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Veracruz, asilo de la comunidad venezolana

La vida le da un nuevo intento a Beatriz, una venezolana cuyo único objetivo es tener una mejor calidad de vida

Escrito en VERACRUZ el

Veracruz, Ver.- Una noche de marzo en Ciudad Ojeda, Venezuela, Beatriz arrastra su colchón hacia la acera e intenta conciliar el sueño, pero no lo logra; los moscos y el calor no se lo permiten.

En ese momento ella toma una decisión: En cuanto pueda abandonará su país, aunque no pasaba por su cabeza que terminaría viviendo en Veracruz, ciudad que dio asilo a una comunidad de 700 venezolanos en los últimos cinco años, según la última consulta organizada en el 2017 en contra del presidente Nicolás Maduro.

Luego de que su esposo insistiera tanto en el tema y tras experimentar un apagón de luz generado por el Gobierno, la morena de 52 años de edad aceptó la propuesta de emigrar; 15 días transcurrieron para que lograran juntar el dinero necesario para salir, solo faltaba organizar su viaje.

“El calor era insoportable y el apagón de luz duró 18 horas, a mí me tocaron de los ‘cortos’ ahora, (porque) hay apagones de días (…) una sobrina se ofreció de compradora y ahí vendimos el carro, con eso nos fuimos”.

Ya desde Veracruz, Beatriz, quien tuvo que dejar atrás a ocho hermanos en Venezuela, asegura estar bien con su decisión.

“Cada vez es más difícil salir adelante en una tierra en la que las condiciones son inhóspitas para quienes la habitan”, reflexiona.

LA ORQUÍDEA VENEZOLANA

Beatriz es cocinera en el restaurante “La orquídea venezolana”. Sobre cómo encontró el lugar, cuenta que una sobrina de su esposo vive en Boca del Río desde hace algunos años, y cuando llegaron a Veracruz los llevaron a comer y fue ahí donde conoció a Mary Flor, la dueña del restaurante.

En “La orquídea venezolana”, Beatriz narra historias de terror en las que personas llegan a los hospitales con familiares muy enfermos y sin dinero, y los médicos y enfermeras comienzan por entregarles la lista de insumos que necesitan para brindar la atención.

“En Venezuela ni siquiera te puedes enfermar”, dice.

La mayoría de los medicamentos en los hospitales tienen un desabasto de 100 por ciento. Antibióticos, antidepresivos, antiepilépticos, medicamentos para tratar diabetes, el listado en apariencia no termina.

A pesar de no tener cifras específicas por parte de Venezuela, los testimonios que entre compatriotas se comparten, abundan.

LA DEBACLE

En 1989 una revuelta popular contra los ajustes de precios acabó en saqueos que el Gobierno sofocó de forma violenta, se trata del llamado “El Caracazo”.

Es en este momento histórico en el que surge una figura política relevante hasta la actualidad, el Comandante Hugo Chávez, quien después de un Golpe de Estado frustrado, ascendió al poder en 1998 por votación masiva y legítima; después de su muerte lo sucedió Nicolás Maduro.

Luego de las tiranías que han regido Venezuela, sumado a los dictadores del siglo XIX, la situación política actual no deja de orillar a que sus habitantes abandonen el país; la cifra ya alcanza los 3.4 millones, según las agencias de la ONU para los refugiados (ACNUR) y los migrantes (OIM).  

La economía de Venezuela ha sido muy variante y es que como en México, su principal fuente de ingreso por mucho tiempo fue la venta de petróleo.

“Luego de la liberación de Venezuela hace más de dos siglos gracias a Simón Bolívar, el pueblo continúa luchando por ser libre”, insiste Beatriz.

EL VIAJE

Son las tres 3 la mañana. Beatriz y su esposo esperan a un señor que los recogerá en una camioneta para dirigirlos a Maicao, Colombia, una ciudad que al oriente colinda con Venezuela.

“Ahí sellamos tranquilos, pasaportes y salimos. Una vez en Rumichaca, puente internacional y principal paso fronterizo entre Ecuador y Colombia, ¡sorpresa!, filas kilométricas para poder ingresar a Ecuador, tal y como en Venezuela se forman para poder comprar comida”, recuerda.

“Cuarenta dólares nos costó poder pasar a cada uno. Unos colombianos nos prestaron la cédula colombiana y listo, pasamos”, en este punto el tono de Beatriz cambia, ella ríe.

“Nos arriesgamos y le tapamos un poco la foto a la cédula y de una vez que pasamos, sellamos nuestros pasaportes y salimos, ¿Nervios?, sí, fue muy fuerte”, dice al final donde su tono se vuelve serio.

Luego de llegar a Ecuador, Beatriz y su esposo se enfrentan de nueva cuenta al desempleo, pues únicamente pueden laborar aquellos que cuentan con Visa de trabajo.

“No aguantamos mucho tiempo, la Visa de trabajo era muy costosa y aparte de eso en la población donde vivíamos hubo un chico que mató a una mujer a golpes, se decía que el muchacho era venezolano, resulto ser colombiano pero comenzó una xenofobia muy fuerte.

“Comenzaron a sacar todos los enseres de las casas donde vivían venezolanos, y la señora con la que teníamos alquilado no quiso meterse en problemas con nadie y por eso nos dijo que abandonáramos el lugar”.

La pareja nuevamente salió con mochilas al hombro, teniendo esta vez como destino Perú. Ahí Beatriz y su marido comenzaron a trabajar como veladores en una fábrica de ajo, luego en una fábrica de pollo enlatado y después en una fábrica de frutas congeladas.

“Nos fuimos porque había trabajo, pero nunca paga”, recuerda.

Al cabo de cuatro meses, los protagonistas de esta historia llegaron a Veracruz, impulsados por la clara convicción de tener una vida digna, dormir mejor y poder comer.

MIGRANTES SON MAL VISTOS

El sociólogo José Luis Cerdán Díaz, catedrático de la Universidad Veracruzana afirma que, contrario a lo que podría pensarse, los mexicanos comienzan a mostrar cada vez más una actitud de desagrado hacia los migrantes extranjeros.

“Los últimos estudios sobre la avalancha de migrantes y la crisis por la amenaza del presidente Donald Trump dicen que más del 60 por ciento de los mexicanos está en contra de esa migración y pide control.

“Por lo que ha ocurrido en otros lugares (Europa y los estados sureños de EU) creo que este fenómeno de rechazo se va a acentuar. En esta región todavía no llega a ser crítico, según puedo percibir, como en otras zonas”, detalla.

Aun así, Beatriz encontró en Veracruz un sitio de cordialidad y solidaridad; con tan solo tres semanas de arribo, Beatriz y su esposo ya logran sostenerse económicamente, ella como cocinera y él trabajando en una fábrica de la zona industrial.

“Ustedes están como reyes, en Perú trabajaban de 500 a 700 personas, el 70 por ciento aproximadamente eran venezolanos. México es muy similar a Venezuela y Veracruz a mi tierra hasta en el calor.

“Tienen que darnos la oportunidad porque nosotros no vinimos a desplazar a nadie, lo que queremos es una mejor calidad de vida trabajando y luchando por los que se quedaron allá, me duele que nos traten mal como si quisiéramos venir a desplazarlos a quitarles algo, el pan de la boca”.­