El grito contra la impunidad que prevalece en los casos de violencia contra las mujeres fue encabezado por las madres víctimas de feminicidio, entre ellas, Araceli Osorio, madre de Lesvy quien cuestionó a las instituciones de vestirse de naranja pero no accionar para darles respuesta.

“No es posible que las instituciones se vistan de naranja y por dentro estén escurriendo de rojo.  No es posible que en México hablemos de democracia cuando existen de 10 a 11 feminicidios al día. No es posible hablar de democracia cuando el 7 de marzo de 2021, el Estado amuralló el Palacio Nacional y con ello  cerró el diálogo para con las víctimas, ese día lo tenemos presente. Frente a esas murallas les hemos enseñado a construir cadenas de sororidad”, dijo frente al monumento de “la glorieta de las mujeres que luchan”, una antimonumenta temporal instalada en honor a las madres que exigen justicia por sus hijas, víctimas de feminicidio en México.

En este tono de exigencia, la madre de Mariana Lima Buendía, el primer feminicidio tipificado en México, señaló que a 11 años de su asesinato no se ha dado una sentencia pese a que la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) ya dio una resolución.

Este 25 de noviembre marcharon cientos de mujeres a distintas horas del día en la Ciudad de México en rechazo a la impunidad que prevalece en una gran cantidad de delitos de violencia contra la mujer.

Sin embargo, la respuesta del gobierno federal y de la capital se caracterizó principalmente por un operativo con cientos de policías que cargaron extintores y usaron gas lacrimógeno sin ningún tipo de comunicación o diálogo con las manifestantes. 

Uno de los contingentes, convocado por mujeres anarquistas salió del Monumento a la Revolución rumbo al Ángel de la Independencia en donde se encontraron con la Coordinación 8M, que aglutina a colectivos, organizaciones y sindicalistas.

La tensión y la indignación fue la constante de la movilización que registró múltiples escaramuzas a lo largo del trayecto.

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La marcha, como en otros años, convocó a mujeres de otros lugares de la República como una joven de Michoacán, que prefirió omitir su nombre por miedo a represalias, que lucha por la aparición con vida de su prima, de quien no sabe nada desde hace unas semanas.

"Sabemos que el que la sustrajo está aquí en la Ciudad de México", afirma la joven que explica que su prima podría ser víctima de trata de personas.

MADRES Y VÍCTIMAS EXIGEN JUSTICIA 

La historia de la joven se repite con otros nombres a lo largo de la marcha.

Sara, Abigail, Fátima, Lesvy, Daniela, Pamela, los nombres y las historias se repiten.

"La asesinó su esposo y dejó a tres hijos", dice una mujer frente a cámara en una historia que ya parece de guión: las autoridades locales, del Estado de México, no han hecho nada para atrapar al culpable que se ha dado a la fuga. 

En el templete, la madre de Perla expresa su rabia tras el feminicidio de su hija y las múltiples vió en días  que vivió su hija por parte de su suegra y pareja. 

“Mi hija fue asesinada el 5 de octubre del 2021, fue asesinada por el padre de sus hijos, tenía 21 años, cumplió 22 años el 25 octubre y Yeni tres hijos. Estaba separada desde hace cinco meses y su suegra le habló para ofrecerle trabajo con engaños. Se la llevó diciéndole que la apoyaría con sus hijos y estando allá se los quitaron, la privaron de su libertad y la encerraron con su ex pareja para que arreglaran sus problemas, pero él aprovechó y con un martillo la asesinó”, declaró la madre.

Otro casi ha sido el de Andie, que pertenece al bloque negro y asistió a la marcha para expresar su rabia contra su expareja, un supuesto activista de Morena, quien intentó asesinarla. “De 10 años de sentencia se la bajaron a dos meses, estoy diagnosticada con TLP (trastorno límite de personalidad), por las noches tengo ataques de ansiedad y él sigue libre" ,Andie señala que  el apoyo recibido ha sido por parte de las feministas encapuchadas.

Esta joven de 32 años no es la única que confía en ellas, también la madre Araceli Osorio quien dijo “detrás de esas capuchas, debajo de esas prendas negras está la verdadera dignidad y la verdadera sororidad. Frente al dolo , frente a la rabia, lo que nos permite seguir caminando son sus abrazos, son sus palabras”, dijo.

La capucha utilizada como seguridad para no ser identificada permite que hombres se puedan filtrar, se percató  un caso de un sujeto que avienta una piedra a las mujeres policías. 

CON LAS NIÑAS NO

Una de las historias ya conocidas, la de Fátima de 12 años que fue víctima de feminicidio en el Estado de México en el transporte público cuando se dirigía a su secundaria, tiene una actualización que estremece a las asistentes de la marcha. 

El asesinato de la niña, le causó estrés post traumático a su hermano menor Daniel, que murió víctima de negligencia médica. 

"Y estoy aquí luchando por justicia para Fátima pero también para Daniel, mi otro hijo, al que también asesinaron", grita Lorena Gutiérrez. 

Con motivo de los casos de niñas víctimas de violencia de género, una manta cuelga del templete con la leyenda: "Las niñas y las mujeres no se tocan, no se queman, no se violan y no se matan". 

Las familias y las víctimas continuaron sus testimonios ante los grupos de mujeres que escuchaban las historias mientras descansaban o tomaban agua. 

Según cifras del gobierno capitalino, fueron alrededor de mil 500 las mujeres asistentes a la marcha que no estuvo exenta de confrontaciones que dejaron un saldo de 17 heridos: 11 fueron mujeres policías, una servidora pública y cinco civiles, entre ellos un integrante de medios de comunicación. 

"Todas las autoridades conocen mi caso. Mañana tenemos audiencia aquí en la Ciudad de México y él está acusado de violación por varias mujeres", grita otra mujer en el mitin del final sobre el templete que se colocó en la plancha del Zócalo. 

Su voz resuena estruendosa y se puede escuchar desde el otro lado de la plancha y, seguramente, dentro del edificio desde el que despacha Andrés Manuel López Obrador. 

"¿Y qué crees? Que no tengo miedo y que aquí sí me creen", continúa ella interpelando a su agresor y tratando de hacerse escuchar por el habitante de Palacio Nacional que ha sido criticado en diversas ocasiones por no atender las exigencias de las familias de víctimas de violencia de género. 

Atrás del templete un grupo de mujeres encapuchadas intenta romper las vallas que rodean Palacio Nacional tras las cuales hay varias filas de policías enconchados tras sus escudos. 

A pesar de la falta de faros públicos, el área está completamente iluminada por la gran cantidad de camarógrafos que tienen prendidos los flashes de sus cámaras esperando una foto qué publicar en portada. 

En el templete, sin ninguna cámara enfocándola, una de las mujeres del mitin reclama a los medios de comunicación. 

"Aquí es la nota, medios. No allá en los golpes y el rompimiento de vidrios, sino aquí con las víctimas y las familias", grita la mujer a la oscuridad que ya engulló a la principal plaza pública del país.