria, 31% secundaria, 18% nivel superior y 7% primaria.

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CUANDO EL ABORTO ERA AÚN MÁS UN MITO

Los prejuicios del aborto impactan a todas las mujeres, a quienes pasan por un embarazo no deseado, por un aborto espontáneo o tienen un parto fortuito, hasta las niñas y jóvenes que enfrentan el estigma del tema desde pequeñas, apunta Gire (Grupo de Información en Reproducción Elegida) en su página.

Después de visitar la clínica, Sandra creyó ciegamente en el doctor, sólo necesitaba juntar tres mil pesos. ¿De dónde los iba a sacar? Lo más lógico fue pedírselos a su entonces pareja, la respuesta de él fue “mejor yo te meto un tenedor y te lo saco”.

Desde ese entonces no volvió a saber de él. Decidió buscar el dinero por otro lado, le pidió a un primo, pero éste se dedicó a divulgarlo entre la familia tiempo después.

Las formas en que trataron a Sandra alertaron a sus amigas, la convencieron de que hablara con su mamá. Fue una decisión difícil para ella, pero aceptó. “Lo único que quería era que no creciera lo que había adentro”, confesó.

Ella recuerda haber visitado el consultorio médico en su universidad, la UAM-Xochimilco, donde le comentó a la encargada que estaba embarazada y quería alguna información para practicarse un aborto, la respuesta que obtuvo fue “aquí no podemos darte ese tipo de información”.

Sandra no tuvo otra opción más que decirle a su mamá.

DECIRLE A MAMÁ

Las amigas de Sandra la llevaron a su oficina, ella recuerda esos días grises, sin color, comida sin sabor y sólo niebla en su mente.

Para sensibilizar a la mamá, primero le contaron a la secretaría quien les dijo “no se preocupen yo les ayudo  decirle”.

Sandra recuerda que cuando se lo dijo a su mamá, estaba acorralada en la esquina del baño y le gritó “ahora lo tienes y te chingas como lo hice yo contigo”. Ella se paralizó.

“Las abuelas, nuestras ancestras siempre han sabido lo que pasaba, sólo que se quedaban calladas, ahora lo que tenemos que hacer es gritar la realidad que no debemos ser criminalizadas por las decisiones que tomamos y hay una realidad y es que los abortos suceden en todo momento. Los prejuicios deben ser derrumbados, no deben ser tomado en cuenta”, compartió la exdiputada local.

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En México, el tema del aborto ha sido un tabú, sobre todo por ideas religiosas, principalmente del catolicismo que se ha posicionado en contra. Además, se ha romantizado la maternidad en la que se cree  que “ser madre es lo mejor que te puede pasar en la vida”, “si no tienes hijos, quién te va a cuidar”, incluso se han señalado a las mujeres que no quieren ser madres de egoístas, escribió en un artículo la feminista y comunicóloga Estefanía Quartino.

Lo primero que se le ocurrió a Sandra fue decir: “es que German es drogadicto y no quiero que salga mal”. Fue así cómo su mamá tomó otra postura, la respuesta fue “si tu tío te dice que sí vamos”.

La joven se sometió a un enjuiciamiento por parte de su tío, quien tuvo que dar el permiso de que Sandra decidiera sobre su cuerpo. Ello lo recuerda sentado en un gran escritorio como un gran patriarca, fumando un puro.

Después de una serie de preguntas que ya no recuerda, el tío marcó a la extensión de la mamá y le dijo “ya puedes venir”. Cuando entró, le dijo “llévala mañana, te doy una dirección”.

“ES HOY O NUNCA”

Sandra apenas tenía cinco semanas de embarazo que por ley para ese entonces era legal y con una pastilla abortiva podía interrumpir su embarazo.

Pero el doctor decidió practicarle un legrado que tuvo un costo de seis mil quinientos pesos. La sugerencia del médico fue que se practicara al siguiente día ya que debía hacerle diversos estudios y llegara en ayunas.

La mamá no estuvo de acuerdo con la respuesta del doctor, le dijo “o se lo hace ahora o nunca”. Fue con esta amenaza como accedió a meterla a un quirófano. Sandra sólo llevaba un cambio de ropa.

Recuerda que el trato más amable que recibió fue el de la enfermera quien le decía “todo estará bien”.

Esa fue la primera vez que le pusieron “raquea” una anestesia que inmoviliza una parte del cuerpo, sobre la que se exagera respecto sus efectos secundarios. Ella recodaba lo que decían sus tías “si te la ponen, puedes quedar inválida”, sin embargo, los efectos secundarios son posibles infecciones, sangrado o con poca frecuencia daño en los nervios.

Ese día tuvo que estar en cama con un pañal, mientras sangraba. La mamá no dejó de insultarla y decirle que era “una puta”.

En aquel entonces era 2009, a unos años de que se había legalizado el aborto en la Ciudad de México, en 2007, la información con la que se contaba era poca.

Actualmente en México, La Suprema Corte de Justicia de la Nación declaró inválido el artículo 196 del Código Penal de Coahuila que establecía prisión a las mujeres que  se practicaran un aborto, este fallo incide a nivel federal, logrado la despenalización del aborto en todo el país. Sin embargo, aún hay luchas pendientes en este tema como un acceso gratuito y seguro para las mujeres.

De acuerdo con datos de la Interrupción Legal del Embarazo (ILE) de la Secretaría de Salud, desde 2007 se han practicado un total de 237 mil 643 abortos, siendo que las cifras del aborto desde el 2019, 2020 y 2021 han bajado, esto debido a la pandemia, ya que los Centros de Salud priorizado la atención a la covid, dejando desprotegidas a las mujeres, como han denunciado feministas y activistas.

DÍAS NORMALES

Al siguiente día de la operación quirúrgica, Sandra decidió ir a la escuela, seguir con su vida normal, en realidad cuenta que se sentía bien físicamente. Lo más difícil era justificar con su madre la veces que llegaba tarde, ya que creía que se la pasaba teniendo relaciones sexuales.

Después de 12 años Sandra considera que tomó la mejor decisión. Hubiera deseado que en aquel entonces hubiera tenido los conocimientos de ahora y saber que ella era dueña de su cuerpo, no tenía porque pedir el permiso de su tío ni tampoco someterse a un aborto quirúrgico.