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Vicente, el michoacano que fue 20 años esclavo de los Beltrán Leyva

Vicente tenía 15 años cuando fue secuestrado por un grupo armado en Michoacán; dos décadas después fue rescatado en una cueva en Sonora

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Escrito en ESTADOS el

MORELIA.- Luego de más de 20 años de esclavitud a manos del crimen organizado en Agua Prieta, Sonora, la víctima regresó a Los Reyes, Michoacán, su ciudad de origen.

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Vicente fue rescatado por autoridades de Estados Unidos en el marco de las investigaciones por la masacre contra la familia LeBarón, en Bavispe, Sonora, en noviembre de 2019.

El que Vicente pudiera regresar a casa fue gracias a la bondad de una enfermera, el tacto social de un medio de comunicación regional y unos destellos de memoria de la víctima.

Vicente Álvarez Aguilar apenas puede hilar palabras, su comportamiento no corresponde al de una persona de su edad y por las noches tiene pesadillas.

Fotos Juan Manuel González

El terror sicológico al que fue sometido en más de dos décadas es tal que, del miedo, se golpea así mismo por lapsos de hasta 10 minutos, cuenta su tío Andrés Barajas Farías.

Testimonios alrededor de él indican que apenas tenía 15 años de edad cuando fue privado de su libertad, presuntamente por un grupo armado en el municipio de Los Reyes.

Ese día salió de su casa y su familia no lo volvió a ver hasta hace poco menos de un año, luego de que este hombre fuera rescatado con otras personas más.

Su tío Andrés cuenta que desde que Vicente desapareció, su mamá no dejó de buscarlo. Escribía mensajes públicos en sus redes sociales con la fotografía de su hijo.

Desde Estados Unidos, como inmigrante, la mamá de Vicente no cesó en su campaña de búsqueda, con la ayuda de su esposo, pues siempre tuvo la esperanza de volver a verlo.

12 MUERTES LE SALVARON LA VIDA

En noviembre de 2019, un ataque armado en contra de integrantes de la familia LeBarón, en los límites de Chihuahua y Sonora, dejó 12 muertos. La masacre de esa familia México-estadounidense hizo que las autoridades de ambos países se involucraran en las investigaciones del multihomicidio.

En uno de los recorridos en busca de los responsables de ese crimen, las autoridades estadounidenses encontraron unas cuevas y unos campamentos clandestinos.

En uno de esos centros de operación de la delincuencia organizada (Cártel de los Beltrán Leyva) estaba Vicente y varias víctimas más que vivían en calidad de esclavos.

Andrés Barajas narra que cuando interrogan a “Chente” –como le dicen a su sobrino-, en uno de sus vagos recuerdos les dice que su mamá vive en Estados Unidos.

Platica que fue llevado a un centro de aislamiento mientras buscaban a su madre, pero al no dar con ella lo ingresan a un lugar de celdas.

A la llegada de Joe Biden como presidente de Estados Unidos, éste ordena que todos los migrantes detenidos en ese tipo de centros sean liberados y repatriados a su país.

A Vicente lo regresan a Agua Prieta donde lo internan en un Centro de Rehabilitación y Recuperación de Drogadicción y Alcoholismo, pese a no padecer de esa adicción.

LOS HÉROES

Barajas Farías recuerda que en ese Centro, una doctora que atendía a Vicente se empeñó en conocer más de él; le comentó que era originario de Cotija, Michoacán.

La profesionista se da a la tarea de contactar a un medio de comunicación local de ese municipio, le pide ayuda para difundir su fotografía en busca de su familia o conocido.

Es así que el informativo empieza a difundir su fotografía y sus publicaciones llegan a Los Reyes –municipio colindante a Cotija-, y en particular a su tío Andrés.

El tío de “Chente” de inmediato lo reconoce, a pesar de que ya habían pasado muchos años de que no lo veía y su corazonada no fue equivocada.

Andrés se comunica con la madre de Vicente a Estados Unidos y se pone en contacto con la doctora, a quien le pide que lo saque de ese centro de rehabilitación.

La médico accede al ver, además, que las condiciones en las que estaba Vicente eran denigrantes y se lo lleva a vivir unos meses a su casa.

Después, describe, junto con algunas autoridades mexicanas y la doctora, Vicente es sometido a un proceso de reconocimiento de sus familiares, ya que Andrés no es tío de sangre de la víctima, pues su hermano es el padrastro y la mamá sigue en Estados Unidos.

Cuenta que aunque le mostraron muchos rostros de mujeres y hombres, Andrés les decía con la cabeza a las autoridades que no eran sus familiares.

Fue hasta que pasó Andrés y su esposa cuando Vicente los reconoció y les dijo a las autoridades que ellos eran sus tíos.

EL INFIERNO SIGUE

Aunque pareciera que ahí acabaría todo el infierno para “Chente”, no ha sido así. Su comportamiento es todavía el de un esclavo.

Andrés Barajas cuenta que, por las noches, “Chente” padece de pesadillas y muestra el terror que tiene si quiera de que lo toquen, lo vean o le dirijan la palabra.

Se pone muy agresivo, no habla con nadie, solo grita que la piedra está dura, que lo lastiman y se empieza a golpear él solo, sin que podamos hacer algo

Dice que Vicente es muy inteligente, pero que el daño sicológico que tiene es muy grave, pues no recuerda gran parte de su vida, excepto uno o dos destellos.

Revela que, a decir de testimonios de otras víctimas, Vicente era golpeado, maltratado y obligado a jornadas forzosas interminables de trabajo y sin comer.

Lamentó que el daño en su sobrino es tal que cuando le pedían que se durmiera, solo se recostaba y se quedaba profundamente dormido, en una obediencia absoluta.

BUSCAN AYUDA

Andrés menciona que cuando le realizaron unos estudios médicos, los resultados no arrojaron presencia de drogas en Vicente, pero sí un miedo extremo a las personas.

De ahí que ha sido sometido a un tratamiento sicológico con un médico particular, sin que hasta el momento autoridad alguna les haya brindado el apoyo.

Ahora, asegura, “solo queda esperar a que poco a poco mejore, porque “Chente” es un buen muchacho y aunque será casi imposible, merece salir de ese infierno”.

De lo que sí estamos seguros es que es una gran ventaja que Vicente esté vivo, porque desafortunadamente a la mayoría de personas las desaparecen o las matan

EL OTRO ROSTRO DE LOS CÁRTELES

Áreas de inteligencia consultadas afirmaron que ese es otro de los muchos rostros operativos del crimen organizado para robustecer sus ejércitos.

“Privan de la libertad a niños y jóvenes, hombres y mujeres, para la siembra, producción, trasiego de drogas, o narcomenudeo y demás negocios de los cárteles”.

Apenas hace unas semanas, “Chente” vive con su tío a miles de kilómetros de sus padres biológicos, que radican en Estados Unidos. Así vive Vicente, cuya memoria fue borrada por los criminales.